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Lola Young, la nueva voz británica bajo la alargada sombra de Amy Winehouse

La cantante y autora de ‘Messy’ vive entre el éxito, las adicciones y un trastorno esquizoafectivo que la lleva de periodos en rehabilitación a fases creativas salvajes. Este viernes lanza su tercer disco, ‘I’m Only Fking Myself’

Lola Young
Nerea Basterra González

Nada en la apariencia de la cantante Lola Young (Reino Unido, 24 años) es estrictamente original. Como una de tantas chicas en Londres —aunque nacida en la localidad de Croydon, se crio al sureste de la ciudad, en Beckenham—, Young es alternativa, lleva un corte de pelo mullet que combina mechas claras y oscuras y luce piercings y pestañas de un largo impostado. En realidad, lo que llama la atención al verla por primera vez es ese mestizaje que, aunque sutil, habla enseguida de una mezcla de orígenes. Es la herencia genética de su padre chino-jamaicano, aunque fue su padrastro, un bajista profesional, el que, junto a su madre, facilitó el desarrollo del verdadero rasgo distintivo de la joven, una voz rasgada que evoca demasiadas batallas para tan pocos años y que este viernes 19 de septiembre estrena su tercer disco, I’m Only Fking Myself.

Entre sesiones de salsa organizadas en casa, visitas de músicos como Paolo Nutini y Joni Mitchell, clases de piano, de guitarra y de canto y noches de micro abierto en pubs locales con tan solo 13 años, Young fue encaminándose hacia un futuro para el que, como ella misma ha dicho, “no tenía un plan B”. Lo siguiente, a los 14, fue ingresar en The Brit School, una prestigiosa escuela enfocada a las artes escénicas y la creatividad a la que antes que ella asistieron otras voces inconfundibles de la escena musical británica, como Amy Winehouse y Adele.

En el Reino Unido, la de Lola Young ya es una voz consolidada. Su fama llegó por un anuncio de Navidad de la cadena británica de grandes almacenes John Lewis que se hizo viral en 2021, una historia de amistad interplanetaria en la que la canción que ella interpreta llamó la atención del público. Dos años después, salió su álbum debut, My Mind Wanders And Sometimes Leaves Completely, que la llevó a girar por varias ciudades europeas antes de que una canción, incluida dentro de su segundo trabajo This Wasn’t Meant For You Anyway (2024), le diera el empujón definitivo. Titulado Messy, que traducido al español significa “desordenada”, este tema de algo más de cuatro minutos fue una declaración de intenciones de su autora, quien por entonces ya llevaba años diagnosticada de un trastorno esquizoafectivo al que posteriormente se sumó un Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) severo.

Con 17 años, Lola Young cargaba a sus espaldas un diagnóstico abrumador que ella había confundido previamente con la esquizofrenia de un tío paterno y con la depresión clínica de otro familiar. A su TDAH, según ella misma declaró en febrero de 2022 a The Telegraph, podría no haberle ido bien el cannabis que confesó haber fumado excesivamente para lidiar con un trauma de su infancia “muy duro y muy inusual”, aunque no entrara en detalles: “La marihuana es psicoactiva y, cuando ya tienes un problema de salud subyacente, puede afectar al cerebro”, argumentaba la cantante al periódico británico. Lo cierto es que un episodio maniaco de Young puede acabar en un abanico de intensidades: la mínima, si no le pilla por sorpresa y puede tomarse la medicación y, en otros casos más graves, la que acaba con su internamiento. Ella lo ilustra con esta metáfora: “Imagina una botella rebosante. En cierto punto, resulta imposible volver a taparla, porque simplemente se ha agitado demasiado”.

Lola Young

Si esta imprevisibilidad —los episodios pueden durar un mes o tenerla sin dormir durante noches seguidas— hace sus giras complicadas, el estado en el que se sumerge durante ellos puede, según ella, potenciar su creatividad. Dice que el exceso de dopamina es capaz de desbloquear su imaginación y agudizar sus sentidos, haciéndola mucho más productiva: “Es como estar drogada, mi mente está a mil y quiero escribir un montón de canciones”, contaba a The Telegraph. Además, Young es adicta a la cocaína, motivo por el que en noviembre de 2024 ingresó durante cinco semanas en un centro de tratamiento. Su camino empezaba a sonar al de otra alumna estrella de The Brit School: Amy Winehouse. La imagen de la desaparecida artista, fallecida a los 27 años por una intoxicación etílica —aunque durante su vida abusó de muchas otras drogas—, por momentos se superpone a la de la Young más vulnerable. Con una diferencia: al famoso “They tried to make me go to rehab. I said no, no, no” de Winehouse —que sí estuvo en rehabilitación en cuatro ocasiones—, se contrapone a una mujer que cuenta con un colchón afectivo y con herramientas para procurarse otro final.

Lola Young

Puede que este as en la manga de Young ayudara a convencer a Nick Shymansky para ser su representante. Quien fuera el manager de Amy Winehouse accedió a trabajar con la cantante de Messy tras conocerla en una presentación en el sur de Londres, en el año 2017. En realidad, tardó algo más en decidirse: Shymansky no había colaborado directamente con ningún artista desde la muerte de la intérprete de Back to Black y se había prometido no volver a hacerlo. Al conocer a Young, sus reticencias se esfumaron y decidió representarla junto a su amigo Nick Huggett, quien había ayudado a fichar a Adele.

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Pero formar a la Amy Winehouse de las nuevas generaciones suponía el peligro de tropezar en las mismas piedras. Tras su ingreso en rehabilitación del pasado noviembre, Young volvió al trabajo y a la exposición pública que esta conlleva a inicios de 2025: el show de Jimmy Fallon en enero, Coachella en abril... Parecía incluso que podrían adelantar un sencillo de su próximo disco, el tema Dealer, del que dicen que para Elton John es “el mayor éxito que he escuchado en años”. Pero entonces Young recayó y Shymansky le propuso pararlo todo, incluso retrasar su gira de otoño. Finalmente, y tras volver a su tratamiento, la artista decidió continuar con el calendario previsto y estrenar su tercer álbum. En su regreso a los escenarios el pasado mes de agosto estuvo acompañada de un asesor de sobriedad y rodeada de un equipo volcado en protegerla. En una entrevista reciente con The Guardian, Young recordaba que cuando Shymansky empezó a representar a Winehouse, en el año 2006, “la salud mental no era un tema de conversación, la adicción no era una conversación pública, y la gente acababa muriendo porque no se abría, no eran capaces de buscar ayuda”. La sombra de Amy parece menos amenazante para su heredera.

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Sobre la firma

Nerea Basterra González
Desde 2018 en EL PAÍS, donde ha pasado por distintas áreas y actualmente es redactora de Gente y Estilo de Vida. De su vida anterior conserva un Máster en Periodismo Cultural, con el que obtuvo un carnet para escribir sobre música siempre que puede.
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