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Las anécdotas del mayordomo real Grant Harrold, de admirar a los Windsor a bailar con Isabel II: “Ese es mi mejor recuerdo”

Durante siete años, el escocés trabajó en Highgrove para Carlos de Inglaterra y sus hijos, los príncipes Guillermo y Enrique. En esta entrevista relata cómo fue su experiencia con la familia real británica, que también ha plasmado en su nuevo libro

Grant Harrold
Andrea Insa Marco

Cuando Grant Harrold (Airdrie, Escocia, 47 años) comenzó a trabajar como mayordomo para la familia real británica en 2004, la situación de la casa Windsor era muy distinta a la actual: Carlos de Inglaterra era entonces príncipe de Gales y aún no se había casado con Camila Parker Bowles, el príncipe Guillermo estaba en los primeros años de su relación con Kate Middleton y pocos se imaginaban que el joven Enrique un día abandonaría sus deberes reales. Harrold estuvo hasta 2011 al servicio del actual monarca británico en Highgrove y sobre esos siete años ha escrito en The Royal Butler: My Remarkable Life of Royal Service (Seven Dials), unas memorias que se publicarán el 28 de agosto. Para disgusto de muchos, el libro no desvela secretos o cotilleos de la realeza —ya hizo lo propio Enrique de Inglaterra en su biografía—, sino que cuenta la historia de un chico que deseaba formar parte de la realeza y que terminó trabajando para ella.

“Mi mayor sueño era conocer a Isabel II y bailar con ella”, confiesa Harrold a EL PAÍS por videollamada. Sin embargo, su primer encuentro no fue con la reina, sino con su hijo Carlos III y con Camila. “En mi primera mañana de trabajo, los vi caminando hacia mí. Como no sabía qué hacer, me escondí en un armario. Pensé que estaba a salvo, pero era el armario de bebidas y no era idóneo”, relata. “Desde dentro, oí cómo él preguntaba: ‘¿Qué hace en el armario de bebidas?’; lo cual era muy embarazoso porque eran las ocho de la mañana. Ella le contestó, bromeando: ‘A lo mejor está tomándose una copa". Harrold terminó presentándose ante ellos y, al levantar la cabeza de la reverencia protocolaria, vio que ambos intentaban no reírse.

Su admiración por los Windsor comenzó cuando era niño y vio un documental sobre el baile de los Ghillies, una fiesta anual en Balmoral que la familia real organiza para el personal del castillo al final del verano. Ya como mayordomo real, pudo asistir y cumplir un sueño: “En la noche del baile pensé que no debía acudir porque a lo mejor no era lo que yo imaginaba y no quería arruinar mi sueño. Pero los ahora rey y reina me convencieron. Mi intención era esconderme, pero la reina Camila me vio y me hizo bailar con ella. En cuanto terminamos, me di la vuelta y allí estaba la reina Isabel. Bailamos y se convirtió en uno de mis mejores recuerdos”. Hoy ese momento con la difunta reina —a quien describe como “agradable, amable y dulce”— es su favorito de entre todos sus encuentros con los royals británicos.

Pero en sus siete años como mayordomo acumuló otras anécdotas divertidas, que todavía atesora. Entre otras, cuando corrió por los pasillos con Isabel II. “Tenía que escoltar a la reina a una cena. Fui a buscarla a una sala donde estaba ella con otros miembros de la familia y cuando empezamos a andar por el pasillo, se giró a mirar la habitación y vio que todos estaban hablando. Cuando el príncipe de Gales la vio nos dijo que teníamos que irnos”, cuenta Harrold refiriéndose al protocolo real que dicta que cuando algún miembro se va de una habitación, todos los presentes deben ponerse en pie y esperar a que salga para volver a sentarse o retomar la conversación. “Entonces ella decidió correr hacia el comedor, así que yo tuve que correr con ella, aunque era más un trote para seguirle el ritmo porque no podía adelantarla ni quedarme atrás”. “Cuando llegamos al comedor, la reina me guiñó un ojo”.

Otra de sus anécdotas tiene a los actuales soberanos como protagonistas. “Estábamos preparándonos para un evento y, de repente, Carlos empezó a gritar: ‘Sí, más rápido’; y la reina Camila: ‘Más rápido, Carlos’. Pensamos que no estaba pasando nada bueno y cerramos las ventanas y las puertas. Entonces, uno de los empleados entró corriendo y dijo: ‘Noticias fantásticas, el caballo de la duquesa de Cornualles ha ganado la carrera’. Nos dimos cuenta de que por eso estaban gritando ‘más rápido’, pero nosotros habíamos pensado otra cosa”.

Grant Harrold en una imagen promocional de su libro 'The Royal Butler'.

La vocación de Harrold comenzó cuando vio Lo que queda del día (1993) y quedó “fascinado por la forma de vida de los mayordomos”. Sus primeros pasos en la profesión fueron a los 20 años, cuando logró el puesto de aprendiz de mayordomo en la hacienda Wolverhampton. Cuatro años más tarde se convirtió en jefe. “Lo fui durante un año y entonces me enteré de que el príncipe de Gales buscaba mayordomo y me inscribí en la oferta. Seis meses de entrevistas después, él mismo hizo la última, me ofrecieron el puesto“.

¿Y qué tiene que hacer un mayordomo real? “Todo: recados, servir mesas, atender a los invitados, la compra, cuidar de los animales, encargarte de su ropa... Estás ahí para cuidarlos y facilitarles la vida”, cuenta. “Haces todo lo que alguien haría por su pareja, excepto acostarte con ellos”, bromea. Gracias a su trabajo, Harrold llegó a ser muy cercano a los Windsor, aunque hoy ya no mantiene contacto con ninguno de ellos. “Llegas a conocerlos como si fueran tu propia familia porque pasas mucho tiempo con ellos. Son encantadores, amables y hacen que te sientas parte del equipo. Hablan contigo y te preguntan sobre tus amigos y tu familia. Es un ambiente informal y relajado”, relata para luego, rápidamente, matizar: “Obviamente, estás ahí para trabajar”. Entre otros detalles, recuerda que a los príncipes Guillermo y Enrique les llamaba por su nombre y no como “sus altezas reales”.

Grant Harrold en una imagen promocional de su libro 'The Royal Butler'.

La cercanía entre jefes y empleados se manifestó, al menos para Harrold, en una invitación a la boda de Carlos y Camila, celebrada el 9 de abril de 2005. “Fue surrealista, extraordinario e increíble porque nunca imaginé que me invitarían a una boda real, que hablaría con miembros de la realeza y con famosos”. Ese enlace no es el único que narra en The Royal Butler: My Remarkable Life of Royal Service. En uno de los capítulos, recoge unas palabras de Felipe de Edimburgo al salir de la capilla de San Jorge, donde se celebró la boda de Enrique de Inglaterra y Meghan Markle, en 2018. “Cuando el príncipe Felipe salió, se volvió hacia la reina y le dijo: ‘Gracias a Dios que ya terminó”, se lee en el libro. “El príncipe Felipe estaba simplemente siendo el príncipe Felipe. Era conocido por decir lo que pensaba”, le defiende Harrold durante la conversación.

El 31 de marzo de 2020, el hijo menor de Carlos III y su esposa abandonaron el Reino Unido. Tres años más tarde, el príncipe Enrique publicó sus memorias, En la sombra, con las que abrió aún más la grieta con su padre y su hermano. A Harrold, que es el primero en admitir que no tenía un conocimiento directo de sus vidas privadas, las acusaciones del libro le pillaron por sorpresa. “Desde mi punto de vista, Guillermo y Enrique eran muy cercanos, mejores amigos. El rey con sus hijos tenía una muy buena relación y ellos con Camila también. No estoy diciendo que Enrique no tenga razón porque no sé lo que él piensa y son sus memorias, pero yo fui testigo de una familia muy cercana en una época donde, tristemente, la princesa Diana había estado ausente durante varios años, y el rey se había vuelto a casar”.

Carlos III y la reina Camila (centro), y la familia real británica, el 9 de abril de 2005, a la salida del servicio religioso de su boda, en el castillo de Windsor.

En 2011, Harrold dejó de trabajar como mayordomo para la realeza, pero no ha abandonado este mundo: dirige una escuela de mayordomos en el palacio de Blenheim y enseña etiqueta en cruceros y a través de sus redes sociales —en Instagram cuenta con 507.000 seguidores—. Y, en realidad, tampoco ha abandonado del todo su vida anterior: participa en documentales sobre los royals y tiene un canal de YouTube, Royally Roaming Nomads, donde cuenta su vida como empleado de la casa real junto a Jack Stooks, antiguo jardinero de Highgrove.

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Sobre la firma

Andrea Insa Marco
Redactora de la sección de Gente, Estilo de Vida y El Viajero. Graduada en Literatura general y comparada por la UCM y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. En Teruel, su ciudad natal, pasó por la editorial del Instituto de Estudios Turolenses y de la revista cultural Turia.
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