Sarah Ferguson cuenta sus traumas: del abandono y muerte de su madre a sus dos diagnósticos de cáncer
La duquesa de York, exmujer del príncipe Andrés, ha publicado una carta en ‘The Telegraph’ en la que expone los desafíos a los que ha tenido que hacer frente y hace un alegato para concienciar sobre los problemas de salud mental


Sarah Ferguson (Londres, 65 años) lleva en el foco público desde 1985, año en el que comenzó su romance con el príncipe Andrés de York, tercer hijo de la reina Isabel II, y su favorito. Aunque se conocían desde niños, fue Diana de Gales quien provocó su reencuentro en la carrera de Ascot. Un año después se casarían, tendrían dos hijas y en 1996 anunciarían su divorcio. Pese a que apenas formó parte de la familia real británica 10 años, la también escritora ha seguido muy vinculada a ellos y su relación sigue siendo buena —tanto que desde la muerte de la reina celebra con ellos la Navidad en Sandringham, acude a actos públicos de la agenda real y continúa viviendo con su exmarido—. En este tiempo se ha hablado mucho de ella, pero ahora ha querido contar su historia en primera persona, y lo ha hecho a través de una carta publicada en The Telegraph.
“La salud mental no conoce fronteras”, es el título que ha escogido la duquesa de York para este escrito en el que habla de su infancia, sus traumas y sus dos recientes diagnósticos de cáncer. “Como madre, figura pública y alguien que ha experimentado los profundos desafíos de la salud mental, siempre he creído en el poder de la apertura, la amabilidad y la compasión. Pero hablar abiertamente de las luchas que he enfrentado no siempre ha sido fácil”, comienza el texto publicado en el periódico británico este lunes 16 de junio. Y añade: “Siempre supe que había problemas que debía abordar, derivados de mi infancia y mi paso por el ojo público. Luego me diagnosticaron cáncer dos veces en el mismo año, algo que sería un desafío para cualquiera, tanto para la salud mental como para la física”.
En los últimos años, ha utilizado su altavoz público para abordar los desafíos de la salud mental, centrándose especialmente en la de los más jóvenes. “Hay tasas crecientes de ansiedad, depresión y otros problemas de bienestar. Esta crisis se debe a una combinación de factores sociales, económicos y digitales, agravados por las numerosas dificultades que enfrentan las personas para acceder a un apoyo oportuno y eficaz”, escribe ahora.
En la misiva explica, además, que recientemente visitó el centro psiquiátrico Paracelsus Recovery, en Zúrich: “No me avergüenza revelar que la clínica me ofreció un refugio, reconocida por su tratamiento personalizado y de vanguardia para quienes lidian con problemas de salud mental y adicciones. En particular, para quienes sus problemas a menudo se ocultan tras una fachada pública”. Aunque la duquesa no especifica si aceptó o rechazó quedarse un tiempo en el centro suizo.

Es entonces cuando habla del trastorno de estrés postraumático complejo, que describe como el “resultado de una exposición prolongada a un trauma, provoca una incapacidad para controlar o regular las propias respuestas emocionales, sentimientos de desapego y una sensación de desesperanza”. Y para ello, se centra en su infancia: “Las profundas cicatrices que me dejó mi madre cuando yo tenía 12 años y se fue a vivir a Sudamérica. Eso me generó sentimientos de inutilidad y estoy segura de que contribuyó a una actitud poco saludable hacia la comida que a menudo amenazaba con convertirse en un trastorno alimentario grave”. Su madre se marchó abruptamente para vivir con el jugador de polo argentino Héctor Barrantes. Moriría en 1998, un año después de Diana de Gales, también en un accidente automovilístico.
Ser miembro de una de las familias más observadas del mundo puede llegar a ser una tarea difícil para quien no está acostumbrado a tanta atención. “Ha sido un gran privilegio, pero también un desafío. Los titulares de la prensa sensacionalista de los años ochenta y noventa y las intrusiones en mi vida privada han dejado huella”, reconoce. Durante su primer embarazo, antes de dar a luz a la princesa Beatriz de York, copó los titulares de los medios británicos por su aumento de peso, llegando a calificarle despectivamente como Duchess of Pork y Fat Fergie.

En estos años, Ferguson se ha visto salpicada por las polémicas que ha protagonizado su exmarido: su relación con el pedófilo Jeffrey Epstein y la retirada por parte de Isabel II de todos sus títulos militares y patronatos reales por las acusaciones de abuso sexual de la recientemente fallecida Virginia Giuffre, con quien llegó a un acuerdo extrajudicial. Unas noticias que no han impedido que continúe a su lado. 2023 y 2024 fueron dos de los años más difíciles para ella después de que le fuesen diagnosticados dos cánceres diferentes: de mama y de piel. “No me importa admitir que mi mente se sumió en la oscuridad, concentrándome en mi propia mortalidad, cuando me diagnosticaron primero cáncer de mama y luego cáncer de piel, que mi padre tuvo al morir y que también mató a mi mejor amiga”. Su progenitor padeció la enfermedad desde 1996 hasta 2003, cuando falleció a los 71 años.
Todos estos episodios en su vida le han enseñado que la salud mental “no tiene fronteras” y que puede afectar a todo tipo de personas: “Es imperativo que sigamos derribando las barreras del estigma y el silencio. Como sociedad, necesitamos fomentar un entorno donde buscar ayuda se considera una fortaleza, no una debilidad”. En este tiempo, Sarah Ferguson ha recibido el apoyo de sus dos hijas, Beatriz y Eugenia, focalizándose en su cuidado personal como máxima prioridad.
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