Con frutas, almendras o hierbabuena: buenos gazpachos envasados que se salen de la receta tradicional
Con hierbabuena, jalapeño, almendras o frutas: probamos algunas composiciones insólitas de supermercado (con mejores y peores resultados)

El supermercado, ya lo cantaba Jarvis Cocker, es donde va la gente común a hacer cosas de gente común. Lo que pasa es que a veces te topas con cosas que se salen de lo común: a las recetas ortodoxas del gazpacho, el salmorejo y el ajoblanco les han salido alternativas juguetonas listas para tomar desde la nevera de tu establecimiento favorito. Muchas de las propuestas que acompañan a este artículo se antojarán como auténticas abominaciones, a la altura de la paella con chorizo de Jamie Oliver, a.k.a el arroz con cosas de aquel chef inglés de cuyo nombre no quiero acordarme. Pero la cocina tiene mucho de imaginación y aquí hemos venido a jugar, ¿o no? A fin de cuentas, Gazpacho (y su inseparable Mochilo) se llevaban de perlas con otras frutas y hortalizas y ahí había mambo seguro. Si encima nos los dan ya hecho y está rico, no hay más que añadir.
Fresco y con hierbabuena
La hierbabuena es mucho más que la cosa verde que se echa al mojito; en su justa medida puede convertir una comida simplona en un manjar refrescante. Lo aprendí hace muchos años en Alepo (Siria) al probar un shawarma con hojitas de hierbabuena que aún recuerdo como épico. De ahí mi emoción al estrenar el verano con este gazpacho refrigerado con hierbabuena de Majao que incorpora unas briznas de esa hierba aromática (0,5%, tampoco nos emocionemos). La presentación perfecta es servirlo en bol y añadir una rama de hierbabuena, no tanto por el sabor, como para que el aroma envuelva todo el plato. En el apartado de cosas que podrían cambiarse, la receta lleva aceite de girasol alto oleico y no el aceite de oliva canónico, un detalle que resta sinceridad al sabor del producto final.
A la rica remolacha
Con un 30% de puré de remolacha y un max-mix de aceite de oliva virgen extra y de girasol, García Millán pone color a este salmorejo apto para celíacos, porque no lleva pan (sin gluten, certificado con su sello en el etiquetado delantero). Lo elaboran con productos frescos y huyen de la pasteurización y los conservantes para no alterar ni el color, ni el sabor. En otras palabras: se vende en la zona de refrigerados y hay que guardarlo sí o sí en la nevera para no romper la cadena de frío y que aquello fermente con resultados desastrosos. Semon ofrece la versión premium (11,25 euros en su web), también refrigerada y solo con aceite de oliva y un poquito de cebolla. Por su textura algo más pastosa, el gazpacho de remolacha se presta a presentaciones más formales, en plato y coronadas por unos dados que queso (cabra, feta o azul), un puñado de frutos secos como piñones, anacardos o avellanas o unas cerezas troceadas.
Todo al pepino
El pepino es como el reguetón o el cilantro; o te rechifla, o lo odias con todas tus fuerzas. Si eres un pepino lover, este gazpacho verde Villaolivo (13,99 euros el pack de tres unidades en su web) es tu combinación ideal. Viene a ser como la revancha de los incomprendidos: vale que lleva pimiento, tomate, aceite de oliva virgen extra, vinagre, ajo y sal, pero predomina el pepino. Para rematar la función y añadir un matiz un poco griego, lo aderezan con orégano. En la parte práctica, no requiere refrigeración, así que te lo puedes llevar de excursión y disfrutarlo en tus salidas campestres o playeras a temperatura ambiente. En su línea premium, Semon va más allá con su gazpacho de la huerta (12,50 euros) y mete en el tarro pepino, espinacas, apio, manzana, rabanitos, agua, aceite de oliva, vinagre, sal y albahaca.
Sin pepino, por favor
De todo hay en la viña del Señor, y tanto respeto merecen los que van a muerte con el pepino, como aquellos que no lo toleran, ya porque no les va ese sabor, o porque les repite. En García Millán lo saben y tienen un gazpacho sin pepino. También encontramos en brik el gazpacho suave de Alvalle. La receta no puede ser más simple: tomate, pimiento, aceite de oliva virgen extra y la tríada gazpachil (ajo, sal y vinagre). Listo para agasajar a los paladares amantes de los sabores sin estridencias.
Con fresón, cereza o mango
Ya lo intuíamos de pequeños: el buen rollito de Gazpacho con fresón, que era el alcalde de su comunidad, traería negocios interesantes para todos. Por ejemplo, el gazpacho de fresón de Palos que nos propone Collados Gourmet (52% de fresón). Más dulzón que otros gazpachos y sin vinagre, una alegría para los paladares más delicados. Para que la cosa no quede como una mousse de fresa, añaden tomate, pimiento rojo, cebolla, ajo y aceite de oliva virgen extra. Puestos a mezclar con frutas, también tienen la alternativa con cereza o con mango. Podría parecer una excentricidad de esas que solo se encuentran en tiendas gourmet a precio de sangre de unicornio, pero esta marca cuenta con una distribución bastante generalizada, que va desde los grandes supermercados a las áreas de servicio de las autovías (entre 3,45 y 4,50 euros, según el punto de venta y la variedad).
¿Quién dijo miedo? Con romero y jalapeño
Están los que van a por lana y salen trasquilados, y los que compran gazpacho con romero y sabores mediterráneos y se topan con la esencia de México lindo. Porque lo del jalapeño y un toque de limón para ‘potenciar el sabor’ –palabras textuales del fabricante– no lo vimos venir. De hecho, lo que atrapó mi atención en la balda del súper fue el reclamo pomposo gazpacho gran selección receta mediterránea con romero de Collados Gourmet. Pero hay que leer la letra pequeña de la lista de ingredientes, porque te esperas un sabor montañero, puramente mediterráneo, con su tomate, pimiento, pepino, cebolla y ajo, y te topas con un invento de sabor chispeante: tampoco te esperes un Bloody Mary light, pero sin duda es una mezcla original.
Éramos pocos y llegaron los esferificados
Cuando creías que ya estaba todo inventado, te topas con un gazpacho en bolitas: detrás de esta idea está Pearls Molecular Experience, una empresa especializada en esfericar todo lo esferificable y dar cobertura a cócteles y saraos molones. Aquí la gracia no está en tomarlo a palo seco, sino en añadirlo a aperitivos, como un bocado con jamón, o tostas diversas, y disfrutar de la explosión de sabores en la boca. Otra opción, es, como ellos mismos proponen, añadirlo a un carpaccio de fresas y dejar que los sabores choquen en la boca. Sabe a gazpacho, pero no es un gazpacho en sentido estricto. Cada perla está lejos de funcionar como un primer plato, pero se agradece la osadía de convertir un humilde plato de menú popular en un aderezo snob.
Aguacate con albahaca, ¿quién da más?
Hubo un tiempo en que el aguacate era lo más y los gazpachos de aguacate se reproducían como setas en otoño; ahora la tendencia se ha moderado y la oferta cada vez es más escasa; además, se acompaña de otras frutas y hortalizas, para dar más amplitud de sabor y atemperar el precio. El gazpacho de manzana verde y aguacate de Ametller Origen lleva puré de manzana verde, apio, cebolla, pepino, pimiento verde, y, por supuesto, el consabido aguacate. Todo aliñado con ajo, vinagre y albahaca. Si estás en Cataluña o en Andorra, pásate por sus tiendas o pídelo online (aún no tienen enlace logístico con toda España).
¿Una crema fría con vinagre?
Lo llaman crema fría de pepino y manzana porque llamarlo “gazpacho verde claro que no lleva nada de gazpacho” era una sobrada. Pero si no nos ponemos exquisitos, el toque de vinagre y aceite de oliva le dan la entrada de acceso al panteón de los gazpachos sui generis. Este lo firma Santa Teresa –sí, los de las yemas de Santa Teresa de toda la vida– y lleva pepino (56%), manzana (20%), agua de cocción y un toque de ajo y sal. Puestos a ser heréticos, tienen una versión similar, pero con calabacín, piña, manzana y cebolla, una joya que hará las delicias de los amantes de los inventos tropicales y la pizza hawaiana. Se venden en la sección de refrigerados y lo mismo te apaña un primero original que vale para triunfar con unos shots de aperitivo antes de una cena de picoteo con vistas al Sena, al Tormes o al Manzanares. Los venden en sus propios establecimientos (Santa Teresa Shop) en Ávila y Madrid, en algunos supermercados y en su web.
Con almendra Marcona
A medio camino entre el gazpacho de toda la vida, con su tomate, su pimiento, su cebolla y hasta pan rallado, y un suspiro de ajoblanco de la mano de la almendra Marcona, este gazpacho gourmet de Alvalle mezcla todos esos sabores familiares que te transportan al verano. Se elabora con aceite de oliva virgen extra (punto a su favor), tiene una textura ligeramente más densa que el gazpacho convencional, y no es apto ni para alérgicos a los frutos secos, ni para celíacos. Un clásico del verano que se reinventa y nos saluda desde la zona de refrigerados.
El ajoblanco para untar
Si Hollywood nos ha convencido de que lo normal es tomar tostadas con crema de cacahuete en el desayuno, nosotros podemos contraatacar con la de ajoblanco, que es muy nuestra. La crema de Ajoblanco Doña Amelia reúne todos los ingredientes esenciales de ese plato tan malagueño, pero en versión untable: almendra, aceite, ajo, pan, sal, limón, vinagre y agua. Cuentan desde esta pequeña empresa familiar que la receta es, en esencia, la misma de la familia desde hace cuatro generaciones. Pero como los tiempos cambian, ya andan trasteando en nuevas versiones de ajoblanco para alcanzar a más clientes. ¿Será el momento del gazpacho de pistacho? Visto lo visto, todo es posible.
El Gazpacho de los 'gym bros'
Si las esferas gazpachiles nos parecen una marcianada, esto ya es la repanocha de la imaginación (o la blasfemia). Como si fuera un concentrado de proteína, igualito al de los batidos para deportistas, este invento llamado Gazpach-Oh! se vende en polvo y hay que añadirle leche o una bebida vegetal análoga. La idea nace en una start up bilbaína montada por dos emprendedores dispuestos a aportar su granito de arena en la reducción del desperdicio alimentario. Para ello incorporan tomate, pimiento, ajo y aceite de oliva virgen extra procedentes de descartes de cosechas (esas piezas feas o que no encajan con los calibres que exige la industria alimentaria). La bolsa cuesta 42 euros y da para 10 gazpachos. No nos vamos a engañar: entre que es un reconstituido y lleva leche, está a años luz de saber como lo que nuestro paladar entiende como un gazpacho. Como punto positivo, tampoco requiere refrigeración; solo añadir el líquido, agitar y listo.
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