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La didáctica lonja de Punta Umbría que divulga sobre las artes de pesca y enseña cómo es una subasta

La lonja de Punta Umbría es uno de los espacios más importantes del municipio y un punto clave para entender su actividad económica y su tradición marinera. Está adaptada y abierta a las visitas

Lonja de Punta Umbría

En Punta Umbría, entre mediados del siglo XVIII y finales del siglo XIX, se sucedieron una serie de acontecimientos que marcaron su destino. Primero fue la reactivación de las pesquerías, lo que se tradujo en la aparición de una importante flota pesquera y el establecimiento de almadrabas. Después tuvo lugar la llegada de los británicos desde la ciudad de Huelva en canoa, atravesando las marismas. En el momento en que lo hicieron, el lugar era inhóspito. Lo mejor que había era el aire, algo de lo que estaban muy necesitados los pulmones de los británicos que trabajaban en las minas de Riotinto.

Convirtieron aquella punta de tierra en un balneario estival para los miembros de la Río Tinto Company Limited. Hoy, Punta Umbría es un lugar con una población permanente de unas 15.000 personas, que en verano se multiplica por cuatro. Conecta el entorno natural y marítimo con el urbano. En el paseo de la ría y la playa se puede observar la fauna y flora local y a los marineros limpiando sus redes llenas de algas. Y sentir un viento del oeste que por aquí se conoce como foreño.

En ese mismo litoral, entre las desembocaduras de los ríos Odiel y Guadiana, permanece en pie parte de un legado histórico en forma de torres y castillos que hacían funciones de vigilancia y defensivas frente a los piratas berberiscos del norte de África: la Torre Almenara data del siglo XVI y XVII, y es la construcción más antigua de Punta Umbría, donde hoy se ubica el Parador Nacional de Ayamonte antes hubo un castillo en el que estuvieron los musulmanes hasta el siglo XIII. Entre ambas localidades está Isla Cristina, donde se encuentra la principal lonja de Andalucía y la segunda más importante de España, después de la de Vigo, en cuanto a producto pesquero que pone en el mercado: en una mañana normal, llegan unas 5.000 cajas, y lo mismo por la tarde y por la noche. Cada caja suele pesar unos siete kilos y un barco puede cargar unas 350. Lo mejor para probar el género es ir a los restaurantes Bar Marinero, al lado de la lonja, y Doña Lola, a orillas del río Carreras, y a los restaurantes Casa Luciano y LPA The culinary bar, ambos en Ayamonte.

La de Punta Umbría no es una lonja tan boyante, pero sí tiene un pequeño museo que la hace especial. Es de las pocas que cuenta con una depuradora de moluscos bivalvos (ostras, chirla, almejas, navajas, mejillones y coquinas, la especie más emblemática del marisqueo a pie en Punta Umbría, recogida únicamente en marea baja) más grande de Andalucía y con instalaciones adaptadas para la visita. Visitas que organiza Manuela Pomares, bióloga de formación y miembro del equipo que da vida a la web de Fordedunes, a través de la que hacen divulgación en patrimonio costero.

El recorrido permite conocer la lonja, los procesos de subasta y el funcionamiento de los barcos. Esta actividad turística, al igual que otras vinculadas a la costa, está dentro del marco de lo que se denomina economía azul, como también lo están el transporte marítimo, la acuicultura, la innovación, el desarrollo tecnológico, la biotecnología marina o la construcción naval. Un pilar estratégico de desarrollo sostenible en el litoral de la provincia de Huelva, con el objetivo de combinar crecimiento económico, empleo y conservación del entorno marino.

La lonja de Punta Umbría se encuentra junto a una fábrica de hielo y de espaldas al mar. Se asienta a orillas del Canal del Chate, en las Marismas del Odiel, frente a la isla Saltés. En 2017, el edificio que alberga la lonja se convirtió también en un centro de interpretación gracias a un proyecto educativo y de concienciación para escolares (colegios, institutos y universidades) en el que participaron trabajadores del sector, rederos y vecinos del pueblo.

A las puertas de la lonja, Manuela cuenta que hay que tener presentes dos factores a la hora de hacer la visita: las condiciones meteorológicas y la parada biológica, durante la cual está prohibida la captura de determinadas especies para permitir su reproducción. Asimismo, existe una limitación del tamaño de las capturas, tanto en peces como en mariscos y moluscos, para evitar la extracción de especies inmaduras y que así alcancen su etapa adulta. Las especies más destacadas en Punta Umbría son el boquerón, la sardina, el langostino, el choco (sepia), el pulpo y la gamba blanca, una de las más representativas de este litoral por su sabor y calidad. Todas ellas se pueden degustar en los restaurantes del puerto: El Peñiscón, El bar de Isidro, Bar Juanito Coronel, y El Marinero, también en los chiringuitos que hay a pie de playa, como el Miami.

La lonja dispone de tres salas de subasta, cada una destinada a productos diferentes según el tipo de embarcación, y en otra está la mencionada depuradora de moluscos. En la primera planta se encuentran las oficinas, además de un aula de formación en la que se imparten cursos profesionales relacionados con el sector pesquero. Estos cursos permiten que las mujeres locales aprendan, compartan experiencias y se reconozcan como parte activa del sector. Rompiendo olas es un proyecto que promueve la visibilidad de la mujer en la pesca mediante talleres y manualidades. La inclusión social y la equidad de género son clave en un sector tradicionalmente masculinizado como el pesquero para integrar más a las mujeres en todas las fases de la cadena productiva, desde la transformación en tierra hasta la reparación de redes o el trabajo en conserveras.

En el pequeño y completo museo de la lonja hay objetos del sector pesquero: bombillas, antiguamente huecas, servían como boyas y llenas de agua como plomo para arrastrar redes; cajones y sirenas; instrumentos de navegación y de medición de profundidad, como los escandallos y las brújulas; cuenta nudos, un dispositivo para medir la velocidad de los barcos; cables de fibra óptica para el control de instalaciones actuales; fósiles y restos marinos encontrados en la ría del Rompido. Es un museo que refleja la evolución tecnológica y la riqueza histórica del mar de Punta Umbría. “Para cada arte de pesca hemos elaborado una pequeña iconografía y los rederos han realizado unas miniaturas de las redes como complemento”, explica Manuela.

Las principales artes de pesca de la zona son el cerco, el trasmallo y el arrastre, además de hacer uso de las nasas y los cajirones (un recipiente de barro que imita una cueva), para la pesca del pulpo de una manera más selectiva. Las nasas de aquí son más grandes que las gallegas. En su interior se introduce un cebo de caballa congelada, que atrae a las presas por su fuerte olor. Cada embarcación puede llevar hasta 500 nasas, colocadas en líneas de 100 o 150, según la decisión del patrón.

Los barcos de cerco, conocidos localmente como traíñas, se dedican principalmente a especies pelágicas, las que viven en alta mar y cerca de la superficie, como la sardina, el boquerón y la caballa. Una vez localizan el banco de pescado mediante la sonda, entra en juego el lucero, una embarcación pequeña equipada con unos potentes focos. Su función es concentrar el pescado bajo la luz. A continuación la traíña rodea al banco con la red y realiza el cerco. Cuando el pescado está encerrado, la red se cierra por abajo y el pescado se sube a bordo, donde se cubre inmediatamente con hielo para mantenerlo fresco.

El arte del trasmallo, en cambio, lo realizan barcos pequeños, de uno a tres tripulantes, y cerca de la costa. Consiste en redes de tres paños, dos exteriores iguales y un interior cuyo tamaño depende de la especie objetivo (langostino y choco o sepia). En cuanto al arte del arrastre en Punta Umbría actualmente hay pocos barcos que lo practiquen, en Isla Cristina, 58. La técnica consiste en arrastrar la red por el fondo y capturar todo lo que encuentre a su paso. Si se busca gamba y marisco, a la red se le añaden cadenas para levantar el sedimento y hacer que entren en la red. La pesca de arrastre no está prohibida, pero sí está estrictamente regulada porque es un arte muy poco selectivo. Para evitar que se arrastre a menos de seis millas de la costa, José Luis Daza Cordero, Doctor en Biología y profesor asociado de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, explica que se hace uso de arrecifes artificiales. Funcionan como vigilantes. Son unas estructuras colocadas en el fondo marino que favorecen la producción y concentración de organismos, creando refugios donde pueden desarrollarse sin presión pesquera.

Cuando los barcos llegan a puerto, cada tripulación prepara su producto en cajas, formando palés que van directos a la subasta. En la lonja, la subasta se realiza a la baja, de lunes a viernes, día que los marineros cobran. En la sala, los compradores se colocan delante de las pantallas donde aparece la imagen del producto (no se ve directamente), y se subasta. Los visitantes se sitúan en la primera planta y, a través de unos ventanales, ven lo que ocurre abajo, menos el precio al que se vende el pescado. Coitus interruptus. A veces hay solo una caja de un producto y todos pujan a la vez. Es como Wall Street pero con katiuskas. Comprar bien es un arte. El precio depende de la oferta y la demanda, del tamaño y de la calidad del pescado. Tras la subasta, cada lote se etiqueta y queda listo para la venta.

Manuela se lamenta de que los huéspedes de los resorts de la cadena hotelera Barceló que hay en la zona de playa del paraje natural Los Enebrales no vengan a conocer la lonja. Es como si las pulseras que llevan en las muñecas fueran correas que les atan de pies y manos. Por el momento, el “todo incluido” le gana el primer set a la economía azul.

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