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El riesgo geopolítico tiene en vilo a los consejos directivos

Guerras, conflictos diplomáticos y disputas arancelarias han agitado el avispero mundial e impulsado estrategias de mercado que afectan a las inversiones

Óscar Granados

La Tierra es diminuta. La globalización y la tecnología han reducido su tamaño. Thomas L. Friedman, columnista del The New York Times y ganador de tres premios Pulitzer, lo ha dicho de otra manera: “el mundo es plano”. De hecho, se ha vuelto más llano desde la Guerra Fría, cuando una ola de capitalismo se extendió a todos los rincones. Las barreras se rindieron ante un modelo económico donde el abaratamiento de los costes, la eficiencia, una mayor producción y la mano invisible del mercado llevaban la batuta. Se crearon gigantes empresariales dirigidos por consejeros delegados que tenían el planeta en la palma de la mano. “Contaban con el privilegio de no preocuparse por la política internacional, sino solo por cuestiones como el tamaño de los mercados, el crecimiento demográfico o el poder adquisitivo de cada país”, argumenta Andrea Colli, profesor de Historia Empresarial en la Universidad Bocconi de Milán.

La historia, sin embargo, tomó un giro inesperado. Rusia, que parecía encaminarse hacia la democracia y el libre mercado, se alejó del camino, y China hizo lo propio. El supuesto fin de la historia, como decía el escritor Francis Fukuyama, en el que la democracia liberal se impondría globalmente, resultó ser una ilusión. La influencia global de China ascendió hasta ser una de las grandes preocupaciones geopolíticas (occidentales), a las que se han sumado numerosos frentes en los últimos años: desde la invasión rusa en Ucrania y las tensiones que ha generado entre los miembros de la OTAN, hasta la guerra arancelaria del gobierno de Donald Trump y el conflicto de Israel en Gaza, donde se está perpetrando un genocidio. Todos ellos han agitado el avispero internacional y han tenido efecto en las grandes corporaciones. La Encuesta Europea de Directores Financieros de Primavera 2025 de Deloitte muestra que la geopolítica se encuentra entre los tres principales riesgos para el 90% de sus 1.542 participantes. Dicho nivel de alerta es el más alto registrado desde que la consultora comenzó a realizar este sondeo en 2015, e incluso supera los niveles observados al inicio de la ocupación rusa de suelo ucraniano al inicio de 2022.

Jaque a la globalización

Para los directores financieros europeos la dinámica actual se traduce directamente en posibles interrupciones de los flujos de ingresos, aumentos en los costes operativos y limitaciones en la flexibilidad estratégica, especifican los expertos de Deloitte. “La geopolítica ya no se considera una externalidad distante. Ahora es fundamental para la salud operativa y financiera inmediata del negocio”, agregan. “Hoy vivimos un fenómeno nuevo: la globalización sigue, el mundo está más interconectado que nunca, pero también bajo mayores tensiones geopolíticas que en cualquier momento desde la Segunda Guerra Mundial”, destaca Andrea Colli. “La gran incógnita es si los lazos económicos podrán contener esas tensiones o si, por el contrario, la geopolítica pondrá en jaque a la globalización”, añade. En las últimas tres décadas, las empresas occidentales habían disfrutado de un marco estable, creciendo en mercados emergentes y optimizando sus costes, explica Jordi Canals, profesor de Dirección Estratégica en el IESE y titular de la Cátedra Fundación IESE en Gobierno Corporativo.

Para ejemplo, un botón: Volkswagen. Desde los años noventa, el fabricante alemán de coches era el paradigma de una compañía global, con buen liderazgo en el mercado chino y gran cuota en Norteamérica. “Pero se ha quedado rezagada frente a fabricantes locales de coches eléctricos y conectados, favorecidos durante 15 años con subsidios estatales. Ahora arrastra un problema estructural difícil de revertir”, añade Canals. Actualmente, la inestabilidad geopolítica se considera la mayor amenaza a corto plazo para las empresas de todas las regiones del mundo —excepto en Estados Unidos, donde la principal preocupación es la economía—, de acuerdo con la Encuesta Global de Asuntos Corporativos Oxford-GlobeScan 2025.

De preocupación a coste

Desde 2020, la inestabilidad geopolítica ha liderado consistentemente la agenda de riesgos, afirman los especialistas de Oxford-GlobeScan. En 2025, el 76% de los profesionales de asuntos corporativos —encargados de gestionar la reputación de una empresa y de manejar sus relaciones con los grupos de interés (stakeholders)— afirmó que los riesgos geopolíticos están relacionados con los conflictos en Europa y Oriente Medio, las crecientes tensiones entre Oriente y Occidente, y un renovado populismo, incluyendo el regreso de Donald Trump a la presidencia y los nuevos aranceles. La cifra muestra un aumento significativo desde el 47% de hace cinco años. “Esta ansiedad es particularmente alta en regiones y sectores muy dependientes del comercio y la regulación global”, destacan. El riesgo geopolítico es el coste que tienen que asumir las empresas después de años de globalización. “Cuando un país con peso estratégico cambia sus reglas de juego, el impacto es enorme. Rusia, por ejemplo, ha mostrado disposición a usar su poder militar de forma agresiva en Ucrania y más allá”, dice Canals. “Y lo que lo hace más peligroso es que los tres grandes actores —Estados Unidos, China y Rusia— están impulsando de manera unilateral políticas que alteran el comercio y la inversión internacional”.

Los riesgos geopolíticos están profundamente interconectados, lo que significa que un solo evento puede impactar múltiples áreas de una empresa, según un informe de McKinsey. A los conflictos antes señalados se añaden el robo de datos y los ciberataques, a menudo orquestados por Estados, y que han aumentado drásticamente. Se prevé que el daño anual por estos ataques alcance los 10,5 billones de dólares para 2025, un aumento del 300% desde 2015, según la consultora. Aunque algunas empresas están reequilibrando sus activos tecnológicos, la mayoría no modela el impacto de estos riesgos hasta que ocurren. “Para entonces, suele ser demasiado tarde para mitigar el daño de forma eficaz”, asegura McKinsey. “Las empresas están enormemente desprevenidas”, afirma Colli. El profesor de la Universidad Bocconi explica que muchos líderes de las grandes corporaciones, personas de unos 60 años, se graduaron hace unas cuatro décadas, en el ocaso de la Guerra Fría, cuando la globalización prometía nuevas eficiencias y oportunidades. En aquella época todo parecía estar encaminado hacia una era de estabilidad, un espejismo que ha chocado con lo complejo del entorno actual.

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Sobre la firma

Óscar Granados
Es periodista. Estudió Comunicación y Periodismo en la Facultad de Estudios Superiores Aragón (México) y cursó el Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Colaborador habitual del suplemento Negocios.
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