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Europa unida, la mejor defensa

La segunda edición de Diálogos para la Seguridad ha enfatizado el multilateralismo como eje de una protección común para Europa. Las nuevas amenazas de conflicto, por su complejidad y coste, requieren una mayor y más eficaz colaboración entre las autoridades y una industria preparada para dar respuesta a los desafíos militares

Miguel Ángel García Vega

El cielo estos días en Ucrania es anaranjado, como si lo hubieran prendido con napalm. Es el cuarto invierno de invasión rusa. Un país, Ucrania, que solo ha cometido el pecado de ser libre frente a la antigua potencia del siglo XX. La opción que le queda es la fortaleza. “Hay que ser fuertes entre los fuertes. No hay Ejército más poderoso que las convicciones. La paz y la democracia son las armas definitivas frente a los nuevos bárbaros”, esgrimió Jan Martínez Ahrens, director de EL PAÍS. Esas frases las podría haber escrito el filósofo italiano Antonio Gramsci (1891-1937), quien fue encarcelado por el dictador Benito Mussolini (1883-1945); Gramsci relató ese momento de una forma brillante. “El viejo mundo muere. El nuevo tarda en aparecer y en ese claroscuro surgen los monstruos”. El planeta actual es más violento, conflictivo e impune. Las tensiones internacionales; el repliegue nacionalista (Donald Trump como ejemplo); una lucha por las materias primas estratégicas; grandes big tech comportándose como tecnoplutocracias parasitan el papel de las democracias y la desinformación; es la línea de puntos que lo conecta todo. Y España tiene que mejorar su cultura de defensa, captar talento, impulsar las cadenas de suministro y recuperar un tiempo perdido; la búsqueda de la soberanía, pues el multilateralismo es nuestra principal trinchera.

Este es un resumen trasversal de la segunda edición de Diálogos para la Seguridad, evento organizado por EL PAÍS con el patrocinio de Ámper, EM&E Group, GMW e Indra Group, Think Heads como socio impulsor, la colaboración del Gobierno de Aragón y Navantia, y con el apoyo institucional del Ministerio de Defensa del Gobierno de España, celebrado el pasado lunes en el Hotel Palace de Madrid.

El cielo seguía tiñéndose de color napalm en Ucrania cuando Margarita Robles, Ministra de Defensa del Gobierno de España, subió al escenario. Es menuda pero de voz firme. Sin titubeos. “Vamos a seguir apoyando al país el tiempo que sea necesario, porque es defender nuestros propios valores democráticos”, argumentó. “Y esto exige hablar de seguridad y defensa. Hay que hacerlo sin complejos y trasladar a la sociedad que invertir en los dos [ámbitos] es destinar fondos a los valores constitucionales”, razonó.

Modernización

Este año, la inversión llegará al 2% del PIB. Se destinará la cantidad récord de 33.000 millones de euros. A los que hay añadir 10.470 millones del Plan Industrial y Tecnológico de Seguridad y Defensa aprobado en abril pasado por el Gobierno. Gracias al efecto malthusiano se han visado con dicha cantidad 31 Programas Especiales de Modernización (PEM) que ya están en marcha y tienen luz verde del Ministerio de Industria. España participa además en diversos proyectos europeos (EDF, EDIS, EDIP y DIANA). Estas son cifras, luego habrá más. Pero la titular de Defensa, que hace un repaso a este momento dorado que vive la industria, recuerda a un escenario lleno que “España es un país serio y cumple sus compromisos”. Todos en la sala saben que se refiere a esa imposición de aportar el 5% —el 1,5% irá para infraestructuras clave— del PIB a la OTAN en 2035. El arbitrario porcentaje impuesto por Trump. Aunque la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ya lo ha anunciado: “El dividendo de la paz se terminó”. EE UU ha desaparecido como refugio en la tormenta.

Jean-Pierre Lacroix, secretario general adjunto del Departamento de Operaciones de Paz en la ONU, explica que en un ambiente de “crisis encadenadas, las decisiones son complejas”. Y añade: “Es muy importante el fortalecimiento de la defensa porque ningún país puede enfrentar solo los riesgos que desafían al planeta”. De nuevo recurre al multilateralismo. Aunque algunos Estados miembros piden un sistema que recoja la nueva realidad, y cambios en el Consejo de Seguridad de la institución de acuerdo a este reequilibrio de poderes. Pese a que haya socios de la ONU que no paguen las cuotas, porque dudan de su utilidad: algo que ya sufrió la organización en los años 90.

Pero suspendamos un momento el relato. André Denk, director ejecutivo de la Agencia Europea de Defensa (EDA), cargo que también ocupó Josep Borrell, acaba de regresar del frente ucraniano. “El país ya no tiene una urgencia metálica, de tanques, sino de tecnología. El mapa europeo ha cambiado con la guerra”, desgranó. Y plantea una estrategia: “La única forma de asegurar la paz es ser lo suficientemente fuertes con el fin de disuadir”. Y para eso hay que ser —como comentaba al inicio del encuentro el director de EL PAÍS— más fuertes que “los bárbaros”.

Esto, seamos claros, cuesta dinero. Este año Europa alcanzará un gasto militar de 381.000 millones de euros. Es la primera vez que supera los 100.000 millones desde que en 2004 se estableció la serie histórica. Por debajo de Estados Unidos (825.000 millones de euros), aunque se sobrepasan los 211.000 millones de China y casi se triplican los 129.000 de Rusia. “España es muy buena en tecnología de vanguardia y talento”, reconoció Denk.

Sin embargo, su amigo Josep Borrell quizá esté pensando que hay algo de trampas en este solitario. El panel en el que participó mostraba tres palabras: El desorden mundial. Borrell, presidente del think tank CIDOB, ex alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, y ex vicepresidente de la Comisión Europea, realizó una pequeña presentación digital. Sus ideas saltan con la rapidez de casquillos de bala en un tambor. En 2005, el año más bajo, España destinó 180.000 euros después de la guerra de Crimea. “La verdad es que en los tres últimos ejercicios no hemos mejorado mucho nuestras necesidades de Defensa. Si estuviésemos solos nos costaría un billón de euros”, estimó. Una opción, según Reino Unido, Francia y Alemania, y que se filtró a la prensa en marzo, podría ser el desacoplamiento financiero de EE UU en una década o cinco años, para construir una OTAN europea y canadiense. Reino Unido y Francia tienen capacidad nuclear. Eso es disparar “disuasión”.

Aunque conviene también sentir la piel ajena. China ha interiorizado que su decadencia industrial y tecnológica fue causada en los siglos XIX y XX por el sometimiento a Occidente. Y ahora pretende liderar dichos ámbitos. Volver al lugar que le pertenece. “¿Entonces, cómo debemos relacionarnos con el gigante [asiático]?, inquirió el periodista. “China es mucha China”, admitió Borrell. “Hay que hacerlo a nuestra manera. No tenemos que seguir lo que diga Washington. No estamos en guerra”, reivindicó. Pese a todo el histrionismo de las tarifas, Trump ha conseguido los 500 kilos de tierras raras que necesita para cada F-35, su caza más moderno. El mundo centrado en el Atlántico se sustituye por el que rota alrededor del Pacífico y el sudeste asiático. “Europa se ha acostumbrado a la paz. Hace poco leía una encuesta que revelaba que solo uno de cada tres jóvenes europeos estaba dispuesto a coger un arma para defender su país. ¿El resto qué va a hacer? ¿Huir? ¿Desertar? Es un problema cultural enorme. Los chicos deben entender que son independientes o vasallos felices”, observó el ex alto representante. “Ahora van a aparecer los revisionistas y nosotros seremos los nuevos conservadores; eso es lo que rechazo”. China no pretende exportar un modelo ideológico; el gigante quiere crear un gran espacio de infraestructuras euroasiático que se extienda a África y América Latina. Poder económico y tecnológico frente a Estados Unidos.

Estos tiempos son más de una tela de araña que de un enjambre. El Ministro de Asuntos Exteriores, la UE y Cooperación del Gobierno de España, José Manuel Albares, repasó otras brechas por donde no se filtra la luz, como la inequidad. Al contrario. “Se superponen a los retos climático, las amenazas externas, la desinformación o la carrera por los materiales críticos”, enumeró Albares. Porque España no quiere pagar ese 5% en dinero (unos 70.000 millones de euros al año, cifra que desguazaría el Estado de bienestar), sino en implicación. En el flanco este hay 3.000 militares presentes en Eslovaquia, Rumania, Letonia, Lituania y Turquía que todos los días se juegan la vida. “Aunque no hay nada que amenace tanto nuestra seguridad como la guerra en Ucrania. Una amenaza que va más allá de ganar o perder territorio; lo que se está decidiendo en aquel frente, que parece lejano, es algo tan próximo como los valores y principios de nuestra propia democracia y del orden internacional”, relató el ministro. Este año y el pasado desembolsaron 1.000 millones de euros en apoyo militar.

Todo por ganar

“La defensa no es belicismo”, sostuvo la Ministra del ramo Margarita Robles. Cada día más de 3.000 españoles y españolas arriesgan sus vidas”. Este sacrificio revela que nada está perdido y todo por ganar. Y dirigiéndose a “Pepe” Borrell, recordó “la frustración” que le causó que la UE dejara campo libre a los rusos en Mali “porque los ciudadanos creían que les iban a solucionar los problemas”. “¿Qué importante es, verdad Pepe, África? La directora del CNI no lo puede decir, pero yo sí; en estos momentos tenemos expertos haciendo un gran trabajo en el continente”, reveló Robles. El flanco sur resulta vital. La presencia del Daesh ha ido aumentando. Un espacio donde se “da el terrorismo, el tráfico de drogas o la migración ilegal”, enumeró. No tan lejos, en el Líbano, la presencia durante una década de los militares españoles ha dejado huella. “Y ahora la población les tiene un gran aprecio”, recordó Robles. O la operación Atalanta —mirando de nuevo a Borell— contra la piratería para evitar que barcos trafiquen con alimentos destinados a lo población civil. “Hemos sido la referencia para muchos servicios de inteligencia extranjera en el continente [africano]. Me he reunido con ministros de Senegal, Camerún, Mauritania y Angola”, desgranó. “Entiendo que el flanco este ocupe la atención. La semana pasada estuve en Lituania (que han pedido ocho Eurofighters españoles y un A 400 para repostar en vuelo) y se percibía el miedo. Pero España va a estar ahí, con sus socios y aliados, prestando ayuda, colaboración, entrenando, por ejemplo, a las fuerzas ucranianas. Ayudando. Siempre existe quien encuentra palabras críticas. Pero quiero decirlo claro: España es un socio fiable, duradero y comprometido”, zanjó la ministra.

Las venas abiertas de los Veintisiete

Óscar Granados

Eduardo Galeano decía en su mítico libro Las venas abiertas de América Latina que “la división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder”. Actualmente, bajo un escenario lleno de guerras por territorios, conflictos comerciales, desinformación, extremismos y cambios disruptivos en la forma de hacer diplomacia, el viejo continente está con un pie en la parte de aquellos que se han sometido a las reglas de otros, apartado de las grandes negociaciones internacionales que dan forma a un nuevo mundo. Y para muestra, varios botones.

Los 27 han tenido poco margen de maniobra en el acuerdo comercial firmado recién con Estados Unidos. A ello se suma que, al inicio de las negociaciones de paz en Ucrania, la UE había sido excluida de las mesas de negociación, en las que solo estaban Washington y Moscú. Pero además se añade la poca fuerza que tiene la región en temas clave como el suministro de materias primas esenciales para la transición energética, donde China es la protagonista. “Washington y Pekín ya nos ven como un protectorado de Estados Unidos”, explicó Fidel Sendagorta, diplomático y autor de Estrategias de poder. China, Estados Unidos y Europa en la era de la gran rivalidad (Deusto, 2020).

El experto aseveró: “Este verano vivimos un momento muy oscuro para la UE, un verano de decepción. Nuestro gran objetivo era la autonomía estratégica, pero lo que terminamos haciendo fue una sumisión táctica. Tanto en la cumbre de la OTAN, con el aumento del gasto en defensa, como en el acuerdo comercial, las decisiones se tomaron por imposición, no por consenso entre aliados”. Sin embargo, si esa sumisión táctica se convierte en estructural y la zona acepta un papel permanente de vasallaje, entonces tendrá un problema, resaltó. Lo positivo de esta situación, agregó el experto, es que los 27 al menos se han visto obligados a gastar más en defensa.

Para Carme Colomina, investigadora sénior especializada en Unión Europea, desinformación y política global de CIDOB, la política internacional actual se rige cada vez más por la transaccionalidad, basada en intereses privados y coyunturales. “La UE se ve arrastrada por esa dinámica, como el resto del mundo, que está viviendo una reconfiguración de alianzas, especialmente en el Sur Global, donde muchos países buscan diversificar sus relaciones y depender menos de Estados Unidos”, resumió.

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Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.
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