Estudiar en Europa para huir del trumpismo
Las políticas restrictivas en migración y el acoso a las universidades de EE UU no alineadas con el pensamiento del Gobierno de Donald Trump inclinan a muchos estudiantes a sopesar otros destinos internacionales para continuar sus carreras. La UE, y sobre todo España, lideran esa alternativa con centros de reconocido prestigio


Cuando Flavia Ladino, bonaerense de 35 años, se planteó cursar un MBA, Estados Unidos se reveló como una de sus primeras opciones por el atractivo de sus universidades, particularmente Harvard (Massachusetts)y Northwestern (Illinois). Las descartó igual de rápido que las había sopesado debido al elevado costo de la vida y de la matrícula, así como a la sensación de inseguridad que le generaba el destino. “La cultura y los actos de racismo y xenofobia que se han manifestado en los últimos años, y que lamentablemente se han intensificado desde la primera elección del presidente Trump, sumados a la frecuencia de tiroteos en instituciones educativas secundarias y universitarias, no me ofrecían la seguridad necesaria para pasar al menos dos años allí”, escribe por correo electrónico. Las restricciones de entrada impuestas en el segundo mandato de Trump parecen confirmar sus temores.
“Las decisiones en política migratoria de Estados Unidos empiezan a tener consecuencias desde el punto de vista de la reputación”, observa Mar Hurtado de Mendoza, vicepresidenta de IE University. Su institución mantiene conversaciones con sus homólogas de China e India, que se están planteando evitar el país americano. “No porque hayan tenido problemas de visado sino porque no les apetece ir; no se sienten bienvenidos”, concreta. En paralelo miran a Europa con cada vez mejores ojos. “Se abre una ventana de oportunidad para Europa, sus ciudades seguras y accesibles, y sus programas en inglés”, incide Isabel Janeiro, directora de Marketing, Desarrollo Internacional y Admisiones de Advantere, nueva escuela internacional de negocios impulsada por la Universidad Pontificia Comillas, la Universidad de Deusto y Georgetown University, con sede en Madrid.
Janeiro anima a pescar en estas aguas revueltas. “El proceso de atracción de talento de LATAM [Latinoamérica], norte de África, Asia o Europa del Este viene desde hace años; ahora España puede convertirse en una alternativa sólida a Estados Unidos, por precios y desarrollo profesional posterior”, subraya. “Hay quien utiliza España como trampolín para Europa, pero creo que nuestro país resulta cada vez más atractivo”, añade Antonio Alonso, presidente de la Asociación Española de Escuelas de Negocios (AEEN).
Las grandes escuelas de negocios españolas, muy bien situadas en los rankings internacionales, con todos sus programas en inglés y una enorme diversidad en sus aulas —el alumnado patrio no supera, de promedio, el 20%—, están tirando la caña. “Esto ya lo vivimos con el primer Gobierno de Trump, y con el Brexit del Reino Unido; allí vimos una subida importante de asiáticos que hasta ese momento se habían centrado en el mundo anglosajón. En 2014 apenas teníamos alumnado chino; ahora su presencia es enorme”, compara Ángel Saz, director de EsadeGeo.
Un buen momento
Óscar Berdugo, presidente de la asociación EduEspaña, se remonta incluso más atrás, a 2001, cuando George W. Bush restringió drásticamente la entrada de extranjeros a EE UU tras los atentados de las Torres Gemelas. “Aquello apeó a Estados Unidos de su posición de líder en la captación de talento; dejó de tener el monopolio del negocio de la educación superior”, reitera. “No lo ha vuelto a recuperar”, apostilla. En aquel momento, Francia y Reino Unido se aprovecharon; ahora podría ser el turno de España, aventura. “La oferta educativa, la relación calidad-precio y la seguridad son buenas”, enumera como ventajas competitivas. “Quizás el modo de vida relajado sea lo que atraiga a los erasmus, pero quien busca un máster y desembolsa 50.000 o 60.000 euros para ello viene a estudiar; se lo querrá pasar bien, por supuesto, pero no es su objetivo prioritario”, distingue Berdugo.

El informe El impacto económico de los estudiantes internacionales en España 2024, de EduEspaña, constata la oportunidad económica que representa un colectivo que se dejó aquí más de 6.000 millones de euros durante el curso 2022-2023. Su presencia en másteres se ha triplicado en 10 años —según Datos y cifras del sistema universitario español 2024-2025—, desde los 22.600 alumnos en 2013-2014 hasta los 78.433 en 2023-2024. Un 10,9% provienen de la UE; el 71,3%, de América Latina y Caribe. “El grueso de nuestros matriculados ya venía de LATAM antes de las políticas migratorias de Trump”, certifica Alonso. “Siempre han estado en nuestro radar; para ellos, España es un destino natural, igual que Estados Unidos”, establece Paula Amorim, responsable de admisiones en los programas MBA y MiM del Iese
“En los últimos años hemos observado una notable presencia de latinoamericanos, especialmente de Centroamérica”, tercia Felipe Llano, director general de ESIC Business & Marketing School. Los describe como alumnos por lo general dinámicos y proactivos, que buscan proyección y oportunidades para crecer en su carrera profesional; algunos están recién graduados, otros cuentan ya con experiencia laboral. Esade tuvo a muchos de ellos en sus aulas a principios de los 2000, pero aquella fuente se fue secando. “Se iban a Estados Unidos”, apunta Saz, que cree que habrá un resurgimiento. Aunque es pronto aún para verlo reflejado en los números, constata Pollyanna Nethersole, directora de Admisiones Internacionales en Esade. Al fin y al cabo, Trump ganó las elecciones en noviembre, con el año académico empezado y las decisiones ya tomadas.
Amorim habla de una especie de inercia en los comportamientos. “La gente no estaba tan segura de que el presidente fuera a hacer lo que dijo que iba a hacer”. Pero comienzan a pasar cosas; se conocen problemas para entrar, casos de estudiantes o de profesores que han visto rechazado su visado (o el de sus parejas). “Puede que el próximo curso ya sí se planifique con todo esto en la cabeza”, prevé. Janeiro opina que una planificación a largo plazo necesita valorar no solo los obstáculos para entrar al país, sino qué puede pasar una vez dentro. ¿Podré quedarme a trabajar? es la pregunta del millón. Existen dudas sobre qué ocurrirá con los Optional Practical Training —que permiten a los graduados extranjeros trabajar durante un año con visado de estudiante—, o con las visas para trabajadores cualificados.
“Los estudiantes se lo van a pensar si se reducen las posibilidades de entrar, y de permanecer en el caso de que entren, teniendo en cuenta la inversión tan importante que han hecho”, incide Janeiro. Por no hablar del riesgo de las deportaciones y de las trabas a la libertad de expresión, cuando el pensamiento crítico es una de las competencias fundamentales de la educación superior, hace notar. “Se oye mucho ruido, estamos en un momento incierto”, reconoce Saz, que no excluye la probabilidad —es verdad que baja— de que EE UU suspenda los visados a los europeos. Le preocupa especialmente la amenaza de fragmentación. “Si se fragmenta en exceso el mundo, y el mercado europeo no es suficientemente fuerte y atractivo, nuestro potencial disminuye; una educación global ya no es tan útil”, plantea el experto.
“Se está produciendo una fuerte batalla entre dos de las múltiples corrientes del trumpismo: la nacionalista de Steve Bannon, que defiende el cerrojazo absoluto, y los tecnoempresarios que buscan atraer talento”, observa Saz. También ejercen presión interna las universidades, que viven en gran medida de las matrículas de foráneos. “Está en riesgo su propio sistema de educación superior”, alerta Hurtado de Mendoza. Un mes después de esta entrevista, Saz viajará a Georgetown; por el momento no está teniendo dificultades en la tramitación de su visado.
Internacionalización, en riesgo
Las escuelas de negocios estadounidenses están abriendo campus internacionales en Dubái o Qatar. “El movimiento se explica desde una perspectiva de diversificación y reducción de riesgos”, señala Saz. Las europeas con convenios con escuelas estadounidenses barajan alternativas para el caso de que sus estudiantes o docentes no pudieran entrar al país americano. “Los programas cortos probablemente no se vean afectados, pero sí veo un problema en los multicampus en los que una parte transcurra en Estados Unidos”, vaticina Janeiro. IE New York College, de IE, propone una oferta educativa integrada entre Madrid y Nueva York; si se diera el peor de los escenarios, Hurtado de Mendoza tiene clara la solución: llevarse todos los programas a Madrid.

“Las escuelas europeas hemos de continuar adaptándonos y ofreciendo programas de alta calidad para mantener y aumentar el interés del talento del resto del mundo”, pide Llano, que invita a las administraciones del Viejo Continente a ser “cómplices” de este esfuerzo tractor y a favorecer, mediante regulaciones, la llegada de flujo internacional. Las restricciones a la movilidad es uno de los argumentos esgrimidos por los alumnos extranjeros para no quedarse en el país de acogida, según un análisis de las motivaciones de estos jóvenes —los investigadores entrevistaron a 63 egresados, de entre 24 y 31 años, de un máster de empresariales en 2020-2021— publicado en 2024 en el Journal of International Migration and Integration.
Garantías de movilidad
“Entre el 15% y el 30% de los estudiantes internacionales se quedan en el país de acogida tras acabar sus estudios, lo que significa que el mercado laboral español podría recibir a más de 25.000 especialistas altamente cualificados”, razona, citando datos de la OCDE, Rita Rueff-Lopes, coautora del estudio y profesora de Esade. De entre los encuestados en su investigación, solo el 16% de los que habían decidido desarrollar una carrera internacional optaron por seguir en España. El burocrático no es el único impedimento para retener talento de fuera; el sueldo y las oportunidades profesionales (o la falta de ellas) son determinantes. “Es necesario que los salarios en España se pongan al nivel de los de otros países europeos”, advierte Alonso.
De entrada, las oportunidades fuera de España son mejores, asegura Amorim. Más empresas, más oportunidades. “Los sueldos en España son más bajos; la calidad de vida, más alta. A veces, los números absolutos pesan más que lo que luego te queda en la cuenta a final de mes”, asegura. Dice que es algo que pasa mucho con los estadounidenses: “Vienen a Europa, miran los sueldos y se vuelven”, sin tener en cuenta otros factores como la calidad de vida o la sanidad pública. Aquí entran en juego las prioridades personales, viene a decir Alonso: si buscas un estilo de vida más amigable, España es tu sitio; si lo apuestas todo en un altísimo desarrollo profesional, hay otros países más interesantes.
“Si bien al iniciar el MBA contemplé la posibilidad de quedarme en España, dado que su cultura y clima me resultan muy agradables, la dificultad para encontrar un empleo con una remuneración acorde a mis más de 10 años de experiencia internacional y mi formación académica, que a su vez me permitiera hacer frente a mis obligaciones financieras y planificar mi futuro, me llevó a tomar la decisión de volver a Alemania, al menos durante los próximos años”, revela Ladino, que se graduó en Esade hace unas semanas. Actualmente, postula a puestos en áreas de recursos humanos y diversidad e inclusión en Berlín, donde ha residido los últimos años. “Mi trabajo ideal se encuentra en la intersección entre el deporte y el impacto social, por lo que, nuevamente, España sería un destino sumamente atractivo”; la puerta queda abierta.
Más agilidad burocrática
En España, el nuevo reglamento de extranjería que entrará en vigor en mayo de 2025 introduce cambios significativos en el visado de estudiante, precisamente para atraer y retener talento internacional. Por ejemplo, la autorización de residencia para cursar estudios superiores ya no necesita ser renovada anualmente, sino por el periodo de tiempo que dure la formación, que podrá realizarse de manera presencial o híbrida (con al menos el 50% del programa en modo presencial). El visado incluirá, de manera automática y para todos los casos, la autorización para trabajar. Podrá solicitarse tanto desde el consulado en el país de origen como en territorio español; el aspirante, eso sí, debe encontrarse de forma regular en España. Los familiares de personas que soliciten un visado para estudios superiores podrán tramitar su propia autorización de estancia desde España; los hijos la adquirirán automáticamente. Por último, el tiempo de resolución de la solicitud de visado se reduce de 30 a 15 días, para agilizar el proceso. Antonio Alonso, presidente de AEEN, califica los cambios de positivos.
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