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Loas a un patrimonio hidráulico decadente

El mantenimiento de presas y embalses ayuda a gestionar el agua, a prevenir desastres naturales y a soportar las centrales hidroeléctricas

Elena Sevillano

De los más de 600.000 kilómetros de cauces que forman la red hidrográfica española, unos 80.000 kilómetros corresponden a ríos. Un total de 2.453 presas —1.093 de ellas grandes— crean barreras frente a estas masas de agua corriente, formando embalses, cuya capacidad de almacenamiento máximo supera actualmente los 61.000 hectómetros cúbicos, según información suministrada por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco). El Instituto de la Ingeniería de España, la Asociación Nacional de de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos y de la Ingeniería Civil (Asociación Caminos) y APPA Renovables (asociación de empresas de energías renovables) reclaman la conservación de este patrimonio hidráulico, y alertan sobre su falta de mantenimiento y de seguridad.

Según sus datos, más del 75% de las presas estatales no han implantado planes de emergencia y ”la mayoría presenta deficiencias graves de seguridad“. El presidente de la Asociación Caminos, José Trigueros, es claro: “Presas y embalses son vitales para una gestión eficiente del agua; desempeñan un papel clave en la laminación de avenidas, ante lluvias torrenciales, y en la prevención de desastres, como por desgracia hemos visto con la dana en Valencia”. Soportan, además, la hidroeléctrica, tercera fuente renovable del mix energético y quinta en generación —con un 13,3% del total— en 2024, según Red Eléctrica de España (REE). “Aporta estabilidad, inercia y flexibilidad al sistema”, establece José María González Moya, director general de APPA Renovables.

De acuerdo con REE, actualmente hay 17.078 megavatios (MW) de potencia hidráulica instalada en España, contando hidroeléctrica más centrales de bombeo o reversibles, capaces de almacenar energía al bombear agua desde un embalse inferior a uno superior durante horas de baja demanda eléctrica; cuando la demanda sube, el agua se suelta, volviendo abajo tras pasar por turbinas y generar electricidad. El PNIEC (Plan Nacional Integrado de Energía y Clima), que considera las centrales reversibles como instalaciones de almacenamiento, marca un objetivo global de 22,5 gigavatios (GW) de capacidad de almacenamiento para 2030, pero no especifica las tecnologías que habrán de utilizarse. González Moya lo tiene claro: “La mejor batería es el agua”.

Para 2035, más de noventa centrales hidroeléctricas en presas y embalses han terminado o van a terminar su periodo de concesión de 75 años, según un listado no exhaustivo elaborado por APPA Renovables. La mayoría son pequeñas estructuras, cuyo futuro queda en el aire. La Ley dice que la confederación hidrográfica competente ha de notificar el fin de la concesión dos años antes de que ésta expire. A partir de aquí pueden pasar varias cosas, según apunta González Moya: que la instalación continúe funcionando con un permiso de extensión; que revierta al Estado, para explotarla directamente o sacarla a concurso para que la explote un tercero; que su explotación salga a concurso público; o que se obligue a la concesionaria a derribarla, por falta de viabilidad económica o por los problemas ambientales que genera. Hay una quinta posibilidad: que el procedimiento administrativo se embrolle de tal manera que la central quede en desuso, abandonada y sufriendo un lento deterioro, sin ser aprovechada ni tampoco tirada abajo, según denuncia APPA Renovables.

Polémicas no faltan

Dentro de esta casuística variada encontramos ejemplos como Villalcampo, en Zamora, cuya concesión se extinguió en 2024 —con sus 206 MW es, por el momento, la más grande en esta situación— pero sigue operativa. Can Trinxet, en Barcelona, en manos de la empresa pública L’Energètica desde julio de 2024. O La Riera (en Somiedo, Asturias), cuya explotación salió a concurso en 2023, se anuló por defecto de forma y volvió a salir en 2025.

En 2018, el informe Grandes fracasos hidráulicos, de Ecologistas en Acción, analizó 14 ejemplos de presas que no alcanzaron los objetivos para los que fueron construidas, y exigía su eliminación para recuperar el ecosistema fluvial. En España se han demolido en los últimos años cuatro pequeñas presas obsoletas en el Marco de la Estrategia Nacional de Restauración de Ríos, informa el Miteco: Retuerta (Ávila) en 2013; Robledo de Chavela (Madrid) en 2014; Inturia (Gipuzkoa) en 2018, y La Alberca (Madrid) en 2021.

Los Toranes (provincia de Teruel), cuya concesión finalizó en 2018, y La Retorna (La Rioja), cerrada desde 2022, son dos infraestructuras condenadas al derribo por orden judicial. En estos dos escenarios se ve muy claro el choque entre quienes luchan por conservarlas —entre otros, vecinos que las consideran parte de su patrimonio y riegan sus campos con el agua embalsada— y las asociaciones ambientalistas y ecologistas que buscan quitarlas en aras de la restauración y la recuperación de los ríos. En ambos casos, y más allá de su funcionalidad, entra en juego el elemento cultural y patrimonial. “La Retorna es de Carlos Fernández Casado, que para los ingenieros es como Gaudí para los arquitectos”, clama Trigueros. En marzo de 2025, el pleno del Parlamento de La Rioja acordó pedir para esta presa la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC).

“Se han derribado barreras y azudes que no se habían hecho bien, pero en ningún caso debemos perder nuestros patrimonio hidráulico”, reclama González Moya, que es partidario incluso de explotarlo aún más, con nuevas mini-centrales y centrales hidroeléctricas —en algunos casos, cree posible la instalación de centrales de bombeo —. “Es la renovable por antonomasia, la que llevó la electricidad a los pueblos; es infraestructura ya construida, que cumple los requerimientos ambientales y mantiene sus caudales ecológicos”, aboga. “Si se conserva, se mantiene operativa y se cuida, nos va a ayudar de cara al futuro”, asegura.

El Gobierno apuesta por el bombeo

El Miteco lanzó en julio de 2025 una licitación para aprovechar la hidroeléctrica de titularidad estatal y convertirla en bombeo, en el marco de un programa nacional de almacenamiento hidráulico de energía. En paralelo, y dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), ha concedido 100 millones de euros —con cargo a los fondos Next Generation— a cuatro "proyectos innovadores de almacenamiento mediante centrales hidroeléctricas de bombeo reversible". El primero se encuentra en Alcántara (provincia de Cáceres), y aprovecha las infraestructuras de dos embalses ya existentes. Los otros tres corresponden a nuevas centrales reversibles que aprovechan la diferencia de altura entre dos balsas o depósitos donde se integrará el sistema de bombeo. Se ubican en Torre del Bierzo (León), Velilla del Río Carrión (Palencia) y La Fatarella (Tarragona). En total sumarán más de 2.200 MW de nuevos bombeos, y tendrán que estar en marcha para el 31 de diciembre de 2030.

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Sobre la firma

Elena Sevillano
Colaboradora de EL PAÍS desde 2003, ha escrito para El País Semanal, Tentaciones y los suplementos en papel 'Tierra' y 'Salud & Bienestar', hasta su cierre en 2012. Actualmente colabora, sobre todo, en la sección de Suplementos y en El Viajero. Es licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad de Sevilla y máster UAM-EL PAÍS.
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