Pedagogía para la era digital
Los retos de la carrera de Educación pasan por reforzar tanto el aprendizaje práctico como el desarrollo de competencias clave en un contexto tecnológico


Respecto al enigma de si el buen docente nace o se hace se han dedicado a reflexionar filósofos, educadores y pensadores a lo largo de la historia, pues en esta cuestión se condensan las dudas universales sobre la vocación y la capacidad de aprendizaje. La respuesta parece unánime: la pasión es importante, pero se requiere una formación rigurosa y actualizada para poder desenvolverse en el aula.
La formación en Educación —incluyendo Pedagogía y Magisterio— está en proceso de transformación para responder a los actuales desafíos educativos, que no son pocos ni pequeños. De hecho, España es el país de la OCDE donde el profesorado de secundaria se siente menos preparado para atender clases en las que hay distintos niveles de aprendizaje, y solo un 24 % del profesorado afirmaba en 2023 mantener la ilusión por su labor, frente al 60 % que lo manifestaba en 2007. Así lo resaltaba un informe elaborado por el Centro de Políticas Económicas de Esade. Esta pérdida de motivación y el aumento de la complejidad del alumnado exigen profesionales con recursos, pero también formados para desenvolverse en un escenario enmarañado. ¿Están preparados los estudios de Educación para capacitar a los futuros docentes y pedagogos como agentes activos del cambio?
Desde la reforma de Bolonia (2008-2009), titulaciones como Magisterio, Pedagogía y Educación Social se imparten en España como grados universitarios de cuatro años. Actualmente, según Jon Igelmo Zaldívar, profesor de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), una de las grandes acciones que están en marcha es la homogenización de los planes de estudio de estas carreras, algo complejo ante la diversidad de realidades educativas. Además, los retos tecnológicos —como la inteligencia artificial (IA) y el aprendizaje personalizado con herramientas digitales— también plantean un nuevo contexto por explorar. Aunque existe conciencia en las facultades sobre estos cambios, los planes y metodologías apenas se han adaptado a este escenario tecnológico. Alfonso García de la Vega, director del Instituto Universitario de Ciencias de la Educación (IUCE), señala que “existe una formación básica en competencias digitales, pero es insuficiente para responder a las demandas educativas en todos sus ámbitos”. Por ello, sugiere revisar la formación del profesorado en activo dentro de los programas de digitalización.
Acceso a la información
Esto es importante porque las herramientas tecnológicas ocupan un lugar central en la forma de acceder a la información. Así lo señala Patricia Quiroga, profesora de la Facultad de Educación de la UCM y codirectora del grupo Cultura cívica y políticas educativas, para quien la búsqueda de información y el contraste de las fuentes son habilidades básicas que han de desarrollar los estudiantes universitarios. “Desde la Facultad se busca que este uso de las herramientas tecnológicas y de la IA sea ético, y que tenga un fin muy claro”, declara Quiroga. No se trata de usar la tecnología por usarla, sino que responda a unas necesidades muy concretas y que tenga un impacto positivo y duradero. Este es el enfoque también de María del Pilar Cáceres, profesora de la Universidad de Granada con una destacada trayectoria investigadora en liderazgo educativo y metodologías docentes. Pero para afrontar los desafíos de una sociedad 5.0 no basta, según Cáceres, con una competencia digital que integre la IA: también es fundamental desarrollar la competencia emocional y la gestión del aula. “En una sociedad marcada por el estrés, la desconexión emocional y el aumento de problemas como la ansiedad y la depresión, es esencial que los agentes educativos fomenten soft skills como liderazgo, resiliencia, empatía y comunicación”, advierte. Y el objetivo no es que los universitarios adquieran estas competencias para sí mismos, sino para aplicarlas en sus futuros trabajos como profesionales de la educación.
Materiales alternativos
Por eso, para Quiroga, trabajar con materiales es fundamental. Si bien antes el único material era el libro de texto, ahora algunos docentes incorporan al aula materiales propios de las pedagogías de Fröbel, Waldorf, Montessori o Pikler, y también invitan a expertos para acercar la realidad educativa a los estudiantes. “Aunque estos cambios no están aún sistematizados debido a la complejidad institucional, el compromiso y la sensibilidad de profesores, especialmente jóvenes, pueden impulsar una transformación importante”, señala Quiroga.
Pese al interés por transformar la manera en que se enseña y se aprende, Jon Igelmo advierte que no se están produciendo grandes cambios en el sistema educativo, y el día a día en la escuela presenta muy pocas variaciones, en lo general, respecto de décadas anteriores. “Hay algunas novedades pequeñas y matices en las cosas que se hacen; sin embargo, creo que el desafío en la formación de maestros está más en cómo producir transformaciones en el sistema educativo que en adaptarse a las transformaciones que hay en el sistema educativo”, sostiene Igelmo, para quien sería necesario desarrollar competencias para que los docentes fueran agentes de transformación del sistema educativo.
“Los maestros deben saber cómo resolver problemas reales que surgen en el aula. Para lograrlo, es necesario tener una visión práctica, pero esa visión práctica debe basarse en una reflexión teórica. Es decir, para entender bien lo que pasa en el aula, primero hay que conocer y analizar esos hechos desde una base teórica, y luego usar ese análisis para mejorar la práctica educativa”, concluye el experto.
El valor de los posgrados bien orientados
En los grados relacionados con la Educación es recomendable buscar la especialización a través de posgrados en función del interés y vocación del estudiante, así como de la demanda del mercado laboral. María Pilar Cáceres, profesora de la Universidad de Granada, pone como ejemplos másteres en tecnología educativa, neuroeducación, atención a la diversidad y sostenibilidad, o incluso los vinculados a la investigación educativa. Eso sí, reconoce la experta, la tendencia más habitual, en el caso de los maestros particularmente, es optar a una plaza de funcionario presentándose a oposiciones, además de enviar el currículo a centros privados y concertados, y contactar con agencias de colocación y empresas de trabajo temporal para ir probando posibilidades reales de inserción laboral.
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