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HISTORIAS DEAMOR
Tribuna
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Un amor de verano de... Miren Iza (Tulsa): ‘Un deseo autoritario y radical’

La música escribe sobre un viaje de amigas con la promesa de vivir tantas aventuras como fuera posible

Amor de verano de... Miren Iza (Tulsa)

Uno de los veranos más intensos de mi vida cayó en febrero. Había estado estudiando para un examen durante meses, encerrada en una habitación diminuta de una residencia de monjas. Mi experiencia mística a lo San Juan de la Cruz. Cuando acabé el examen de cuatro horas me sentí completamente aturdida y libre, tenía tres meses por delante de no hacer nada más que darme gusto al cuerpo. Eso era para mí el verano. Recompensarme por el enorme esfuerzo realizado era mi única misión a medio plazo. Emprendí un viaje con tres amigas del sur que habían hecho el examen conmigo. A una de ellas le habían entregado un coche nuevo como regalo de graduación y sentí la excitación del porvenir, el gusanillo que viene a prometer fantasía y euforia, el mundo a nuestros pies.

Visitamos Granada, Córdoba, Jaén y Cádiz. Tres andaluzas y una vasca, no era un chiste, aunque se reían bastante de mí y confesaron que, meses atrás, cuando vieron mi nombre, Miren, pegado en la puerta de mi celda mística, bromearon con que era una etarra fugada. Yo apenas conocía Andalucía, había estado en la Expo 92 y en casa de mi tía Luisa en Marbella, nada más. Era brutalmente ignorante, cada detalle de ese viaje andaluz me asombraba y me enamoraba. Una tarde, sentada en el asiento del copiloto, me hice la promesa silenciosa de ir siempre detrás de lo desconocido, viviría tantas aventuras como fuera posible y nunca me conformaría con una vida burguesa y predecible. Ay.

En el hotel en el que nos alojábamos en Cádiz, un tres estrellas con decoración anticuada y un personal más bien indiferente, conocí a Nicolas. Se pronuncia Nicolá, porque era francés. Y era casi guapo. Me lo crucé varias veces por el pasillo. Nos mirábamos con intensidad. Hay cuerpos que, sin más, se pertenecen; se sabe, no se dice, no hace falta, sin lenguaje, sin cultura y sin expectativas. Dos planetas gravitando juntos. Cuerpos que, desde que se descubren, quieren permanecer cercanos. La cuarta vez que nos cruzamos y le sonreí, él me habló. “Hola, ¿cómo te llamas? —acento francés de morirse—, ¿quieres tomar algo?”. Sip. Chicas, hoy no voy a cenar. Alguna cara larga y alguna otra de alegría y brillo en los ojos. Las amigas se distinguen así. “¡Pásalo bien, reina, estás guapísima!“. Esa es tu amiga. Cuídala.

Acudí a la cita con mucha excitación y algo de pereza, sería miedo quizá, al fin y al cabo crecí con el efecto Alcàsser pegado al cogote; cualquier hombre era un Antonio Anglés en potencia. Yo no hablaba francés. Él hablaba inglés regular. Excluidas las palabras, todo parecía jugarse en el cuerpo y en un deseo autoritario y radical, si no ¿qué hacíamos ahí esos dos extraños que se entendían con dificultad? Obedecíamos a algo que nos superaba a ambos, a un führer del gozo. Yo no quería conocer su vida, aunque le hice preguntas de cortesía, de qué zona de Francia, qué hacía tan lejos, ¿le gustaba Cádiz? Solo quería abrazarlo y olerlo, mirarle a los ojos y caminar junto a él, tensados los dos por la misma cuerda cósmica. Perderme en su torso infinito. Parábamos a besarnos cada diez pasos y a dedicarnos suspiros y miradas de incredulidad, ¿eres real o te estoy imaginando?

De pronto, las terrazas se llenaron de turistas bebiendo sangría, el ruido ambiente se hizo ensordecedor, aparecieron varios músicos callejeros salidos de la nada, la temperatura y el cielo se volvieron de agosto, nos quitamos los abrigos y nos rendimos al verano inesperado y a la certeza de que no volveríamos a vernos nunca más. Con los labios morados y la piel en estado licuado volvimos al hotel Regio. Ascensor. Pasillo. Besos. You are so wonderful. I feel like I know you forever. Yes, kiss me.

Han pasado más de veinte años y aún a veces pienso en él, incluso googleo su nombre, pero solo sé que se llamaba Nicolá, sin pronunciar la ese. No por efímero un amor es menos importante y esta historia, no por inventada, deja de ser verdadera.

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