María Eugenia, la trabajadora del comedor de RTVE que perdió todo en la explosión de Vallecas: “Quiero creer que Fabio murió sin sufrir”
Periodistas del ente público se organizan para una colecta económica que ya alcanza los 10.000 euros en dos semanas después de que perdiera a su pareja y la casa donde vivían tras una gran deflagración de gas en Madrid


Sucedió muy rápido. Había terminado la primera edición del Telediario del pasado sábado 13 de septiembre. Los periodistas, realizadores, productores, diseñadores gráficos y editores bajan al comedor central de Prado del Rey, la sede de RTVE en Madrid. De pronto, pasados unos minutos de las cuatro de la tarde, una noticia comienza a circular por los móviles del salón: “Explosión de gas en un bar de Vallecas”. Entre las mesas se encuentra la camarera colombiana María Eugenia Ortiz, de 44 años, a la que todos llaman Mariu. Un compañero de la cocina se le acerca al ver la información:
—¿Viste? Hubo una explosión en un bar de Vallecas.
—Ay, cómo va a ser.
—Al parecer es de gas.
—Yo vivo al lado de un bar, pero no va a ser.

Llegan las primeras imágenes. Una deflagración total. Escombros. Humo. 18 camiones de bomberos. Ambulancias. Policías. Perros. Técnicos de urbanismo. Las agencias hablan ya de 25 heridos, cinco de ellos graves. Mariu ve las fotos:
–¡Esa es mi casa!
Inmediatamente, llama a su pareja, el colombiano Fabio Enrique, de 52 años. No responde. Insiste. No responde. Mariu marca entonces los teléfonos de los dos mejores amigos de su novio en Madrid: Juan Carlos y José Daniel, también colombianos, que se encontraban en la otra punta de la capital. Salen disparados hacia Vallecas. Al llegar, no pueden hacer mucho más. Todo está acordonado. Daniel le graba a Mariu un vídeo del edificio, completamente destruido por la explosión. Mariu se marcha de RTVE en estado de nervios.

Los agentes les dicen que han repartido a los heridos por diferentes hospitales. Ella acude al 12 de Octubre. Muestra la foto de Fabio en Urgencias. La sanitaria le dice que no está ahí. Los amigos se marchan a otros hospitales, pero Fabio sigue sin aparecer. Mariu acude entonces a una comisaría cercana sobre las 21.00. Un agente le dice que seguramente a las diez se actualizará la información con el nombre, el lugar y el estado de los 25 heridos. Un policía, al ver su estado, le echa una mano. Decide marcharse al Hospital de La Paz, donde quizá se encuentre Fabio. Mariu le llama sobre las 23.30:
—No. No es él.
Y se marcha a Vallecas junto a sus amigos. Hablan con los bomberos. De madrugada hallan el cuerpo de Fabio, sepultado. Se lo comunican dos agentes de paisano. “Me dijeron que sufrió un golpe mortal. Quiero creer que es así, porque no ha sufrido”, dice ahora Mariu.
Los servicios sociales del Ayuntamiento se ponen en contacto con ella esa madrugada. Le preguntan que dónde se va a quedar a dormir. Ella les dice que en casa de unos amigos, en otro barrio de la capital, donde todavía sigue. No ha habido muchas más llamadas. Mariu cuenta que Fabio se encontraba en el sótano de su casa colocando pladur porque en la vivienda, por la que pagaban 750 euros al mes desde que entraron a vivir el pasado marzo, había mucha humedad. Y que justo encima, en el piso superior, estaba también Julián, de 44 años, otro amigo de Fabio que había acudido para echarle una mano con las grietas. Julián fue uno de los 25 heridos. Todavía sigue en el hospital con quemaduras por todo el cuerpo:
−Mejora de a poquitos.
Fabio Enrique llegó de Bogotá a España el 21 de marzo de 2019. Y Mariu, justo un mes después. Se conocieron ese mismo verano en un bloque de pisos de Las Retamas, por una zona residencial de Alcorcón. Ella sustituía a una trabajadora de la limpieza que se encontraba de vacaciones y él, al conserje, también por los meses de julio y agosto. Fue un flechazo. Dice que Fabio se le acercó y que ella pensó que sería su jefe, al que no había visto nunca. Se dijo así misma:
— Ay, qué guapo es.
“Pero en mis adentros”, cuenta. “Yo soy Mariu”, le contestó. “Fue un amor a primera vista. Desde entonces desayunábamos y comíamos juntos. Y así fue, hasta el 13 de septiembre. Siempre juntos. Mi amor”.
Fabio llegó a España con lo puesto. Se trajo bisutería para vender y, con el tiempo, hizo chapuzas en la albañilería y trabajos para vivir al día. Tiene una hermana que vive en Estados Unidos.
Mariu tiene una hija en Colombia, Manuela, de 25 años. Durante estos seis años han vivido en habitaciones por Madrid, donde han llegado a pagar hasta 550 euros. El piso de Vallecas lo encontraron a través de un amigo. “Era un local y lo reformaron en vivienda. Nos hacía ilusión tener nuestro espacio”.
La explosión dejó dudas e irregularidades que el Ayuntamiento de Madrid no explicó el día del suceso. Se dijo que el origen fue un bar, pero fue en una vivienda. Todavía se investiga la causa principal. Los servicios de rescate abandonaron el lugar ese sábado ante la ausencia de denuncias de desaparición. Regresaron después de que Mariu acudiera a una comisaría. Horas después del cuerpo de Fabio, se halló también el de otro joven peruano, de 29 años, al que echaban en falta sus amigos.
La vivienda de Fabio y Mariu se encuentra dentro de un bloque de un edificio antiguo, de los años 50. El local contiguo, convertido en vivienda, había hecho una remodelación no autorizada. Tan solo figuraba una declaración responsable en la consulta de licencias donde se hacía alusión a un reacondicionamiento del espacio, sin especificar para qué.
Mariu acudió el fin de semana siguiente a trabajar en RTVE. Cubre una baja desde hace pocos meses. Al verla, los compañeros se enteraron de todo. Y comenzaron a hacerle donaciones de ropa, zapatos, comida, también dinero a través de Bizum. Uno de ellos, el diseñador gráfico Fernando Suárez, comentó al resto de periodistas que podrían recaudar fondos a través de una web. Horas después, se lo dijo a su hijo, un adolescente con dotes de informática que en un santiamén creó la campaña.
“Esta ayuda”, dice Suárez, “es para que haga lo que necesite hacer. Se ha quedado sin nada. Sin pareja. Sin casa. Sin nada”. Desde el pasado miércoles, Mariu ha recibido más de 200 donaciones que han superado los 10.000 euros. La campaña finalizará este lunes. “Yo me quedé con lo puesto. Lo perdí todo”, dice ella. “Llevo muy poco tiempo en RTVE y mira la solidaridad conmigo. Gracias a Dios. Estoy sin palabras”.
La policía llamó a Mariu días después para decirle que habían encontrado algunas de sus pertenencias entre los escombros. Eran dos chaquetas de Fabio y tres cosas suyas. “De mi amor apareció hasta el pasaporte y lo más sorprendente es que apareció hasta nuestro contrato del alquiler intacto. Ya no sé si me van a devolver más cosas”. El cuerpo de Fabio fue incinerado. Su madre, que vive en Londres, se llevó las cenizas hace unos días.
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