Cómo el este de Madrid se convirtió en un desierto de hospitales públicos y en la ‘milla de oro’ de la privada
El presidente de Quirón construye un hospital en Arturo Soria, el séptimo privado en esa calle. Se trata de la misma parcela donde los vecinos han luchado durante casi dos décadas por uno público, una batalla olvidada
A veces las luchas vecinales hacen mucho ruido durante un tiempo pero mueren en silencio. Hace algo más de dos décadas, los madrileños del este de la capital iniciaron una larga campaña para conseguir un hospital público. Durante los primeros años se manifestaron todos los meses. Cortaban calles y reunían a cientos de personas, pero poco a poco la reivindicación perdió fuelle y cayó en el olvido. Hoy ese centro no figura en las prioridades de las asociaciones vecinales ni de los políticos a pesar de que el mapa de la sanidad pública en la capital muestra un clamoroso desierto en casi todo el flanco este de la M-30. La principal calle de esta zona es Arturo Soria, un bulevar que se ha convertido en la milla de oro de la sanidad privada en la capital. Es sede de seis hospitales privados y desde junio está en marcha la obra de un séptimo, propiedad del presidente del gigante sanitario Quirónsalud. Será levantado en el mismo solar vacío que durante años se pensó que podría haber sido la sede del gran hospital del este.
Los restos de esa batalla perdida se guardan en un garaje de la calle Elfo de Madrid que la asociación de vecinos del barrio de Quintana usa como sede desde 1977. Allí, tras una puerta metálica con una pintura de seis personas abrazadas de espaldas, se encuentra un pequeño museo de las luchas vecinales de esta ciudad: carteles y recortes de prensa sobre protestas contra las casas de apuestas, los anuncios de prostitución o las cadenas de comida rápida que agreden “la gastronomía castiza”.
El presidente, Pablo Santamaría, se sienta en una mesa y muestra el dosier sobre el hospital. “Hospital para todos. ¡¡¡Tu presencia es importante...!!!“, dice uno de los muchos carteles de una vieja protesta. Revuelve papeles que dan una idea de la gran cantidad de horas dedicadas que muchos como él dedicaron por la causa: actas de reuniones, recogidas de firmas, cartas al defensor del pueblo...
¿Y ahora?, ¿por qué han tirado la toalla? Santamaría responde de forma parecida a otros entrevistados. Opina que es una quimera esperar a que el Gobierno regional de Isabel Díaz Ayuso construya ese ansiado hospital. ”Hemos adoptado un enfoque defensivo", explica este médico jubilado de 71 años que viste una pulsera con el lema Palestina Libre. “Estamos en eso. En defender lo que ya existe para que no haya más retrocesos”.
Hace tiempo de la última gran ampliación de la red hospitalaria pública de Madrid. El mes que viene se cumplirán once años de la inauguración del hospital público generalista más nuevo de la Comunidad, el de Villalba (un pequeño centro de 185 camas que da servicio a la sierra). Pertenece al grupo Quirón y es parte de los 11 hospitales de la red pública impulsados por la expresidenta Esperanza Aguirre bajo formas de cooperación público-privada. Ayuso ha orientado sus inversiones sanitarias a reformar y ampliar los hospitales existentes, así como a construir nuevos centros de salud. La presidenta solo ha inaugurado el Zendal, en el noreste de la capital, un centro de emergencias para la pandemia que tiene una difícil reconversión en espacio de hospitalización debido a sus techos altos que le dan aspecto de hangar. Su principal uso es la atención diurna a los pacientes de ELA.
Los vecinos del este dependen de un viejo hospital en el extremo norte de la capital, el Ramón y Cajal, también apodado popularmente como el Piramidón, el nombre de un analgésico muy usado que fue prohibido por sus efectos cancerígenos. Desde hace tiempo, pacientes y médicos se han quejado de la saturación del Ramón y Cajal, afectado por largas listas de espera. Es el hospital público de Madrid con mayor población asignada, 606.454, según los últimos datos disponibles, de 1 de enero de 2023. Es decir, casi uno de cada cinco madrileños de la capital estaba adscrito a ese centro.
La mancha en el mapa del área cubierta por el Ramón y Cajal es tan extensa que incluye al barrio de Rejas, debajo del aeropuerto de Barajas, a casi 20 kilómetros. El problema de la distancia es más acuciante para muchos madrileños del este que no tienen más remedio que hacer viajes de más de una hora en transporte público.
El motor de la lucha
Durante años, el motor de la lucha por un hospital en el este fue un solar vacío en Arturo Soria, que parecía el lugar idóneo. Desde 1969 y hasta finales de 2003, fue la sede del Hospital del Aire, que prestó servicio a los militares y sus familias. Su derribo se debió a los planes de reestructuración de los cinco hospitales militares, al extinguirse la mili. La idea del Gobierno de José María Aznar era cerrar centros y en su caso, cederlos a la sanidad pública autonómica. El del Aire iba a ser demolido para levantar allí mismo uno nuevo que centralizaría toda la atención militar y se abriría al resto de la ciudadanía. Según el contrato de obras autorizado por el Consejo de Ministros el 13 de febrero de 2004, el Ministerio de Defensa quería ponerlo a disposición de los beneficiarios de la sanidad pública madrileña tras firmar un convenio con la Comunidad de Madrid.
Sin embargo, esta obra no arrancó nunca. Después de las elecciones de marzo de 2004, el nuevo Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero cambió de estrategia. Aparcó el proyecto para el Hospital del Aire y en su lugar convirtió al Hospital militar Gómez Ulla (en Carabanchel) en el nuevo Hospital Central de la Defensa. Tras el correspondiente convenio con la Comunidad, ese hospital del suroeste de la capital empezó a atender a pacientes civiles en 2011.

Se abrió una larga etapa en que Defensa trató de vender sin suerte esta parcela, incluyendo un par de subastas que quedaron desiertas, la última en 2018. Ese año, el movimiento vecinal retomó con fuerza su reivindicación. La izquierda se sumó con iniciativas en el Ayuntamiento de Manuela Carmena y el PSOE en la Asamblea, por medio del diputado José Manuel Freire.
El 26 de noviembre de 2018, Defensa envió una carta al Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Enrique Escudero, para ofrecerle ese solar con la idea de que lo destinara a la red pública madrileña. Sin embargo, conforme a la ley, el solar debió ser puesto en venta directa durante un año desde la fecha de declaración de desierta de la subasta. Así, en 2019, el hombre que ha hecho fortuna gracias al grupo Quirónsalud Víctor Madera, se hizo con el terreno por medio de su sociedad inmobiliaria Bosetia Investments, controlada por una matriz en Luxemburgo.
Se espera que el centro abra en 2027 o 2028. Al parecer se trata de una inversión personal de Madera, según un portavoz de Quirón quien indica que el proyecto no tiene nada que ver con la compañía. (Madera preside la sociedad Helios, denominada comercialmente Quirónsalud). Por lo que ha salido publicado, el nuevo hospital ofrecerá “terapias de lujo”. A buen seguro encontrará amplia clientela en los barrios acomodados a uno y otro lado de Arturo Soria.
La pérdida de esta batalla ha desmoralizado a los vecinos que no pueden permitirse un seguro de salud privado. En mayo del año pasado marcharon a las puertas del solar de Arturo Soria en una “manifestación funeral” junto a ese lugar tan simbólico. En las fotos que subieron a redes sociales solo se ve a unas pocas decenas de personas.
En las asambleas de las asociaciones de vecinos o de las plataformas dedicadas a la defensa de la sanidad pública ya no se habla del tema, según cuentan varios miembros. Ni siquiera han identificado otra parcela alternativa para reactivar la lucha.
En la histórica sede de la calle Elfo, el presidente Santamaría habla con otro veterano, Enrique Cabrerizo, alias Cheli, de 74 años, sobre si este movimiento renacerá algún día.
―Las luchas siempre han ido por ciclos―, dice Cheli, ―hay momentos en que, por lo que sea, se apagan. Por ejemplo, el 15-M. No es que la gente cambie de opinión, sino que se cansa. Dices hasta luego y ya te reengancharás.
―Yo creo que los políticos juegan a que la gente se canse―, responde el presidente― Eso y la mentalidad de hoy en día, cada vez más individualista.
―Muchos jóvenes creen que las cosas se solucionan en redes.
―Se lo dijo uno de la asociación un día a un joven. ¡Cuando nos muramos nosotros, os vais a cagar!
―Bueno, ya vendrá una racha mejor.
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