Ximena Caraza, directora de la Fundación Casa México: “Cuando llegué, ser latino era ser sudaca, pero Madrid ha cambiado mucho”
La diplomática acumula más de 25 años impulsando el cambio de paradigma que vive la migración latina en la capital


No es raro verla con un mezcal en la mano. En los elegantes eventos sociales donde se conocen quienes deben conocerse, Ximena Caraza (Ciudad de México, 54 años) acapara conversaciones y atención. Lo suyo con el destilado mexicano no es ni mucho menos una concesión a sí misma ni un capricho: se trata de una cuidada estrategia. Porque, con la excusa de un discreto brindis, Caraza cumple con una de las misiones principales de toda una directora de la Casa de México: tejer lazos, subrayar las semejanzas entre quienes creían que eran distintos. Pero su labor diplomática no termina aquí. Después de acumular más de 25 años de experiencia en España y de ser en 2024 uno de los rostros de la lista de latinas más influyentes elaborada por la revista Forbes, hoy asesora a la propia publicación para detectar a más latinas influyentes sin importar de dónde vengan o cuáles sean sus apellidos. Es su manera de garantizar que otras seguirán sus pasos, de asegurarse un legado.
Pero antes que todo, Caraza es mexicana. Muy mexicana: “Muchas veces me dicen que no he perdido mi acento. Yo lo que pienso es que no hay ningún motivo para perderlo. Me entristece ver a latinos que pierden sus raíces. Transformarse en algo que no eres es una pena”, explica. Llegó a Madrid en 1999 por el traslado de su esposo, Olivier Lechére, CEO de Chanel en España. Esto la convierte en testigo de excepción del cambio de percepción que ha habido en Madrid en torno a la migración latina: “Cuando llegué, ser latino no era tan chic. Era ser sudaca. Eso ha cambiado mucho, sobre todo en Madrid”. De aquello a ser considerada latina influyente media un abismo, y eso que reconoce que no siempre se sintió cómoda con la etiqueta: “La primera vez que escuché lo de latina influyente pensé que hablaban de otra persona. Nunca me he considerado así, pero si eso sirve para apoyar y empujar al mundo latino, encantada”.
La diplomática llega a este punto después de haber convertido un cambio familiar en una carrera de fondo: desde su llegada ha ocupado cargos clave en la Embajada de México y en organismos de promoción económica. Hoy, al frente de la Fundación Casa de México, coordina una de las instituciones culturales más activas de la capital, con más de 350.000 visitantes al año. Acaba de incorporarse a la junta de Forbes Women España.
Caraza nació en Ciudad de México, pero se crió con una fuerte vinculación familiar a Veracruz, donde pasaba los veranos entre cafetales y fogones. Su padre era cafetalero y su madre, cocinera apasionada, coleccionaba libros de gastronomía. “Crecimos en los fogones de la casa y del rancho. Por eso a todos los hermanos nos encanta cocinar”. También por eso se le viene a la mente la cocina cuando reflexiona sobre las aportaciones de la cultura mexicana: “Madrid ha crecido, se ha internacionalizado enormemente. Es una ciudad que vibra. La presencia latina está en la gastronomía, en el cine, en la música, en la inversión. El mexicano ha invertido mucho en España. Pero no siempre se cuenta bien esa historia”.
Caraza no tuvo una vocación profesional definida desde pequeña. Estudió Ingeniería en Computación durante seis meses hasta que se cambió a Relaciones Internacionales en la Universidad de las Américas. “Pensé que con mi mente matemática podría entrar en ese mundo, era el boom de los ordenadores, pero me di cuenta de que no era lo mío. Quise ver más cosas”. La decisión marcó una trayectoria internacional que la llevó a trabajar en la Cancillería mexicana y luego en Milán como cónsul.
Aquello fue un aprendizaje: “Milán era una plaza muy empresarial, con una comunidad mexicana pequeña, pero muy activa. Había mucha inversión italiana en México y mi papel era facilitar esos lazos”. Finalmente, con la mudanza de su esposo, solicitó el cambio a la embajada. Trabajó siete años en el área de Negocios y Turismo y después dirigió ProMéxico para España y Portugal. “Tuve que encontrar un equilibrio con la maternidad. Mis hijos eran pequeños y yo viajaba mucho. Mi reto fue conciliar la vida profesional con la crianza sin una red familiar aquí. Pero mis amigas se convirtieron en mi familia”.
Desde 2019, está al frente de la Fundación Casa de México en Madrid. “Hemos ayudado a que se vea de otra forma nuestra presencia. Puedes venir a una conferencia, ver una exposición, comer, ver una película... Todo en un mismo lugar”. El criterio de programación está claro: “Excelencia. Mostrar lo mejor de México. Siempre lo mejor”.
En concreto, Caraza apuesta por tejer redes entre mujeres latinas de distintos sectores. Es su máximo anhelo: “Me gustaría que formáramos una comunidad unida, de apoyo. Como una cámara, una red profesional. Juntar a las escritoras, a las del mundo gastronómico, a las del inmobiliario... Hay que visibilizar todo ese talento”.
Sobre el futuro, prefiere no hacer planes cerrados. “Nunca he sido de las que se ven a cinco años vista. Pero sí me gustaría seguir al frente de Casa de México, liderando proyectos colaborativos. Y ver una red de mujeres latinas influyentes conectadas, con presencia institucional y narrativa propia. Eso sí me gustaría mucho”.
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