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Las mejores casas de Soto de Viñuelas fueron las más afectadas

El incendio afectó a la parte sur de la urbanización más exclusiva de Tres Cantos, donde se encuentran los chalets con piscina

Adela Santamarina, vecina de la urbanización, junto a lo que queda de su cenador, este miércoles en Tres Cantos.
Álvaro Sánchez-Martín

Soto de Viñuelas es la urbanización más exclusiva de Tres Cantos. Hay pinos altos a lo largo de las calle más anchas y, a ambos lados, chalets con jardín y piscina, separados unos de otros por setos. Es precisamente esa parte la que ha sufrido más estragos por el incendio de Tres Cantos, que se originó el lunes por la tarde. Al menos una vivienda ha quedado completamente siniestrada y como mínimo otras cinco han sufrido graves daños. Todavía no hay datos oficiales, hasta que los peritos de los seguros evalúen cada una de las casas, explican desde el Ayuntamiento.

Adela Santamarina es de Buenos Aires, pero vive en un chalet de Soto de Viñuelas desde hace cinco años. Cuando vio las llamas a lo lejos desde la ventana de su segundo piso, corrió al jardín, tiró la sombrilla a la piscina, desenrolló la manguera, y se puso a mojar a toda prisa los árboles, el césped, las tumbonas y el tejado del cenador. No habían pasado ni 15 minutos cuando su hija, asomada a la misma ventana, le gritó que tenía las llamas detrás, devorando el seto que le quedaba a su espalda, que separaba su casa de la del vecino. Ahora ese seto ya no existe, los farolillos del jardín están torcidos por el calor y dos cipreses renegridos amenazan con caerle encima de la casa. Por suerte, al interior no llegaron las llamas.

Las ráfagas de viento a más de 70 kilómetros por hora hicieron que el incendio de Tres Cantos batiera el récord de velocidad de propagación, explican desde la Comunidad de Madrid.

Desde ese momento, Adela no se ha despegado del móvil para leer los mensajes del grupo de WhatsApp que crearon los vecinos cuando la tormenta Filomena tapó sus casas de nieve hace cuatro años y que ahora las llamas lo han hecho resurgir. “Fue fundamental, todos nos pasábamos información por ahí en los momentos más críticos”, explica. A lo largo de la mañana de este martes ha recuperado el agua, pero no sabe cuando volverá a tener gas o luz. La caja de control eléctrico que abastece a toda la calle está completamente derretida.

Ignacio García limpiando el porche de la casa de su madre.

En la calle paralela, está Ignacio García, limpiando con una manguera el porche de la casa de su madre, en la que pasó la infancia. Es una tarea tediosa, porque el suelo está cubierto de cenizas y hojas quemadas. Detrás de él queda el esqueleto de lo que fueron dos coches. “Esto ha prendido tan rápido por las arizónicas”, explica. Es el nombre del tipo de setos que rodean su casa, cuyo fruto brota en verano y son una bolitas de resina que arden con facilidad. “Era como si los hubieran regado con gasolina”, añade. El sistema de aspersores de su jardín está completamente arruinado. Tal era el calor que las tuberías enterradas a 30 centímetros de profundidad se han derretido.

Frente a su casa está la que peor parada ha salido de todas. Donde antes había un chalet, ahora solo queda una estructura de ladrillos, no mucho más alta que una persona. Lo demás simplemente ha desaparecido. Lo compartían las familias de cinco hermanos y la usaban para encontrarse y pasar las tardes de verano juntos.

Todos los vecinos afectados están ahora lidiando con las compañías de seguro. El proceso para cobrarlo es tedioso, explican. Thierry Maliniak ha estado toda la mañana del martes preocupado por su coche, que ha quedado inservible por el paso del incendio. Explica que tiene que verlo un perito, pero que no atiende a domicilio, así que lo tiene que trasladar a un taller o a un desguace y para ello llamar a una grúa. Cuenta que desde primera hora de esa tarde ya tiene el lío burocrático bajo control.

Desde el Ayuntamiento de Tres Cantos han habilitado un servicio de asesoramiento administrativo para acompañar a los vecinos afectados en los trámites del seguro y otro de atención psicológica gratuita, pero hasta el momento nadie ha solicitado usarlos.

La casa que más daños ha sufrido tras el incendio, en Soto de Viñuelas.

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