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Tres sitios para comer en Madrid este puente que son tendencia y cuestan menos de 10 euros

Manosanta, Gyogyo y Jade: tres placeres callejeros que parecen inocentes pero tienen todo el sabor

Jade Matcha Gallery
Lucía Franco

El puente del Dos de Mayo llega con una promesa: poder tomarse unos días con más calma. Un festivo para vaguear, pasear y entregarse a los pequeños placeres que justifican cualquier desvío del camino. Y, si hay algo que Madrid sabe hacer bien, es tentarte a cada paso, ya sea con una taza de matcha servida entre esculturas, un churro relleno de helado o unas gyozas artesanales que miran desde un ventanal de Malasaña como diciendo “solo una, va”.

Este Madrid te Enreda va de eso: de caprichos baratos que se sienten como lujos, de antojos que no arruinan el presupuesto, pero que sí elevan el día. Porque a veces la felicidad está en una merienda inesperada, en un descubrimiento nuevo o en repetir lo de siempre con otra excusa. Aquí, tres recomendaciones para regalarse un momento sin pretensiones, con sabor, y con la única condición de que no haga falta reservar ni vestirse raro.

Un ‘matcha’ entre una galería de arte

En Madrid ya no se abren cafeterías: se abren conceptos y experiencias. El último en llegar es Jade Matcha Gallery (en la calle del Conde de Xiquena, 14), un bar de matcha metido dentro de una galería de arte contemporáneo. Es esos sitios que, obviamente, van a hacerse virales entre chicas que salen a pasear con la cámara encendida y el matcha en la mano. “Nos gusta pensar que estamos creando un nuevo lenguaje en torno a él”, dice Ary Isaac Abecassis, uno de sus creadores.

Jade es el nuevo proyecto de los responsables de JOMO, un club de miembros que mezcla ocio, bienestar y estética y que lleva un tiempo redibujando la idea de salir en Madrid. “Queríamos unir creatividad, tradición e innovación”, cuenta Jaifa Mezher, cofundadora. Lo han hecho con una barra de metal reluciente en el sótano de la galería de Carlos Mercado en el barrio de las Salesas, rodeada de esculturas que se inflan y arte que no siempre se entiende, pero no queda mal de fondo.

En el lugar se pueden pedir hasta seis combinaciones de matcha. El favorito de Madrid te enreda: vainilla glow con colágeno y gloss de vainilla. El ticket medio ronda los seis euros. No hace falta reservar.

Los churros más virales

Los churros de Manosanta, en una foto cedida.

Hay placeres que, en Madrid, no se cuestionan. Uno de ellos: comerse unos churros. Da igual si es después de una fiesta, antes del curro o como excusa para hacer tiempo hasta la merienda. Y ahí entra Manosanta (en la avenida de Ajalvir, 2), la churrería que ha conseguido que los churros vuelvan a estar de moda sin dejar de saber a lo de siempre.

Este año se han tirado a la piscina (de chocolate, claro) con una edición primavera-verano que no se anda con tonterías. Lo nuevo se llama Pecado Mortal, un sándwich de churro relleno de helado artesanal. También hay Chisperitos, su versión mini, por si quieres disimular el antojo. “Queríamos recuperar ese momento tan nuestro de ir a por churros, pero desde una mirada contemporánea”, dicen desde el equipo.

En Manosanta no hay mucha pretensión, pero sí mimo. En la carta siguen los clásicos: churros, porras y chocolate espeso, pero también hay batidos, dips para mojar y tostadas para los que se hacen los sanos. “Hay quien viene por la estética y se queda por el sabor”, cuentan. Y no es mentira.

Con cinco locales abiertos (el último, en Alcalá de Henares), es de esos sitios que se adaptan al plan: desayuno, merienda, resaca o cita. No hace falta reserva, solo ganas de pecar un poco. Y de recordar que, a veces, lo más castizo también puede ser lo más cool. El ticket medio está en torno a los 10 euros, dependiendo de lo mucho que te gusten los churros en todas sus versiones.

Unas ‘gyozas’ divertidas

Una cocinera preparando 'gyozas' en la entrada de Gyogyo, en una foto cedida.

En Madrid todo puede ser protagonista si se cocina con cariño, incluso una gyoza. Eso pensaron en Gyogyo (calle Corredera Alta de San Pablo, 33), un local que decidió tomarse en serio ese bocado que se suele vivir en los márgenes de la carta, pero que aquí es la estrella absoluta. Las hacen a mano, una a una, frente a un gran ventanal diseñado para que más de un transeúnte se antoje. Hay rellenos clásicos como cerdo con jengibre, pero también sorpresas como las de Nutella. Sí, Nutella.

“No buscamos ser el sitio de moda, sino un lugar donde el producto y las personas importan de verdad”, dice el equipo. El local es pequeño, con cocina a la vista, música de fondo con una playlist que salta entre los openings y endings (canciones de apertura y cierre) de los animes más virales del momento. Recomendación de la casa: las gyozas de pato, las de langostinos con maíz y las de cerdo. También el ramen. Y para el final, un mochi de fresa y canela que sabe a despedida dulce.

El plan ideal: darse una vuelta por las tiendas de segunda mano de Malasaña y parar aquí a recargar. El ticket medio ronda los 15 euros, pero con hambre moderada y buen ojo puedes salir por menos. Porque sí, todavía se puede comer bien, bonito y barato sin hipotecarse el resto del puente.

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Sobre la firma

Lucía Franco
Es periodista de la edición de El PAÍS en Colombia. Anteriormente colaboró en EL PAÍS Madrid y El Confidencial en España. Es licenciada en Comunicación Social por la Universidad Javeriana de Bogotá y máster de periodismo UAM-EL PAÍS. Ha recibido el Premio APM al Periodista Joven del Año 2021.
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