Una pedida de mano acaba en tiroteo, trifulca y un atropello mortal en un local social de Ribeira
La bronca entre las dos familias de etnia gitana que participaban en la fiesta de compromiso y un tercer grupo que irrumpió en la cita deja un fallecido, más de 10 heridos y varios detenidos por la policía

Era una exaltación del amor entre dos jóvenes pertenecientes a una familia de Santiago y otra de Ribeira, pero acabó, como dice el alcalde de este municipio costero de A Coruña, Luís Pérez Barral, en una pelea “completamente descontrolada y muy multitudinaria”. La pedida de mano, celebrada en el Centro Recreativo de la parroquia de Artes, un núcleo bastante habitado de Ribeira, reunía ayer martes desde las tres de la tarde a dos estirpes de etnia gitana, pero unas cuatro horas más tarde irrumpió supuestamente en la fiesta, cuando ya estaban marchando algunos invitados, un tercer grupo. Según fuentes relacionadas con el caso, estas personas son también de Ribeira y pertenecen presuntamente a un clan vinculado con actividades de narcotráfico. Varios individuos portaban objetos contundentes como palos y bastones y armas blancas como navajas y machetes.
Enseguida empezaron a volar sillas y mesas dentro del local y se desató el caos. Así fue cómo se armó una pelea en la que al menos, según los testimonios y las imágenes captadas en ese momento, estaban presentes, agrediendo, defendiéndose o tratando de escapar, medio centenar de personas. La trifulca se fue moviendo hacia el exterior del Centro Recreativo y siguió ganando intensidad. Hasta que una furgoneta blanca que trataba de salir del lugar arrolló por completo a uno de los asistentes antes de escapar causando daños en otros vehículos. El fallecido es Juan Manuel Ventos Montoya, de 36 años. La policía todavía no ha esclarecido si se trató de un atropello accidental.
Este varón fue el único muerto, al que se suman al menos una decena de heridos por arma blanca y traumatismos, además de múltiples destrozos en las instalaciones. En los vídeos del momento se escuchan abundantes tiros, supuestamente todos los que dispararon al aire los agentes que acudieron al lugar para tratar de aplacar la reyerta. Enseguida se concentraron en el camino de Artes numerosos coches policiales y ambulancias para atender a los heridos. Este miércoles, la mayoría ya han sido dados de alta y solo uno permanece ingresado en el Complexo Hospitalario Universitario de Santiago, herido por arma blanca.
El despliegue del Cuerpo Nacional de Policía, apoyado por la Guardia Civil, se extendió unos 80 kilómetros, desde Ribeira hasta el norte de Santiago, donde viven algunos de los implicados, en una casa próxima al aeropuerto de Lavacolla que estuvo desde ayer bajo vigilancia. Varios de los, al menos, seis detenidos fueron interceptados en el peaje de la autopista AP-9, en el municipio de Teo, y acabaron inmovilizados en el suelo y arrestados a ojos de todos los viajeros de esta concurrida ruta, cuando volvían hacia la capital gallega.
El delegado del Gobierno en Galicia, Pedro Blanco, ha explicado que la persona que continúa ingresada “está en estado grave”. Además, ha destacado la “celeridad” con la que actuaron la policía y la Guardia Civil y ha asegurado que existe la orden de incrementar la presencia de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado tanto en Ribeira como en Compostela por si los grupos involucrados vuelven a enfrentarse. Según el representante del Gobierno, los agentes todavía investigan los motivos por los que se produjo la reyerta y si existen más personas involucradas sin detener. La media docena de arrestados, hombres y mujeres, pasarán a disposición judicial en las próximas horas.
Un sobrino de la víctima mortal relataba este miércoles a un equipo de la Televisión de Galicia que “todo ocurrió de repente” cuando su familia estaba a punto de marchar ya a Santiago. “Vinieron los de Ribeira con sillas y palos”; “a un primo mío le dieron un machetazo en el cuello” y después “pasó una furgoneta blanca y atropelló a mi tío”, rememoraba el joven antes de clamar “justicia”: “Esto no puede quedar así”.
Un caso similar en 2019
En primavera de 2019, otra pedida de mano en un centro cívico de O Porriño (Pontevedra) acabó en tiroteo por la irrupción de un pistolero que no estaba invitado. El individuo se presentó en una pedida de mano entre familias del grupo de etnia gitana conocido como Los Zamoranos, un colectivo que se dedica sobre todo a la venta ambulante en Pontevedra, y que padeció durante años las amenazas del llamado clan de Los Morones.
El pistolero entró en mayo de 2019 en el centro multiusos de Torneiros, el barrio porriñés en el que habitan varias familias de los Zamoranos. Había unos 60 invitados celebrando y bailando. Pegó varios tiros, alcanzó a una chica de 15 años en la cara y a un joven de 18 en el omóplato. Otras balas se incrustaron en el techo del local. Después, huyó y se subió al coche de un compañero que lo esperaba en las inmediaciones. La Guardia Civil encontró seis casquillos vacíos del 9 largo. La fiesta acabó con las familias de los novios llorando en centros hospitalarios de la ciudad mientras los heridos eran intervenidos de urgencia en el quirófano.
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