El plan urbanístico de la F1, que resuelve la unión de Valencia con el mar, intenta salir adelante por tercera vez
Los promotores presentan el plan urbanístico del Grao al Ayuntamiento del PP y Vox, uno de los grandes proyectos pendientes desde hace 14 años


La unión de la ciudad de Valencia con el mar sigue pendiente una década después de diseñarse el primer megaplan urbanístico del Grao, que reconvertía cerca de 400.000 metros cuadrados de suelo industrial degradada en pleno distrito marítimo en un nuevo barrio con altas torres de viviendas, grandes espacios verdes y hasta canales navegables. El primer proyecto para esta zona es de 2011, cuando todavía era alcaldesa Rita Barberá, del PP, pero no se lanzó hasta 2014 pero naufragó por la crisis inmobiliaria. El gobierno local, de Compromís y PSPV, que dirigió el ayuntamiento de 2015 a 2023, retomó el mismo concepto pero introdujo cambios sustanciales pero tampoco le dio tiempo a desarrollarlo, y ahora la alcaldesa María José Catalá ha reactivado el plan original con más cambios y de la mano de un agente urbanizador privado -la sociedad Atitlán (con Roberto Centeno, yerno del empresario Juan Roig, al frente) y el fondo británico Hayfin Capital-. El conocido como plan de la Fórmula 1, porque el circuito donde se disputaron las carreras de 2008 a 2012 discurre por sus terrenos, vuelve a intentar por tercera vez salir adelante en un contexto de escasez de oferta de vivienda y precios desorbitados.
La alcaldía del PP lleva desde que llegó al Ayuntamiento en 2023 con la vista puesta en el desarrollo del proyecto, que remata una parte importante de la fachada marítima, ahora un gran descampado, y resuelve la conexión del jardín del antiguo cauce del Turia con el mar. Los promotores, de la mano de la alcaldesa Catalá, presentaron el pasado lunes el proyecto con una inversión de capital privado de más de 150 millones de euros, 3.200 nuevas viviendas (870 de VPP y dotacionales), un rascacielos de 42 alturas para oficinas y 16 hectáreas de zonas verdes.
“Es un modelo de crecimiento en grandes manzanas verdes, con parques urbanos, alrededor de los cuales se integran las parcelas de viviendas”, describe el arquitecto José María Tomás, que firmó el proyecto original hace 14 años. Desde entonces ha ido adaptándolo en función de las demandas de los sucesivos gobiernos pero hasta ahora ninguno de ellos se ha culminado.
El plan remata urbanísticamente un frente litoral inacabado, ahora un gran vacío urbano, y añade a la capital 16 hectáreas de espacio verde, el doble que ocupan los jardines de Viveros. “El parque del Grao tiene el objetivo de abrazar el puerto y llegar al mar, de conectarse con la dársena. Todo va a pasar allí porque generará un nuevo polo de interés en la capital, diferente al del centro de la ciudad, y delimitado por el Grao, la avenida de Francia y los barrios de Natzaret y Moreras”, apunta Tomás.
El proyecto del Grao lleva discutiéndose más de una década con idas y venidas y reformulaciones pero respetando el concepto de fondo. “El planeamiento es un trabajo de toma de decisiones que cuesta tiempo. y en Valencia tenemos algunos ejemplos”, sostiene el arquitecto. La ciudad tardó cerca de 50 años en trasladar la estación de trenes de la entonces plaza del Ayuntamiento a 200 metros más atrás. “En Valencia se discute centímetro a centímetro pero al final es una ciudad bonita y a lo mejor tanta reflexión no ha sido mala”, considera el arquitecto.
La idea es que la tramitación administrativa no lleve más de 20 meses desde ahora y a partir de ahí las máquinas puedan comenzar la urbanización aunque dar un plazo es todavía arriesgado dado que todavía está pendiente que lo apruebe la junta de gobierno del Ayuntamiento, salga a exposición pública, se resuelvan las alegaciones y se apruebe de forma definitiva.
Este megaplan guarda además en su interior dos patatas calientes: el circuito de F1, cuyo coste final -42 millones de euros- adelantó la Generalitat hasta que el Ayuntamiento desarrollase el plan y los promotores pudieran pagárselo y así devolverle el dinero a la administración autonómica; y el soterramiento de las vías del tren, que todavía discurren en superficie por este sector urbano. De momento, el Ayuntamiento aportaría cerca de 6 millones de euros.
No hay acuerdo todavía para enterrar las vías pero el arquitecto asegura que el PAI “se va a desarrollar independientemente de si se soterran o no y estará perfectamente integrado a través de la avenida de Francia, desde donde se tendrá una perspectiva visual hasta el mar”. La solución será la construcción de un viaducto que resolverá la interferencia de las vías del tren con esta avenida. Un viaducto que se quitará cuando se entierre el tendido ferroviario.
Luego están las diferencias entre el proyecto del anterior gobierno de Compromís y PSPV y el actual de PP y Vox. Con el gobierno de Joan Ribó (alcalde de Compromís) y Sandra Gómez (vicealcaldesa socialista), el arquitecto trabajó para abrirlo más hacia el río y los viales de prolongación del Paseo de la Alameda se pintaron como un delta verde concebido para el paseo, con solo un vial de acceso para el tráfico rodado. El planeamiento con Catalá recupera la prolongación de la Alameda (con dos viales), que tiene que moverse para esquivar el Cementerio Municipal por lo que se prevé una gran rotonda sobre el Jardín del Túria, afectando a espacios verdes ya ejecutados. La gestión con Ribó y Gómez la hacía directamente el ayuntamiento y Catalá ha optado por la gestión a través de un agente privado. No obstante, los tres alcaldes por los que ha pasado el plan (Rita Barberá, Joan Ribó y María José Catalá) han respetado el concepto inicial y lo han entendido como una aportación importante a la ciudad, agrega el arquitecto.
Poca vivienda pública
El anterior gobierno progresista renunció a prolongar la Alameda porque, a su entender, no hacía falta. Quitaron las tres torres de viviendas que había en ese sector, también los viales para el tráfico y lo hicieron espacio verde. Además obligaban a que hubiera comercios en los bajos de los edificios y a que, si los promotores estaban interesados en hacer piscinas o pistas deportivas en las torres de pisos, las pusieran por encima del zócalo comercial. “También colocamos 350 viviendas dotacionales para mayores de 65 y menores de 35 años, que ellos han rebajado a 250″, añaden fuentes socialistas. Cuando desentrañaron los líos que dejó el PP de Barberá se pusieron con la redacción de un nuevo plan de urbanización pero llegaron las elecciones y el PP ganó.
Compromís, a través de su portavoz Papi Robles, criticó que la alcaldesa prefiriese con este plan “contentar” a las constructoras antes que ampliar el parque público de vivienda: “Tenía una oportunidad de oro para incrementar la vivienda de protección pública en el Grao, pero se conforma con una cifra demasiado baja”. El socialista Borja Sanjuan lamenta que el nuevo proyecto renuncie a tener un gran delta verde que conecte el jardín del Turia con el mar, “y lo hace para crear una avenida y llenar todo aquello de residenciales con piscina y así vender los pisos más caros”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
