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“Uf, géminis”: el horóscopo y la astrología como cultura pop, desde Mesopotamia hasta el ‘feed’ de TikTok

“La astrología ofrece una forma de mirar el desorden de la vida y encontrarle cierto sentido. No certeza, pero sí resonancia”, explica un antropólogo

Los horóscopos nacieron en la antigua Babilonia para registrar la posición de cuerpos celestes.
Irene Guevara

“¿Cuál es tu horóscopo?”, acostumbro a preguntar en entrevistas o cuando conozco a alguien. Algunos me miran con extrañeza. Otros no saben su signo y acaban pidiéndome su carta astral completa. “Uf, géminis”, digo. “¿Eso es bueno?”, me preguntan. “Depende de tu ascendente”, disimulo. Ahí empieza una conversación sobre cómo somos.

Los horóscopos nacieron en la antigua Babilonia para registrar la posición de cuerpos celestes dividiendo el firmamento en 12 partes asociadas con constelaciones, y en la Grecia helenística evolucionaron hacia el zodiaco y la predicción personal. Mucho más tarde, en 1930, el horóscopo moderno hizo su entrada triunfal en una columna del Sunday Express, que publicó una predicción para el nacimiento de la princesa Margarita. Desde las tablillas de Mesopotamia hasta el feed de las redes sociales. No solo han sobrevivido, se han adaptado. Hoy es cultura pop, entretenimiento; pero también guía espiritual para otros. ¿Por qué?

“Aunque vivimos rodeados de ciencia, datos y tecnología, seguimos necesitando relatos que nos den sentido. No siempre explicaciones lógicas o verdades absolutas”, explica Pedro Juan Martín Castejón, doctor en ciencias empresariales y en antropología social, y profesor en la Universidad de Murcia. “La astrología ofrece una forma de mirar el desorden de la vida y encontrarle cierto sentido. No certeza, pero sí resonancia”, continúa. “Es curiosidad sobre cómo somos y funcionamos. Hay dos partes que son dos deseos humanos: cómo somos y predecir qué sucederá”, desarrolla Carlos José Losada, psicólogo y vocal de la Sociedad Española de Psicología Clínica (ANPIR).

Yo fui hija de los horóscopos de la Superpop, más tarde seguí a Horóscopo Negro —hoy con más de 4,3 millones de seguidores en Instagram— y he leído semanalmente las predicciones de Esperanza Gracia, la reina del prime time esotérico. En TikTok —donde hay más de 5,3 millones de videos con el hashtag astrología— he visto tiradas de cartas enteras con más de 100.000 likes sin siquiera buscarlas. He analizado la carta astral a todos mis amigos, y he ahondado en la mía sin saber muy bien por qué. Incluso una vez una estudiante desconocida me tiró las cartas, compradas por Amazon, en el suelo de mi universidad.

Aplicaciones como The Pattern o Sanctuary suman cada vez más descargas, y Co-Star, que combina datos de la NASA, IA y astrólogos, pasó de 7,5 millones a 30 millones de usuarios entre 2020 y 2023. Martín Castejón ha investigado a los jóvenes entre 18 y 24 años y su relación con el horóscopo o la astrología. “El horóscopo funciona como un pequeño ritual. No importa si acierta; acompaña”, explica. La astrología ha encontrado en las redes sociales un escenario ideal para reinventarse, añade Martín Castejón: “La han transformado en algo cotidiano, accesible y visual”.

En los jóvenes, es un tema más. “Hablan con naturalidad de su carta natal, tránsitos o de si Mercurio está retrógrado antes de un examen”. El experto, a raíz de su estudio con jóvenes universitarios, recalca que hay que distinguir entre el “horóscopo de revista”, que “suelen verse como un pasatiempo” y entre la astrología “como sistema simbólico”. “Muchos jóvenes encuentran ahí una herramienta para conocerse mejor, un lenguaje que les permite explorar emociones, vínculos y etapas vitales. Es un “creer a medias” que resulta profundamente útil”, afirma Castejón.

La astrología es una pseudociencia, sin estudios empíricos que avalen su validez. Incluso en 1975, 186 científicos —18 premios Nobel— firmaron un manifiesto en contra. “No hay una correlación entre la forma de ser las personas y la posición astral al nacer. Si identificarse como Piscis o Leo ayuda a alguien a entenderse un poco más, adelante. Buscar explicaciones es lo sano, pero conformarse con lo que encuentres puede ser perjudicial. Si las buscas en un sitio falso, quizás las encuentres y te sirva, pero va a ser casualidad”, explica Losada. El fenómeno se ha relacionado con el efecto Forer, o falacia de validación personal: la tendencia a aceptar descripciones vagas y generales como si fueran profundamente personales.

“No pretende reemplazar a la ciencia, pero sí llena el espacio que esta deja libre”, añade Martín Castejón. “Actualmente funciona como un espejo cultural. No se trata de saber solo qué signo eres, sino de encontrar una forma de hablar de vínculos, identidad, emociones y ciclos. Además, cumple un papel importante en la construcción del autoconcepto”, explica.

Los horóscopos y la astrología es una narrativa compartida, un punto de partida, quizás una excusa para hablar de uno mismo y de los demás. A veces superstición; otras, ritual. Martín Castejón lo resume: “Emocionalmente no da soluciones, pero sí ofrece una narrativa que recuerda que todo es cíclico. En lo identitaria, permite construir una imagen de una mismo no cerrada. En lo social, sirve para generar comunidad. Porque al final, hablar de astrología es hablar de cómo somos y nos sentimos”.

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Sobre la firma

Irene Guevara
Es redactora en la sección de Deportes y sigue la actualidad del FC Barcelona. Está especializada en fútbol femenino, la mujer en el deporte y el colectivo LGTBIQ+. Ha cubierto la Champions Femenina. Es licenciada en Periodismo por la Universitat Pompeu Fabra, y ha iniciado su carrera en EL PAÍS.
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