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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La política de la ansiedad

Pedro Sánchez ha quedado muy tocado. Pero ¿está hundido? Dependerá de los socios de investidura

El portavoz de ERC, Gabriel Rufián,  durante la sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados el pasado jueves.
Milagros Pérez Oliva

Pedro Sánchez estaba siendo sometido al implacable asedio de una conjunción de fuerzas unidas bajo la consigna lanzada por José María Aznar: “El que pueda hacer que haga”. Lograron abrir múltiples causas en los juzgados con las que pretendían conseguir un golpe de efecto capaz de desestabilizar el frágil entramado político que sostiene la legislatura. Su objetivo era que Pedro Sánchez tirara la toalla (estuvieron a punto de lograrlo con la imputación de su esposa) o que perdiera apoyos y tuviera que convocar elecciones. Y en esas, les salió el sol: apareció un cisne negro en el interior mismo del PSOE. Una trama corrupta que involucra a los dos últimos secretarios de organización del partido y a un conseguidor cuyo ascenso meteórico ya indica que muchos controles no había.

Pedro Sánchez ha quedado muy tocado. Pero ¿está hundido? Dependerá de si los socios de investidura se dejan arrastrar por la política de la ansiedad o mantienen la cabeza fría. Porque todo depende de ellos. Desde luego estará hundido si aparece algún indicio de que la trama ha servido para financiar al PSOE. Pero de momento no los hay y aunque el líder del PP Alberto Núñez Feijóo da por hecho que es así y que Sánchez lo sabía, ni tiene fuerza para presentar una moción de censura ni lo socios tienen motivos para pensar que unas elecciones anticipadas son la mejor solución.

La alianza de la derecha y la extrema derecha trata de alimentar la ansiedad política, tanto en el interior del PSOE como entre sus socios, que se debaten entre miedo a lo que todavía pueda salir y el cálculo de lo que para ellos y para España puede suponer que todo ese entramado político-mediático se salga con la suya y lo haga, además, por los procedimientos que hemos visto. Un entramado al que acaba de sumarse la jerarquía de la Iglesia católica, que no solo se atreve a pedir elecciones anticipadas sino una intervención irregular del Rey.

A todo eso se enfrenta Pedro Sánchez. Y el dilema de sus socios es si resisten con él o se pliegan a la alianza reaccionaria que trata de derribarlo. En este punto, el control del tiempo y la iniciativa política son cruciales. En una situación así es difícil mantener el timón, pero todos saben cuál es el mejor antídoto: explicaciones y decisiones. La única forma de salir del asedio político es saltar. Lo más alto y con el mayor ímpetu que pueda.

La primera oportunidad de Sánchez será el Comité Federal del PSOE, el 5 de julio. Se trata de renovar y rearmar el partido. La militancia y los cuadros están desolados, pero la confianza en el líder no ha disminuido. Quienes ahora le critican son los mismos que han venido ejerciendo la oposición interna en los últimos años. El secretario general ha cometido un error de juicio en la elección de sus secretarios de organización. En estos casos, la vacuna contra los defectos del personalismo es que las decisiones sean más colegiadas. Y la segunda, la comparecencia del 9 de julio en el Congreso de los Diputados. Los socios le piden al PSOE acciones contundentes contra la corrupción. Es el momento de dar un salto en la agenda de la regeneración democrática. Si eso ya era importante antes, ahora lo es aún más y hay margen para aumentar la transparencia, la objetividad y la limpieza de la adjudicación de obra pública.

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