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Chapuzones clandestinos en la nueva fuente de Glòries: “Las piscinas municipales son muy caras”

Usuarios justifican el baño en los surtidores ornamentales del parque barcelonés ante la falta de espacios de aguas y los “precios prohibitivos” de las piscinas municipales

Una niña juega con el agua en una fuente ornamental del parque de Glòries.

Las temperaturas vuelven a alcanzar máximos que ponen al límite a la ciudadanía. Vuelven las noches al fresco, los termómetros que rozan y superan los 40 grados centígrados y con ello, las soluciones improvisadas para hacer frente al sofocante calor. Un centro de culto improvisado este año para soportar el calor son los espejos de agua del parque de Glòries de Barcelona. Pese a las advertencias del Ayuntamiento, el lugar se llena de niños a diario que se bañan en un agua no apta para ello porque es recirculada. El Consistorio, consciente de la situación, reforzó la señalización y desplegó una campaña de informadores que por ahora no ha tenido el impacto esperado.

Imma, madre de dos niños que chapotean en las fuentes, defiende el pasado jueves su uso ante la falta de alternativas: “Los espacios de agua infantiles son muy pequeños y siempre están llenos”. Es consciente de los riesgos que implica jugar en ellas -tragar este tipo de agua puede provocar problemas estomacales- y evita que sus hijos se mojen la cara. “Debería haber más zonas de agua para niños o potabilizar los espejos de agua; con la ola de calor es imposible estar en la calle”, sostiene. Reconoce que con niños pequeños la situación se complica: “No pensaba dejar que entraran, pero al ver que estaba lleno de niños, ¿Cómo les digo ‘ellos sí y tú no’?”. Para Imma, el problema es la escasez y mala distribución de estos espacios: “Sabemos que hay piscinas municipales, pero no están en el centro y son inaccesibles económicamente”.

La única opción viable que contempla Imma es el lago-piscina de la Creueta del Coll, con una entrada de 2,75 euros, más asequible que el resto, aunque también alejado del centro. De los ocho espacios de agua infantiles que hay en la ciudad, ninguno se encuentra en distritos como el Eixample o Ciutat Vella, pese a ser dos de los más densamente poblados.

En la misma línea se expresan Mónica y Amalia, que acompañadas de hija y nieta respectivamente, justifican el uso de la fuente por “la falta de espacios de agua infantil”. Guillermo, vecino del barrio, se muestra más crítico tanto con el Ayuntamiento como con las familias: “Son aguas recicladas, es una irresponsabilidad total por parte de los padres”. Considera insuficiente la señalización y reclama medidas más claras: “El que no quiere ver, no ve, por mucha señal que se ponga. Hace falta una barrera física”.

Souad, que acude con su hija, cuenta que descubrió las fuentes a través de TikTok y reclama más información institucional sobre los espacios de agua infantil. Samantha, mientras su hijo se refresca en una zona habilitada, cree que la concienciación debería centrarse en los riesgos sanitarios del agua no potable. Aunque conoce las piscinas municipales, no las frecuenta: “Entre el niño y yo se va una burrada en entradas, el precio es prohibitivo”.

Sobre la aplicación de la norma, Mónica añade que “la Guardia Urbana pasa por aquí, ve todo lleno de niños y tampoco hace nada”. Consultados sobre esta cuestión, agentes del cuerpo —que prefieren guardar el anonimato— explican que actúan a discreción: “Está prohibido bañarse en fuentes ornamentales por los riesgos que conlleva, pero no hay una orden directa de multar; depende de cada agente”. Comparan su actuación con la ordenanza de los patinetes o el uso del cinturón por parte de repartidores: “Nuestra función es disuasoria. Se puede optar por el aviso o por la sanción”.

El Ayuntamiento de Barcelona ha ampliado la red de refugios climáticos respecto al año pasado y ha puesto a disposición de la ciudadanía más de 400 piscinas, espacios y equipamientos preparados para combatir las olas de calor cada vez más frecuentes. No obstante, los usuarios piden más.

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