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TRENES
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La ‘Catalunya-ciutat’ y el tren: diez comarcas no tienen una sola estación

La planificación de los expertos en 1920 era de llegar a un total de 3.200 kilómetros de vías. En 2025 hay 1.865 kilómetros de raíles

Abono único transporte España

El concepto de la Catalunya-ciutat fue imaginado en 1907 por el escritor de origen mallorquín Gabriel Alomar, e hizo fortuna. En 1926, la Revista de Catalunya recupera y amplía el debate. Se trataba de crear proyectos, ideas y vínculos más allá de Barcelona, irradiando las formas de vida urbana en todo el territorio. En los años ochenta, Eugenio Trías escribe un libro con el mismo título. Y son múltiples los artículos, investigaciones y ensayos que reflexionan sobre esta idea del Noucentisme. Más de cien años más tarde, el concepto de equilibrio y progreso no ha ido alineado con la realidad. La separación física entre el mal llamado territori y la capital del país es colosal. Los motivos son amplios y discutibles. Sin embargo, hay un elemento central que empaña cualquier acercamiento entre el país y Barcelona: el déficit estructural en el transporte público, especialmente el tren.

Un ejemplo no basta, pero ilustra la desconsideración hacia la Cataluña endins. Hace un siglo había más de 1.600 kilómetros de vías de tren y en el país vivían unos dos millones y medio de personas. En 2025 hay 1.865 kilómetros de raíles, entre los de Adif y los de Ferrocarrils de la Generalitat, pero somos más de ocho millones de personas. La planificación de los expertos en 1920 era de llegar a un total de 3.200 kilómetros de vías que harían posible la Catalunya-ciutat. Hoy la realidad es que unas diez comarcas no tienen ni una sola estación.

¿Cómo es posible abandonar tanto el país como para que Olot, Banyoles, Palamós, Berga, Solsona, La Seu d’Urgell, la Bisbal de l’Empordà y tantas otras ciudades medianas no tengan ni un proyecto serio para que llegue el tren? La clase política catalana, toda, tendría que explicar por qué es imposible tener ferrocarriles puntuales, rápidos y confiables en Tortosa, Lleida, Manresa, Mataró, Vilanova, Vic, Tàrrega, Puigcerdà o Igualada…

El Noucentisme creía que la parte rural del país necesitaba acercarse al ideal urbano, pero hoy con el teletrabajo, los altos precios de la vivienda, la evitable polución de los vehículos a motor y el cambio climático, tal vez, quien más necesite recuperar el concepto sea Barcelona. Es apremiante reducir la circulación de centenares de autobuses y vehículos privados. Es necesario que se pueda entrar y salir a diario para trabajar, estudiar o ir al médico sin temor a llegar siempre tarde. Es obvio que una buena red de ferrocarril permitiría descongestionar sobremanera el cap i casal haciendo que muchas personas se plantearan vivir más allá del Vallès sin perder las oportunidades de la gran ciudad.

Del movimiento cultural, político e intelectual más importante del siglo XX nacen las bibliotecas, la sanidad o la educación. El Noucentisme crea una idea política de nación, pero especialmente una propuesta, que no ha sido superada, para entender el conjunto del territorio. Las comunicaciones son parte esencial. Cien años más tarde todo está por hacer y, al ritmo que vamos, no sabemos si todo es posible. De momento, no hay forma de subirse al tren.

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