El desliz migratorio en Cataluña
Si comparamos el programa electoral que Junts presentó hace dos años con sus propuestas más recientes, se ve el efecto de las encuestas que pronostican el crecimiento de Aliança Catalana a costa suya


Aunque la “deportación más masiva de la historia de América” está todavía muy lejos de alcanzar las cotas prometidas por Donald Trump durante la campaña electoral, la querencia antiinmigratoria del trumpismo sigue extendiéndose por Europa. En el Reino Unido, Starmer endurece el acceso de extranjeros al país argumentando sin pestañear que el país se está convirtiendo en una island of strangers, mientras Meloni sigue adelante con su plan para “trasladar” inmigrantes a Albania, ante la mirada comprensiva de Bruselas, que en lugar de condenar tajantemente las expulsiones está estudiando facilitar la deportación de solicitantes de asilo a base de retorcer el concepto de “país de origen seguro”.
Cataluña no está al margen de este repliegue nacionalista que considera al inmigrante como un agente exógeno que desnaturaliza a los países de acogida e impide su grandeza. La semana pasada tuvo lugar en el Parlamento catalán una sesión que resulta bastante instructiva al respecto. Se debatía una moción de Aliança Catalana sobre la prohibición del velo islámico en los espacios públicos. La moción era tan indigesta que estaba condenada al fracaso desde el principio (entre otras ocurrencias decía que la concentración de musulmanes pone en riesgo la convivencia y que “el islam es incompatible con los valores occidentales”), pero sirvió para mostrar públicamente el modo en que Junts se ha deslizado hacia la posición de la extrema derecha (catalana y mundial). Su portavoz, David Saldoni, rechazó teatralmente el odio que destila la moción, pero mantuvo en pie el criterio de avalar la prohibición que el partido había hecho público días antes, un gesto que se añade a su (ilegal) propuesta de prohibir el empadronamiento a las personas (extranjeras, se sobreentiende) que ocupen viviendas de manera ilegal.
A la hora de la votación, Junts se alineó con socialistas, Esquerra, comunes y la CUP en contra de la moción, pero el desliz de Junts quedó perfectamente registrado en el acta de la sesión. Si comparamos el programa electoral que la formación presentó hace dos años con sus propuestas más recientes, podemos darnos cuenta del efecto que han tenido las encuestas que pronostican el crecimiento de Aliança Catalana a costa de Junts. En 2023, Junts decía que “es necesario reconocer la aportación positiva que socialmente hacen las comunidades religiosas y fomentar el diálogo y la convivencia entre las diferentes confesiones” y que “toda la intervención de la Administración en este ámbito debe fomentarse en el respeto y la garantía del derecho a la libertad religiosa”. Ahora Junts dispara contra el velo sin encomendarse a ningún diálogo con ninguna comunidad religiosa ni reparar en el posible efecto de la prohibición en el ejercicio del derecho a la libertad religiosa.
La “prueba de fuego”, al decir de Sílvia Orriols, será pronto. Desde el atril del Parlamento, la también alcaldesa de Ripoll anunció su intención de llevar al pleno municipal una modificación de las ordenanzas para prohibir el velo en las aulas públicas del municipio. Ese día sabremos si el partido de Puigdemont se ha echado definitivamente al monte trumpista.
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