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MAGIA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Magia sin trucos de cámara: Pere Rafart protagoniza la serie de TV3 ‘Tria una carta’

A los 22 años, Rafart dejó el trabajo y se puso a estudiar y practicar con algunos bolos. Ahora tiene unos doscientos al año y reputación internacional

Pere Rafart ‘Tria una carta’
Tomàs Delclós

La serie de magia que Pere Rafart (Solsona, 36 años) protagoniza en TV3, Tria una carta, empieza con un aviso importante: “En este programa no haremos servir trucos de cámara ni público compinchado”. Esto la hace absolutamente distinta a otros títulos de ilustrísimos magos que no han tenido ningún escrúpulo para trabajar de esa otra manera. El mago, obviamente, hace trucos, pero no puede hacer trampas. “Prescindir de ambas cosas vale la pena, aunque te complica la vida”, comenta Rafart. “En la serie únicamente hay algún efecto engañoso que se aprovecha de la perspectiva de la cámara, pero, entonces, nosotros mismos lo desvelamos”. “Para ver efectos especiales, es mejor un filme de superhéroes”, comenta con ironía Pau Martínez, socio de Rafart en la tienda El Rei de la Màgia y que, según sus propias palabras, en la serie tiene el papel de Sancho Panza. O de Watson, el amigo de Holmes, si se quiere un símil más refinado.

En el capítulo inaugural, la primera visita que reciben en la tienda es la del actor David Verdaguer, que, en otros tiempos, hizo algún bolo por discotecas como ilusionista. Rafart, con su sonriente virtuosismo, le hace un juego. Luego, con Martínez, Rafart empezará a mostrar su repertorio -en la serie se verán unos ochenta juegos-. Irán a las ruinas de Empúries, Viladrau y Girona, donde tendrá un breve encuentro con Mario López, otro gran mago que, como Rafart, triunfó en el programa estadounidense del dúo ilusionista Penn and Teller. Allí, hizo brotar de su cuerpo inacabables puñados de sal y también desaparecía uno de sus pezones, el mismo breve efecto que hace en la serie.

De todos modos, en Tria una carta, no será frecuente ver magos. Aparecen Lari, Màgic Andreu y Jorge Blass, “sin hacer magia”. “Como dice Lari, la magia entre magos no resulta, el público no se cree la reacción del colega”. La última escena del capítulo es Rafart, de regreso a El Rei de la Màgia, donde hace un truco a una reducidísima audiencia, la que cabe en la tienda. De hecho, es algo que hace algunos días a la semana en la tienda para una quincena de espectadores. Hasta julio, todo vendido. Un éxito. “Hay que admitir que es más fácil el éxito si vendes quince entradas que si has de vender quinientas”. De todos modos, no le tiene miedo a intentarlo y está pensando un espectáculo para el año próximo en un teatro con un buen aforo, de los que comprometen.

Rafart empezó a formarse en la magia leyendo libros. Una bibliografía que ahora reemplazan los tutoriales audiovisuales. “En la magia hay muy pocos teóricos. Hay performers. Con todo, si lo piensas bien, los magos han hecho las cosas anticipándose a la teoría. Lo que ahora explica la neurociencia -promover el olvido, desviar la atención…- lo han practicado lo magos como astucias”. Otra gran ayuda en su formación fueron las clases del desaparecido Gabi Pareras, que ha dejado una nómina de grandes discípulos.

A los 22 años, Rafart dejó el trabajo en una empresa de publicidad y se puso a estudiar y practicar con algunos bolos en directo. Ahora tiene unos doscientos al año y reputación internacional. Además, crea sus propios juegos. ¿Se respeta la propiedad intelectual? La patente no es aconsejable porque su trámite exige documentar el truco. “Hay alguna patente de tecnología. O, como hizo Teller: registró su espectáculo como obra teatral y quien quiera hacer el número de la sombra de la rosa…debe pedirle permiso. Creo que el público va a ver al mago, lo que aporta el artista, no el truco. Cuando más conocido eres como mago, menos pueden copiarte. Me molesta más que imiten tus señas de identidad -las gafas de colores, el confeti en el bolsillo…-. Que te copien es desagradable, pero también quiere decir que vas un paso por delante”. Si hay algo que de verdad le preocupa es que el nivel de la magia está bajando “porque también lo hace la cultura del esfuerzo”. Y lo dice con una baraja en las manos, todo el rato.

Con Pau Martínez, está en el empeño de hacer crecer El Rei de la Màgia. Martínez es hijo de Josep Maria Martínez y Rosa Maria Llop, que entraron en la tienda en 1984, cuando peligraba su existencia y podía convertirse en una carnicería. Joan Brossa movilizó algunos de sus amigos, como Antoni Tàpies, y apoyaron económicamente para evitar un traspaso mortal. El Rei de la Màgia es la tienda de magia más antigua del mundo. Otra cosa es fijar exactamente la fecha en que empezó esta aventura. En la fachada luce un rótulo que dice: “Casa fundada en 1881”. Pero, cuenta Martínez, una placa municipal ponía que lo fue en 1895. “La cambiaron hace poco y ahora pone que en 1894. Partagàs, el fundador, ya tenía una tienda en Barcelona, con otra ubicación, desde 1878. Partagàs abrió donde estamos, en la calle Princesa, en 1881. Con todo, faltan detalles”.

En la etapa de sus padres se abrió un espacio en la calle Junqueras con un teatro y un museo para albergar el patrimonio centenario de la tienda. “La experiencia, al final, resultó insostenible. Faltó apoyo institucional. El material estuvo dos años expuesto en Andorra y ahora está guardado en cajas esperando un destino mejor”. El mercado de la magia, explica Martínez, ha cambiado enormemente con los años. Ahora, muchos fabricantes también venden en internet sin pasar por las tiendas. “Hubo el fenómeno de las tiendas en línea asiáticas que se ha desinflado porque el aficionado se ha dado cuenta de que eran productos deficientes. Ya no hacen daño”.

En el Rei de la Màgia siguen fabricando algunos de los juegos que venden. Josep Maria, por ejemplo, sigue tallando el cochecito que adivina una carta. Hay mucho optimismo en la casa porque está creciendo de nuevo. Y no les preocupan los tutoriales de internet. “Crean afición. Internet es la primera línea de acceso, pero luego llegan a las tiendas buscando asesoramiento, garantía”. Aquí, el cliente encuentra un mago que le hace un juego y, si gusta y lo compra, le explican el truco. Como resume Martínez: “Has de vender una experiencia”.

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Sobre la firma

Tomàs Delclós
Licenciado en Derecho y Periodismo, fue profesor de Historia del Cine en la UAB durante varios años. Trabajó en las redacciones de Fotogramas, Tele/Expres, El Periódico y, durante más de treinta años, en EL PAÍS donde, como subdirector, participó en la fundación de Babelia y Ciberpaís. Fue Defensor del Lector.
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