Soberanistas y progresistas catalanes defienden el pontificado de Francisco por su defensa del diálogo
El Papa suscitó simpatías en los dos sectores desdeñados por Juan Pablo II. Nacionalistas y la izquierda valoran que frenara a movimientos conservadores


El empeño en parar los pies al integrismo, representado por los movimientos católicos conservadores, y la sensibilidad mostrada con respecto a Cataluña son dos elementos que han unido a progresistas y soberanistas a la hora de defender el pontificado de Mario Bergoglio, según coinciden en afirmar fuentes eclesiásticas. Para los soberanistas fue un Papa de mano tendida al diálogo, para la izquierda y singularmente para el president Salvador Illa “ha sido un líder moral que ha puesto a los pobres en el centro de su papado”, “muy a favor de la justicia social”.
Es difícil en la historia reciente encontrar un Papa capaz de suscitar simpatías en dos sectores que habitualmente han sido desdeñados por pontífices como Juan Pablo II, quien se negó a emplear el catalán -para disgusto de un obsequioso Jordi Pujol– al tiempo que contemporizaba con movimientos neoconservadores sobre los que pesaban algo más que sospechas de pederastia, como los Legionarios de Cristo del padre Marcial Maciel.
“Pujol en todos sus años de presidente no logró que de los labios de Karol Wojtyla surgiera el más mínimo acercamiento a Cataluña”, subrayan fuentes católicas nacionalistas. Y ello a pesar de que el ex president recordaba constantemente como a finales del siglo XI la Santa Sede reconoció “la independencia eclesiástica de Cataluña, que era tanto como afirmar la política”, según escribió Jaume Vicens Vives en Notícia de Catalunya.
Pero ni los ejemplares de la Enciclopedia Catalana abiertos por la página de esas raíces romano-cristianas de Cataluña ablandaron a un Juan Pablo II más preocupado por temas como por qué un católico podía apoyar la legislación sobre el aborto, las parejas de hecho o el divorcio que en pronunciar un “Bon Nadal”. “Lo dice hasta en maltés, pero no en cat
Bergoglio habló en catalán a diferencia de Wojtila, que nunca lo utilizó
alán, que es la lengua oficial de Andorra”, señalaba a finales de los noventa Albert Manent, entonces asesor de cultura de Presidencia de la Generalitat. “El único nacionalismo que entendía Wojtyla era el polaco”, aseguran fuentes postconvergentes.
Pero con Francisco las cosas cambiaron. En octubre de 2023 y durante la bendición de la imagen de la Virgen de Montserrat que se venera en la catedral de Girona, y después de saludar con un “bon dia a tots”, el Papa al ver el texto que debía leer en castellano le preguntó al cardenal arzobispo de Barcelona, Juan Josep Omella: “¿Esto no tiene que ser en catalán?” La burocracia eclesial decidió simplificar el don de lenguas del Papa argentino.
Pero quizás uno de los gestos más importante con respecto al espíritu de diálogo soberanismo y ya había llegado en 2021, durante la estancia en prisión de los líderes independentistas catalanes tras el procés. Hubo visitas discretas de algunos obispos a los presos, lo que hubiera sido impensable de no contar con la luz verde vaticana. La historia de esas visitas y de la preocupación con la que Roma siguió todo este asunto está por escribir, tal como recordaba el pasado lunes el entonces preso y hoy presidente del Parlament, Josep Rull.
Hubo visitas discretas de algunos obispos a los presos, lo que hubiera sido impensable de no contar con la luz verde vaticana”
Y respecto al indulto, en junio de 2021, los prelados catalanes apostaron –contra la opinión de la derecha y la ultraderecha española– por “la fuerza que tienen el diálogo y las medidas de gracia en todas las situaciones de conflicto”, un texto del que Roma estaba advertida y al que dio luz verde. Eso movió en septiembre de 2021 a que la Cadena COPE preguntará al Pontífice sobre el procés y las relaciones Cataluña-España: “Yo no sé si España está totalmente reconciliada con su propia historia, sobre todo la historia del siglo pasado. Y si no lo está, creo que tiene que hacer un paso de reconciliación con la propia historia”, y por “entrar en procesos de diálogo” y “huir de las ideologías”, que “impiden cualquier proceso de reconciliación”.
Mario Bergoglio fue un pontífice que trató de acercarse a aquellos sectores a los que la jerarquía eclesial más teme como los asuntos morales o los de justicia social. Sabedor de la involución que viven muchos seminarios, apostó por nombrar a religiosos como prelados. Y en el caso catalán destacan dos nombramientos: Octavi Vilà, ex abad cisterciense de Poblet , para la diócesis de Girona, y el dominico vasco Xabier Gómez para la de Sant Feliu de Llobregat. En una sociedad en la que según el Centre d’Estudis d’Opinió un 51% no tiene creencias y en la que solo un 7% de los católicos cumplen el precepto de ir a misa semanalmente, el Papa procuró asesorarse y no dejarse arrastrar por los informes de los nuncios.
Ha sido un líder moral que ha puesto a los pobres en el centro de su papado, my a favor de la justicia social”, dice Illa
Por ello, creó una comisión de obispos para afinar en los nombramientos. Los cardenales arzobispos de Barcelona y Madrid –Omella y José Cobo, respectivamente– entre otros, formaron parte de ella, recuerdan fuentes eclesiales. Su intención de parar los pies a los movimientos neoconservadores lo llevaron a intervenir el Instituto del Verbo Encarnado, relacionado con la ultraderecha argentina en sus orígenes y que cuenta con el respaldo del obispo de Vic, Romà Casanova, quien ha dejado a su cuidado algunas parroquias y viejos monasterios. El instituto fue fundado por Carlos Buela, fallecido en 2023 en Génova y sobre el que pesaban, al menos, una docena de casos de abusos sexuales y pedofilia.
Mientras se acerca en cónclave y se recuerda que 108 cardenales fueron nombrados por este Pontífice, no hay que descartar que el peso de la burocracia vaticana sea capaz de cambiar el rumbo emprendido por Francisco.
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