Los casos atendidos en el Clínic por intoxicación por cocaína rosa se cuadruplican en un año
El hospital barcelonés alerta de un aumento de las sobredosis de analgésicos y benzodiazepinas entre adolescentes con finalidades autolesivas

La cocaína rosa, popularmente conocida como tusi, ha encontrado su sitio en el mercado de la droga de Barcelona. El Hospital Clínic ha hecho público este martes el balance de actividad toxicológica en el área de urgencias y ha constatado que las intoxicaciones por consumo de esta sustancia, producida a base de MDMA y ketamina, se ha multiplicado por cuatro entre 2023 y 2024 (han pasado de ser el 0,66% de los casos atendidos a ser el 2,58%). Entre los 2.384 casos totales que ha recibido el Clínic por el uso abusivo de sustancias psicoactivas y nuevos consumos de riesgo, preocupa especialmente también el exponencial incremento de sobredosis con medicamentos. De estos pacientes, uno de cada dos pacientes sufrieron intoxicación por consumo de benzodiazepinas, como el conocido diazepam o el lorazepam recetados en casos de trastornos de insomnio y ansiedad. El segundo puesto, para sorpresa de Emilio Salgado, responsable de la Unidad Técnica de Toxicología Clínica, lo ocupan los analgésicos. “Es un fenómeno nuevo. Hemos detectado muchísimos casos de sobredosis de paracetamol”, alerta.
El tusi se asocia a la cocaína por su parecido aspecto en forma de polvo, solo que la primera sustancia tiene un color generalmente rosa y no blanco. Sin embargo, en la mayoría de los casos el tusi no contiene cocaína, sino sustancias estimulantes, depresoras y psicodélicas como la ketamina, el MDMA o la cafeína. Su variable composición hace que las consecuencias de su consumo puedan ser más difíciles de predecir, con el mayor riesgo que eso conlleva.
Si el estudio se desglosa por sexo, las intoxicaciones por drogas de abuso las copan los hombres (son el 71%), pero cuando se trata de sobredosis de medicamentos, la dinámica se revierte y las mujeres representan el 64%. Salgado ha definido este fenómeno como una “pandemia silenciosa”. “Es muy importante un trabajo multidisciplinar para poder tratar a estas personas y poder detectar nuevos consumos y nuevas dinámicas de abuso”, sostiene. El informe del hospital destaca también que uno de cada 10 personas atendidas por intoxicación por alguna sustancia son menores de 20 años.
Uno de los fenómenos relativamente nuevos que atiende el Clínic es el consumo de cannabinoides sintéticos, que se ingieren en las conocidas como golosinas de cannabis. Durante el 2024 se han atendido 24 casos confirmados por intoxicaciones con estas chucherías, una cifra que se ha duplicado en los dos últimos años. Estos productos son compuestos de síntesis que utilizan el esqueleto de la molécula cannabinoide, se modifica y pasa a tener una potencia 30 o 40 veces mayor, tal y como ha explicado Marina Parra, jefa de la sección de Farmacología y Toxicología del Servicio de Bioquímica y Genética Molecular. Parra advierte de que los investigadores y los profesionales sanitarios juegan al “gato y al ratón” debido al limbo legal en el que se encuentra la comercialización de estas sustancias. “Los márgenes legales de estos productos no están bien definidos y es preocupante que sean accesibles al público en locales de venta de CBD (la parte no psicoactiva del cannabis)”, ha subrayado.
El consumo de crack, una de las drogas que tanto inundó las calles en España durante la década de los ochenta, sigue al alza. Los casos que el Clínic ha recibido desde 2023 se han triplicado. Esta sustancia, históricamente asociada a personas de clase socioeconómica muy baja, es en esencia cocaína fumada. “Desde el punto de vista toxicológico, cuando una persona fuma cocaína, esta invade el torrente respiratorio mucho más rápido que si la consume por vía nasal. El año pasado fue la primera vez que vi un caso de hemorragia pulmonar por esta práctica”, ha lamentado Salgado. De todos los pacientes atendidos por consumo excesivo de cocaína, un 10% lo hicieron en forma de crack.
En cuanto a la fiebre del fentanilo en Estados Unidos, el equipo médico del Clínic no parece estar inquieto por si esta sustancia altamente tóxica llega a Cataluña. “Hasta ahora no hemos detectado casos de ingesta de fentanilo, pero sí que podría estar circulando en heroína adulterada. El fentanilo no llegará hasta aquí, pero sí podrían hacerlo derivados sintéticos en forma de nitocenos, una clase de opiáceos sintéticos con una elevada tasa de mortalidad”, ha concluido Salgado.
Detección de sustancias que escapan del control internacional
La Sección de Farmacología y Toxicología (Centro Diagnóstico Biomédico) detectó en 2024 hasta 233 casos de nuevas sustancias psicoactivas, es decir, drogas que no están controladas a nivel internacional por el Convenio de Naciones Unidas, pero que pueden suponer un elevado riesgo para la salud pública. Destaca la detección del consumo de alcoholes presentes en descongelantes y disolventes como el metanol.
El análisis también concluye que ha habido un incremento de un 22% en la detección del consumo recreativo de pregabalina mezclada con clonazepam (ansiolíticos como el Rivotril) o cannabis, y el resultado recibe el nombre de “karkubi”. Se trata de una droga alucinógena originaria del norte de África. Conocida como “la droga de los pobres”, ha generado preocupación debido a su creciente consumo en España.
“En los laboratorios tenemos que adaptar constantemente el análisis toxicológico a las nuevas tendencias de consumo de drogas de nuestro entorno para dar respuesta a las necesidades clínicas de nuestros pacientes. Así podemos ayudar en la detección de nuevas sustancias de abuso y actuar como centro de toxicovigilancia”, ha aseverado Parra.
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