Linares renace sobre su industria y quiere dejar atrás el cierre de Santana y la conflictividad social
Los proyectos en marcha cambian el estado de ánimo en una ciudad lastrada por la fuga de talentos y los enfrentamientos entre clanes


“Linares está de moda, está sonando”, comentaba en días pasados una eufórica Auxiliadora Del Olmo, alcaldesa de Linares (55.261 habitantes, Jaén) en presencia del presidente andaluz, Juanma Moreno, también del PP. Los dos escenificaron la “alfombra azul” que, según dijeron, el Gobierno autonómico ha tendido para atraer empresas al antiguo parque empresarial de Santana Motor, cerrado desde 2011 y símbolo del ocaso industrial de la ciudad. Al día siguiente, el ministro de Industria y Turismo, el socialista Jordi Hereu, repitió la misma escena en este caso para felicitarse por la llegada a Linares de la multinacional china Desay SV con un gran proyecto tractor en el sector de la automoción.
Sea como fuere, los numerosos anuncios que profetizan la reindustrialización del municipio ha cambiado el estado de ánimo de los linarenses. Por las calles se respira ahora un ambiente de mayor esperanza y optimismo.
Nada que ver con el escenario sombrío vivido en febrero de 2021. La brutal agresión que un vecino y su hija menor de edad sufrieron a manos de dos agentes de la Policía Nacional fue la chispa que encendió la ira ciudadana provocando graves disturbios callejeros que, de alguna manera, tenían su razón de ser en el hartazgo vecinal ante la profunda crisis económica y social que dejó el cierre de la empresa automovilística, y antes, en el último tercio del siglo pasado, la clausura de las minas de plomo.

“Es cierto que ahora se palpa un ambiente de expectativas que ha cambiado el ánimo de la ciudad que estaba tan alicaído”, indica Juan Rubio, maestro jubilado y uno de los fundadores de la Asociación Encuentro Democrático de Linares, un foro de reflexión creado para mejorar la convivencia y romper los estereotipos que tanto han dañado la imagen de la ciudad en los últimos años. Rubio valora el papel de la Universidad de Jaén en el campus de Linares y destaca las oportunidades que va a brindar el futuro Centro Tecnológico de la Defensa, Cetedex, que se está construyendo en la provincia.
Conflictividad social
Uno de los prejuicios del que no ha logrado aún desprenderse Linares es el que le atribuye una fuerte conflictividad social. A ello han contribuido los sucesos de esta última semana que han vuelto a hacer que Linares suene a escala nacional. El pasado jueves agentes de la Policía Nacional se vieron obligados a abatir a un hombre que, con escopeta en mano, disparaba a diestro y siniestro a las personas que circulaban por la barriada de La Paz. A un joven de 20 años lo dejó herido por un perdigonazo en la cara. Tanto la Policía como los vecinos de la zona indicaron que el fallecido tenía problemas mentales y no era la primera vez que atemorizaba a sus paisanos.
Mucho más habituales son los altercados que se producen en El Cerro, donde tres personas fueron detenidas esta semana por el enésimo enfrentamiento entre clanes rivales que conviven en este auténtico polvorín donde reina el desempleo, la pobreza y el tráfico de drogas. “Allí impera otra ley, la marginalidad es el pan nuestro de cada día, sacan a pasear las armas para probarlas y asustar a la familia rival, pero nunca van al bulto, siempre disparan a las fachadas”, comenta el periodista local Javier Esturillo, que lleva varias décadas contando las fechorías de los clanes de Los Mallarines, Los Sanitos y los Pikikis.
El último año la criminalidad creció en Linares un 18,6%, en contraste con el descenso del 3,3% de la provincia de Jaén, según los datos del Ministerio del Interior. El mayor incremento, de un 200%, se da en los delitos contra la libertad sexual y las sustracciones de vehículos, mientras que los delitos graves y menos graves de lesiones y riña tumultuaria crecieron un 90% y el tráfico de drogas lo hizo un 9,4%.
Pese a esos datos nadie en Linares relaciona los sucesos de las últimas semanas con una supuesta escalada de la conflictividad social. “No hay ningún polvorín social, sencillamente porque la gente se sigue marchando de la ciudad, en especial los más jóvenes, el talento local”, se lamenta el empresario Antonio Salvador Valero, que ha trabajado como director de obra de la nueva planta de la multinacional china Desay y antes fue miembro de la plataforma ‘Todos por Linares’. Sí que se congratula por el hecho de que un hijo suyo, ingeniero de Telecomunicaciones, haya apostado por su ciudad después de vencer las tentaciones que le supuso la concesión de una beca de la multinacional china Huawei.
Con todo, los últimos datos del INE constatan un incremento poblacional en Linares en 2024, algo que se explica en el aumento en un 22% del número de personas de otros países que se han empadronado en la ciudad, procedentes en mayor medida de Marruecos, Colombia, Venezuela y Perú. Cifras que contrastan con el descenso de los españoles, 1.442 menos que en 2021.
Uno de los jóvenes que dejó Linares es Javier Bris, que cuando tenía 20 años formó, junto a otros colegas con los que estudiaba Peritos, el partido político independiente CILU, que en los dos anteriores mandatos municipales ha contado con uno y tres ediles, respectivamente, en la Corporación linarense. “En 2011 corrían tiempos revueltos por el cierre de Santana Motor y donde casi nos quedamos sin campus universitario, y eso nos animó a meternos en política”, recuerda Bris que ahora, con 34 años, trabaja en Madrid como ingeniero de Telecomunicaciones de ADIF.
Asegura el exconcejal y teniente de alcalde de Linares que los niveles de desempleo, especialmente entre jóvenes, y la fuga de talento, relacionada con la falta de puestos de trabajo cualificados,” son un riesgo para mantener unos niveles socioeconómicos que favorezcan una adecuada convivencia”. Y alerta del peligro que entraña traer empresas con incentivos públicos. “Lo que con subvenciones viene, cuando acaben se irá, por muchas fotos y anuncios que provoque. Eso en Linares ya lo conocemos bien”.
Javier Bris considera que el cierre de El Corte Inglés, durante la pandemia, “fue demoledor para el estado anímico de la ciudad y para su tejido comercial. Linares dejó de ser el gran polo comercial, cómodo y cercano que venía siendo”.
La marcha de El Corte Inglés ha arrastrado al comercio tradicional de Linares a una profunda crisis. Muchos de esos comerciantes locales andan estos días recogiendo firmas para denunciar que se sienten olvidados y abandonados por las autoridades locales, a quienes culpan del impacto en sus establecimientos por las restricciones en el tráfico rodado debido a la entrada en vigor de la Zona de Bajas Emisiones. “Antes éramos el polo de atracción comercial y ahora nos vamos fuera a los centros comerciales de Jaén y de Granada”, resume Antonio Salvador.
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