Por ahora, todo es contexto
El juicio a García Ortiz ha comenzado como un guion sin trama principal: todas son secundarias


El interrogatorio a la ex alto cargo de La Moncloa y dirigente del PSOE madrileño Pilar Sánchez Acera había consumido ya un cuarto de hora. La acusación particular en el juicio al fiscal general del Estado porfiaba en hurgar en el pantallazo con el famoso correo en que el abogado del novio de Isabel Díaz Ayuso admitía sus delitos fiscales y que Sánchez Acera recibió el 14 de marzo de 2024 de un periodista de cuyo nombre, según ella, no puede acordarse. La pretendida implicación de La Moncloa en la filtración del correo había quedado hace tiempo fuera del caso, después de que la Sala de Apelaciones del Supremo constatase que el juez instructor, Ángel Hurtado, la dio por hecha sin más. Así que el pasado miércoles, en la vista oral del juicio, el presidente del tribunal, Andrés Martínez Arrieta, intervino para recordar al abogado de la acusación que ese era asunto cerrado.
El letrado, Gabriel Rodríguez-Ramos, alegó que lo que pretendía con el interrogatorio a Sánchez Acera era aportar “contexto”. El presidente le permitió continuar otro cuarto de hora. Hasta que, viendo que aquello no avanzaba, intervino de nuevo: “¿Vamos a seguir con el contexto?” El abogado ya no pudo responder otra cosa que el clásico “no hay más preguntas, señoría”.
El caso contra el fiscal Álvaro García Ortiz ha llegado a juicio sin aportar nada parecido a una prueba de cargo y las tres primeras jornadas de la vista tampoco han progresado en ese camino. Casi todo ha sido “contexto”. De ahí que un asunto desechado como el hipotético papel de La Moncloa ocupase casi una mañana entera de declaraciones.
El Supremo también descartó en su día que hubiese materia delictiva en la nota de prensa emitida por la Fiscalía que, para desmentir los bulos del jefe de gabinete de la presidenta madrileña, Miguel Ángel Rodríguez, daba cuenta de la disposición del novio de Ayuso, Alberto González Amador, a asumir su fraude a Hacienda. Ese comunicado fue el motivo alegado en la denuncia de este último contra el fiscal, en la decisión del Tribunal Superior de Madrid de proponer que se le investigase y en las primeras estridencias de tertulianos, columnistas y políticos de la oposición. En uno de los muchos exotismos de este caso, el Supremo les enmendó la plana, no vio nada en la nota, pero abrió otra vía: ordenó investigar la filtración del correo. Y puso la diana en García Ortiz, pese a que decenas de fiscales y funcionarios podían haber tenido acceso a él. Como el cuerpo del delito no ha aparecido y la acusación está obligada a coser un traje con retales de aquí y allá, la nota vuelve ahora a cobrar importancia en conexión con otros hechos. Y también ha acaparado varias horas del juicio. Más “contexto”.
La primera semana de la vista se ha parecido al guion de una película sin ninguna trama principal y un sinfín de ramificaciones secundarias. La cuestión crucial, quién filtró el correo, apenas ha aparecido en breves momentos. Las acusaciones y algunos titulares de prensa han vibrado con la declaración de la fiscal superior de Madrid, Almudena Lastra, que en marzo de 2024 se enfrentó a García Ortiz porque no consideraba urgente desmentir las falsedades de Rodríguez. En medio de una discusión sobre si había que publicar la nota, Lastra asegura que dijo al fiscal general “habéis” o “has” (no recuerda si en plural o singular) “filtrado el correo”. Y que su interlocutor le contestó: “Eso ahora no importa”. Es todo a lo que han llegado las acusaciones. En sentido contrario, dos periodistas han declarado que ya conocían el secreto supuestamente revelado antes de que llegase a manos de García Ortiz. Uno de ellos testificó con rotundidad que su fuente no era el acusado.
Queda una semana más, otras tres sesiones del juicio. Veremos si se logra salir del “contexto”.
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