Calviño reivindica la respuesta que dio el Gobierno a la pandemia y reduce “todo el ruido” con Podemos y Sumar a “controversias ficticias”
“La clave de nuestra política económica fue la responsabilidad fiscal, justicia social y reformas estructurales”, destaca la exvicepresidenta primera en la presentación de ‘Dos mil días en el Gobierno’


Nadia Calviño se fue a Luxemburgo hace casi dos años para presidir el Banco Europeo de Inversiones (BEI) pero es como si no se hubiera ido del Ejecutivo. La presentación de Dos mil días en el Gobierno en la que la ministra de Economía desde 2018 a finales de 2023 y vicepresidenta primera los dos últimos años repasa en primera persona su papel en la gestión de las crisis sucesivas que tuvo que afrontar la primera coalición en el poder, y además de izquierdas, desde la II República, generó una movilización impensable con distintas generaciones de socialistas y del empresariado para una mujer que arrastra la fama de tecnócrata, ortodoxa y distante desde el primer Gobierno bonito de Pedro Sánchez, una impresión que no comparte, y se siente identificada con la definición de defensora del rigor y la responsabilidad. “Siempre será una de los nuestros”, resumía uno de los siete ministros, ninguno de Sumar, que acudió a la Fundación Ortega-Marañón. “Nosotros tenemos a Nadia y ellos a nadie”, recordaba con tono burlón otro alto cargo del Ejecutivo parafraseando a Pedro Sánchez cuando reivindicaba a Calviño y sus buenos datos de crecimiento macroeconómicos frente a la falta de un plan económico del PP que basa su estrategia para regresar a La Moncloa en el antisanchismo.
La razón del libro (Editorial Plaza & Janés), “que era imprescindible publicar” según Calviño, se debe a que la exvicepresidenta no quería “que pasasen sin huella las políticas” del Gobierno ante la concatenación de dificultades que tuvo que sortear, sobre todo desde 2020. “No hay un manual de como responder a una pandemia, a crisis extraordinarias. Además, la gran crisis financiera [de 2008] le hizo perder una década a España y el daño social fue impresionante. Eso fue lo que nos encontramos al llegar al Gobierno y por eso la clave de nuestra política económica fue la responsabilidad fiscal, justicia social y reformas estructurales. La dimensión social ha sido importantísima en todas las medidas que se tomaron desde 2018”, ha remarcado la presidenta del BEI en un encuentro moderado por Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, y la periodista Marta García Aller.
“Ya no estoy en primera línea de la política, este libro es para explicar que muchas veces se toman decisiones trascendentales para la vida de los ciudadanos y se ven cubiertas por el ruido del día, ese ritmo febril que se ha acelerado exponencialmente con las redes sociales hace que a veces no entendamos lo que ocurre”, ha advertido Calviño poniendo el acento en la desinformación. Y también en los desencuentros que Unidas Podemos solía airear con el PSOE para su desconcierto. “Coaliciones de gobierno hay en la mayoría de los países europeos y en cualquier gobierno, en cualquier organización humana, en cualquier familia, hay distintos puntos de vista. Es más, cada ministro tiene una función y tiene un punto de vista, y, por tanto, el que haya debates y distintos puntos de vista es lo normal. Y para eso hay unos cauces dentro de las organizaciones, lo que es bastante extraordinario, o al menos yo no había visto, es la gran separación entre la realidad del trabajo dentro del Gobierno y todo el ruido y las controversias ficticias, en la inmensa mayoría, que se generaban alrededor”, ha recordado sus diferencias primero con Podemos y después con Sumar.
Uno de los pasajes más jugosos del Dos mil días en el Gobierno es en el que Calviño pone negro sobre blanco la mala relación con el socio minoritario de la coalición. “Con el Gobierno de coalición, el primero desde la vuelta de la democracia a España y casi el único en Europa con participación de un partido de extrema izquierda, me convertí para una parte del Gobierno en el enemigo a batir y, al mismo tiempo, para muchos ciudadanos y sectores del mundo económico nacional e internacional en el principal frente de resistencia ante las ideas más radicales e irresponsables del socio minoritario”, recoge.
La relación no fue mucho mejor con Sumar. En el libro también es importante de quien no se habla: Yolanda Díaz. Ni una línea en 336 páginas. A diferencia del desembarco de ministros socialistas del Gobierno actual y desde la llegada en junio de 2018 de Sánchez a La Moncloa —Carolina Darias, alcaldesa de Las Palmas y exresponsable de Política Territorial, y Reyes Maroto, extitular de Industria, Comercio y Turismo y portavoz del PSOE en la capital de España, ya habían llegado a la Fundación Ortega-Marañón media hora antes del inicio del acto— la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo se buscó otro plan y asistió, casi a la misma hora, al pase de presentación del largometraje documental Dolores Ibárruri. Pasionaria, en la Academia del Cine, a un kilómetro de distancia y un cuarto de hora andando. Los desencuentros entre Calviño y Díaz fueron tan variados como sonados: desde la denominada “prohibición de despedir” en pandemia, que impedía a los empresarios rescindir los contratos amparándose en la crisis provocada por la covid, al diseño y aprobación de la ley Rider. La intención de Díaz de derogar la totalidad de la reforma laboral que el Ejecutivo de Mariano Rajoy aprobó en 2012 provocó varias tormentas en el Gobierno de coalición. Al final, Economía reescribió muchos de sus puntos y tuvo que hacer concesiones en otros.
Calviño ha evitado ponerse medallas y ha puesto el foco en la respuesta en general del Gobierno a la peor crisis sanitaria en un siglo y la reacción para bajar la inflación, que se disparó al 10,8% por la guerra de Ucrania. “Todo es una labor coral, estoy orgullosa del conjunto. Todas las reformas estructurales, conseguir la financiación de Europa, los ERTE… Es imposible aislar una decisión. Se refleja una visión estratégica. Como en la decisión de los créditos del ICO, la rapidez y el acierto en el diseño de esos avales. Otros países lo hicieron, pero nosotros más rápido y con eficacia", ha valorado. ¿Y qué se le quedó en el tintero? “Me hubiera gustado aprobar la ley de protección del cliente financiero y haber hecho un gran banco público en torno al ICO”, ha reconocido, ante la atenta mirada de la vicepresidenta primera María Jesús Montero -que sucedió a Calviño a finales de 2023, cuando se fue al BEI- y los ministros Fernando Grande-Marlaska (Interior), Carlos Cuerpo (el delfín al que Calviño dejó en Economía), Óscar López (Transformación Digital), Luis Planas (Agricultura), Isabel Rodríguez (Vivienda)y Jordi Hereu (Industria).
Y no hubo ministros más por razones de agenda: el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, viajaba a La Haya para asistir a reuniones de Eurojust y Europol, y la portavoz del Gobierno y responsable de Educación, Pilar Alegría, que acompañaba a Felipe VI al 20º aniversario del diario 20 Minutos en el Teatro Real. Aun así la lista de presentes ha sido tan variada como notable: El ex secretario general socialista Joaquín Almunia, también excomisario de Asuntos Europeos y exvicepresidente de la Comisión Europea; Enrique Barón, ministro del primer Gobierno de Felipe González; Adriana Lastra, delegada del Gobierno en Asturias y exvicesecretaria general del PSOE; Maritcha Ruiz Mateos, ex director de comunicación del PSOE; la expresidenta del Congreso, Meritxell Batet, y Ander Gil, expresidente del Senado; el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi; la presidenta de Red Eléctrica, Beatriz Corredor...
La antigua peso pesado del Gobierno ha destacado como uno de los momentos más emotivos de su etapa en el Gobierno cuando se retiró al dictador del Valle de los Caídos, ahora de Cuelgamuros. “Fue un momento muy emocionante cuando se sacó a Franco, dejar atrás un momento tan negro de nuestra historia”, ha valorado Calviño, que ha concluido con un mensaje “de confianza y esperanza” para resolver la crisis de la vivienda. “Las generaciones más jóvenes van a tener su oportunidad”, ha dicho convencida.
—El libro está muy bien escrito, ¿has pensado presentarte al Planeta? —ha tirado con bala García Montero en la última pregunta.
-Poeta y provocador —se ha reído Calviño, esquivando la respuesta y compartiendo el buen humor con el resto de la estancia. A continuación, se ha sentado a firmar libros durante una hora larga.
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