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Los periodistas tienen la palabra en el juicio al fiscal

Dos informadores ratifican ante el Supremo que conocían antes que García Ortiz la confesión del novio de Ayuso

Declaración del periodista Jose Precedo, este miércoles en el Tribunal Supremo.Vídeo: EPV
Xosé Hermida

Gabriel Rodríguez-Ramos, el incisivo abogado del novio de Isabel Díaz Ayuso —o don Alberto, como exige Miguel Ángel Rodríguez que se le llame—, ensayó cierto gesto de perplejidad, casi como si le estuviesen revelando algo desconocido, cuando, en la vista del pasado martes del juicio al fiscal general del Estado, la directora de comunicación de este, Mar Hedo, le dejó caer:

—Es que en España hay muchas filtraciones.

En los juzgados, desde luego, las ha habido a cientos. Casi nunca se han investigado. Las ha habido incluso en este mismo proceso abierto para perseguir una filtración. Lo que se divulgaron no fueron precisamente detalles menores ni que no afecten a la intimidad de las personas, al igual que se alega en el caso que ha acaparado buena parte de la actualidad nacional en el último año. Como subrayó la Abogacía del Estado, que defiende al fiscal Álvaro García Ortiz, en su alegato inicial del juicio, durante la instrucción llegaron a manos ajenas datos como el domicilio y la dirección electrónica del acusado. Uno más entre los hechos extraordinarios que rodean este proceso: la indagación sobre quién hizo llegar a la prensa el documento en el que el abogado de don Alberto González Amador confesaba un fraude a Hacienda ha sentado en el banquillo del Tribunal Supremo a García Ortiz, jefe del ministerio público y sexta autoridad del Estado.

Como lo que se investiga es una filtración y cómo ha llegado a juicio sin que el magistrado instructor, Ángel Hurtado, lograse encontrar nada parecido a una prueba de cargo, los periodistas se han convertido en testigos clave. Ayer declararon seis y la semana próxima lo harán otros seis. Dos de ellos reiteraron lo que ya habían dicho a Hurtado y este decidió ignorar alegando que no les concedía credibilidad: que ambos supieron que el abogado de González Amador había enviado un escrito a la Fiscalía de Madrid reconociendo su fraude a Hacienda antes de que tal documento llegase a manos de García Ortiz. La defensa lo esgrime como un dato decisivo para demostrar que el secreto de cuya filtración se acusa a García Ortiz no era tal secreto. Uno de los testigos, José Precedo, de elDiario.es, el primero que publicó las noticias sobre el fraude del novio de Ayuso, dio un paso más: dijo que no podía revelar su fuente, pero que no fue en ningún caso el acusado.

En la sala de vistas del Tribunal Supremo donde se desarrolla el juicio aún persistía un eco lejano del espectáculo protagonizado la víspera por Miguel Ángel Rodríguez (MÁR) y sus lecciones sobre periodismo. El jefe de gabinete de Ayuso se dedicó a desacreditar a los informadores que destaparon el fraude de don Alberto. Y para justificar su bulo de que la Fiscalía había frustrado en marzo de 2024 un pacto con González Amador “por órdenes de arriba”, en una maniobra “fea y sucia” —que provocó la reacción del ministerio público que ha llevado al banquillo a García Ortiz—, Rodríguez defendió un estrambótico concepto del periodismo: una especie de licencia para mentir. “Era un mensaje sin apoyo en ninguna fuente. Yo soy periodista y trabajo en política. No soy un notario que necesite ninguna compulsa”, alegó con aire de suficiencia.

Con esos antecedentes, Precedo hizo algo más que explicar su relación con el caso: defendió la profesionalidad de su trabajo y la dignidad del buen periodismo. “Nosotros comprobamos todo lo que publicamos, aunque aquí se dijese ayer otra cosa. Cuando aquí se ataca a periodistas, se les llama mentirosos, se está jugando con su reputación”, clamó. “A veces eso te lleva a publicar las cosas más tarde, pero te hace dormir mucho más tranquilo”.

Como ya había manifestado en la instrucción, el periodista de ­elDiario.es reiteró que él disponía desde el 6 de marzo de 2024 de un pantallazo con el correo en el que el abogado de González Amador admitía los delitos de su cliente. Es decir, una semana antes de que se le enviase al fiscal general. La estrategia de la acusación particular era erosionar la credibilidad del testigo. Y lo asaeteó con la pregunta, formulada de mil maneras, de por qué no lo publicó hasta una semana después. Precedo explicó que la fuente que le entregó toda la documentación del caso no le permitía que hiciese un uso público de ese correo. Y que no le dio su autorización hasta que empezó a salir en otros medios.

El periodista admitió que mantiene desde hace 20 años una relación profesional con García Ortiz, desde la época en que ambos trabajaban en Galicia. Una de las acusaciones populares trataba de desacreditarlo por ese flanco. Se encontró con una afirmación contundente: “No me ha pasado un papel nunca”. Y entonces, al final de casi hora y media de interrogatorio, el periodista, con un ligero timbre de emoción, declaró algo más:

—Yo tengo un dilema moral, porque sé quién es la fuente.

El presidente del tribunal, Andrés Martínez Arrieta, reaccionó con un extraño verbo:

—No nos amenace…

—Yo no amenazo nada. Digo que yo sé quién es la fuente, pero no lo puedo revelar, y eso me provoca un dilema moral porque aquí se le está pidiendo cárcel a una persona que es inocente.

La defensa volvió a recibir buenas noticias con el testimonio de Alfonso Pérez Medina, corresponsal judicial de La Sexta. Este periodista ya había facilitado durante la instrucción un pantallazo de un chat interno de su redacción en el que quedó registrado que a las 21,54 horas del 13 de marzo, él ya comunicó a sus compañeros la información de que el novio de Ayuso había propuesto un pacto a la Fiscalía de Delitos Económicos de Madrid por el que reconocía los delitos. Esto es, cinco minutos antes de que el correo que lo corroboraba fuese enviado a la Fiscalía General del Estado, en alerta para recabar datos para desmentir el bulo que a esa misma hora difundía MÁR. Pérez Medina declaró que no disponía del correo, pero que había confirmado su contenido por tres fuentes distintas. Así lo publicó pocos minutos después en la web de La Sexta.

El periodista de La Sexta hizo esas indagaciones después de que media hora antes, El Mundo hubiese difundido otra información, en este caso errónea: que era la Fiscalía quien ofrecía el pacto a González Amador y no al revés. El autor de esa noticia, Esteban Urreiztieta, también prestó declaración. Aunque no se ajustase a la realidad, Urreiztieta defendió su enfoque señalando que él solo pudo conseguir otro correo en el que la Fiscalía se mostraba dispuesta a negociar el acuerdo. Esa comunicación había sido facilitada esa misma mañana por González Amador al jefe de gabinete de Ayuso, como admitieron ambos. Pero a preguntas de la defensa, el periodista de El Mundo apuntó algo más: que desde tiempo antes, ya sabía por varias fuentes que la pareja de la presidenta madrileña tenía la “voluntad” de llegar a un acuerdo con la Fiscalía que implicaba la “admisión de los delitos” y penas que no implicasen su entrada en la cárcel.

Urreiztieta quiso dejar claro que él nunca dio pábulo a las fabulaciones que trataba de vender MÁR sobre una supuesta intervención política para evitar el acuerdo con González Amador. Otros medios, en cambio, sí lo compraron esa misma noche del 13 de marzo. Periodistas de dos de ellos, Vozpópuli y Libertad Digital, también comparecieron en el juicio. Ambos publicaron un titular casi idéntico: “La Fiscalía ofreció al novio de Ayuso un acuerdo que ‘después retiró por órdenes de arriba”. Eran justamente las mismas palabras que estaba empleando Rodríguez en su campaña de agitprop en redes sociales y chats con periodistas. El bulo se presentaba como hecho cierto sin atribuir las declaraciones a la mano derecha de la presidenta madrileña. Los comparecientes en el juicio se limitaron a apelar al derecho a proteger sus fuentes. La jornada se cerró tras haber ofrecido una muestra de lo mejor y lo peor del periodismo.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.
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