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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¿Jóvenes contra ’boomers’? Cuatro gráficos para entender la tensión generacional

El debate está justificado porque los datos muestran brechas reales. Además, apuntan una causa de fondo: España no crece como antes

Kiko Llaneras

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¿Nuestro sistema beneficia demasiado a los mayores? El debate generacional se ha intensificado, mezclando argumentos razonables con trampas y malentendidos. Mi posición: la queja está justificada, aunque el problema no tenga solución simple.

Primero esquivemos una distracción: da igual si los jóvenes han vivido mejor que sus padres. Mi generación (1981) vive mejor que la anterior (1950) y espero que mi hija viva todavía mejor (2023). España es un país más rico, sano, libre e igualitario. Pero eso no impide que sea cierto lo siguiente: se ha abierto una brecha económica entre generaciones que no existía. Los números lo evidencian.

Es visible en las rentas. En 2004, los mayores de 65 tenían una renta mediana un 20% menor que la población general; hoy la tienen un 5% superior. ¿El grupo con rentas más bajas? Los hogares con niños. En dos décadas, los mayores han subido, los jóvenes han bajado y las familias con niños han quedado al final.

Las estadísticas de pobreza apuntan lo mismo. En 2004, las personas en edad de jubilarse eran el grupo con mayor riesgo de pobreza: un 30% estaba en esa situación. En 2024, esa cifra se ha reducido a la mitad (16,8%) y la pobreza golpea más a jóvenes (21%) y niños (29%).

Además, la brecha se ensancha con los patrimonios. Antes de la crisis (y de la burbuja inmobiliaria), los hogares más ricos eran los de 45 a 64 años; ahora son los mayores, aquellos por encima de 65 o 75 años… ¡Pero es la misma gente! La cohorte nacida en 1940-1960. En 2005, con 45-64 años tenían los patrimonios más altos. Y en 2024 los tienen también. Mientras tanto, los hogares jóvenes se han empobrecido. El hogar de 40 años típico tenía el doble de patrimonio en 2002 (132.000 euros) que en 2022 (77.000).

La vivienda es un factor esencial en el gráfico anterior. Una generación compró su casa y luego la vio revalorizarse. Los que vinieron después lo tuvieron más difícil porque los precios ya habían subido. Pero este no es el único motor del gráfico. Desde 2002, los hogares de 75 años también han pasado desde la cola a la cabeza en “activos financieros” y en “propiedades inmobiliarias diferentes de la vivienda principal” (los que las tienen eran el 22% y ahora son el 57%).

¿Qué sacar de estos datos?

Los datos justifican la conversación generacional. Hemos pasado de un país donde los mayores tenían más probabilidad de ser pobres a uno donde ocurre lo contrario. Por supuesto, hay heterogeneidad: hay jubilados con rentas bajas y jóvenes que heredarán fortunas.

Esa mezcla se usa contra la crítica boomer. Se argumenta así: “La supuesta brecha generacional es un señuelo para no hablar de ricos y pobres”. Pero hay una lectura al revés: las ayudas universales para los mayores —las que se dan sin mirar rentas, con sus ventajas e inconvenientes— se han vuelto más regresivas que hace 20 años, precisamente porque el colectivo de jubilados es ahora más heterogéneo e incluye más personas con dinero. Un ejemplo visible son los viajes del IMSERSO o los bonos de transporte. Beneficios que hace unas décadas llegaban masivamente a españoles de rentas bajas ahora llegan a un grupo más variado económicamente.

¿Hay que reequilibrar nuestro gasto social? Creo que sí. España gasta un 5% más que la media UE en pensiones por jubilación y supervivencia, según Eurostat. En cambio, gastamos menos en vivienda, menos en combatir la exclusión social y mucho menos —la mitad— en familias y niños. No quiero decir con esto que existan soluciones mágicas. Toda redistribución es delicada. Por derechos adquiridos, porque se rompen equilibrios y porque nunca es seguro que lo que ganas compense lo perdido.

Me conformo con añadir un elemento que no recibe la atención que merece: el crecimiento.

España vivió entre 1960 y 2005 un salto económico extraordinario. Esa es la gran ventaja de los boomer: su generación vio y capturó ese despegue. El problema es que ese ciclo se cerró. Mirad el gráfico: entre 1985 y 2005, el PIB per capita español subió un 70%, pero desde 2005 apenas lo hizo apenas un 11%.

Nuestro mapa

Cambio del PIB per cápita en España con respecto a 1985 y 2005

OurWorldInData / EL PAÍS

Ese fin del crecimiento alimenta la tensión actual. Cuando la economía avanza, es más fácil repartir, pactar y esperar: todas las clases y generaciones mejoran, aunque sea de forma desigual. Pero cuando el crecimiento se estanca, la desigualdad pesa más y nos instalamos en lógicas de suma cero. Y eso empuja al conflicto, entre clases, entre generaciones e incluso dentro de una misma familia.

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Sobre la firma

Kiko Llaneras
Es periodista de datos en EL PAÍS y doctor en ingeniería. Antes de llegar al periódico en 2016 era profesor en la Universitat de Girona y en la Politécnica de Valencia. Escribe una newsletter semanal, con explicaciones y gráficos del día a día, y acaba de publicar el libro ‘Piensa claro: Ocho reglas para descifrar el mundo’.
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