Prometeus, una red para democratizar la universidad
Voluntarios jubilados y universitarios navarros forman y acompañan a estudiantes de instituto para que alcancen estudios superiores


Cuenta la mitología que Prometheus robó el fuego a los dioses para dárselo a los hombres y que eso fue el punto de inflexión que permitió el desarrollo de la civilización. El control del fuego, de lo básico, como punto de partida, como mecha del progreso. Hoy en día, Prometeus es un programa piloto impulsado por la Universidad Pública de Navarra junto con el departamento de Políticas Migratorias y Juventud para acompañar al alumnado del cuarto curso de educación secundaria obligatoria y bachillerato, procedente de otros países o en una situación de vulnerabilidad, con el fin de que pueda alcanzar estudios superiores.
Se está desarrollando en la actualidad con estudiantes de dos centros públicos de Pamplona, Julio Caro Baroja y Plaza de la Cruz, y no se descarta ampliarlo en un futuro a más. El objetivo, según cuenta el técnico Ekaitz Irujo (Pamplona, 29 años), es acompañar a estos estudiantes “desde el instituto hasta la universidad, poniendo especialmente el foco en la población vulnerable, que tiene ciertas dificultades de partida, y para las que este acompañamiento es importante a la hora de generar una red de apoyo”. La creación de ese sostén es fundamental para lograr otro de los fines, el retorno social: que este mismo alumnado sea el que, en un futuro, acompañe y ayude a las siguientes generaciones.
El camino empieza en el propio instituto, explica la técnica Irune Ansa, residente en Pamplona de 27 años. Acuden a las aulas para informar, asesorar y motivar al alumnado con la intención de que acceda a la universidad. Lo hacen a través de varias herramientas, incluidas las entrevistas individuales. No hay que cumplir ningún requisito para solicitarlas, apunta Irujo. Este último curso, por ejemplo, se han entrevistado individualmente con 110 estudiantes. El año pasado fueron 68. En esta fase, se pueden demandar los denominados “cara a cara”: universitarios que se reúnen con los estudiantes para contarles en qué consisten sus carreras y qué pueden esperar de ellas si deciden apostar por la universidad.
El hecho de que los menores puedan hablar con otras personas que están cursando esos itinerarios es clave, insiste Ansa, porque “una de las razones por las que no se accede a estudios superiores es la falta de referencialidad”. Es decir, la ausencia de personas en el entorno que hayan cursado estudios superiores y a las que poder preguntar las dudas. No es el único obstáculo al que se enfrentan un número importante de estudiantes. “Veíamos que hay una desigualdad educativa de partida. Hay personas a las que les cuestan más las matemáticas, pero pueden ir a una academia, y luego hay familias que no pueden dar esa respuesta”, señala Ansa.
El problema es que después todos compiten contra todos para poder acceder a un grado o a los estudios de formación profesional. “Hay alumnado que acababa de llegar de otro país donde el inglés o las matemáticas se explican diferente y cuando llegan, se tienen que adaptar a lo que toca aquí”, apunta Ansa. Esto les complica mucho el poder sacar adelante la asignatura. De ahí que los técnicos se pusieran en contacto con la Aulexna, el aula de la experiencia, a la que acuden personas ya jubiladas. Se presentaron como voluntarios Henry y César, dos ingenieros. Ellos dos han estado impartiendo clase de matemáticas e inglés a 33 chavales dos días a la semana.
La experiencia ha sido importante para Zuny Gelvez, joven de 18 años procedente de Saravena (Colombia). Llegó hace poco más de año y medio a Navarra y, cuenta, no ha sido fácil entender estas asignaturas. Las clases impartidas por estos dos voluntarios le han ayudado a superar las materias, a entender su contenido y, sobre todo, a ganar confianza en sí misma: “Ya no me da tanta pena el preguntarles a estos profesores lo que no entiendo. Antes, en el transcurso de las clases, me daba cosa por los compañeros, no me sentía tan segura de preguntarles a los profesores de mi instituto y con Henry y César lo podía hacer”.
En la actualidad, Zuny está a punto de empezar sus estudios de formación profesional básica de Estética y se encuentra en la segunda fase del proyecto, la etapa de transición. Aquí, los participantes asesoran a los estudiantes para, por ejemplo, tramitar las becas o realizar las preinscripciones. Si estos optan por matricularse en la Universidad Pública de Navarra, comienza un seguimiento más “intenso”. Esto también depende, matiza Ansa, del contexto de la persona: “Hay alumnado que tiene un contexto más favorable, que igual no requiere de tanto acompañamiento, y estudiantes que tienen una situación más complicada y demandan más”.
En la actualidad, acompañan a 21 personas que solo tienen un requisito: cumplir con sus obligaciones académicas. Se les pide que vayan a clase y que estudien. Aquí, también se busca la ayuda “entre iguales”. Es decir que, por ejemplo, un estudiante que cursa tercero de carrera ayude a otro que está empezándola. Prometeus también sale del área académica. En la fase de instituto, existe una rama de mentoría social. Hay alumnos universitarios que se convierten en mentores de los chavales de instituto durante un curso.
“Es una mentoría integral que utiliza espacios de ocio, espacios seguros”, explica la técnica, y puede incluir “desde clases de matemáticas hasta ir a pasear o enseñarles Iruña porque no la conocen”. Este año se han formado cinco parejas y una de ellas es la constituida por Samuel Micu Popescu, pamplonés de 22 años estudiante de Psicología, y su mentorado, un estudiante de 16 años. “El programa ha terminado, pero yo me sigo hablando con mi chaval y con su familia, hemos hecho unas migas increíbles”, confiesa.
Se han estado reuniendo una vez a la semana para realizar actividades de todo tipo: desde scape rooms hasta rutas por el monte o cocinar. “Me ha tocado ponerme creativo para conectar con mi chaval porque él venía de Brasil. Sabe español, pero como se metían un poco con él por no hablarlo a la perfección, no se comunicaba tanto conmigo. Así que he buscado alternativas para que se sintiese cómodo y disfrutase”, cuenta Micu. En su caso, han dejado de lado lo académico porque así lo ha decidido su mentorado, pero han logrado forjar una amistad.
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