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Archivada la causa contra Nordin, el ‘influencer’ español con 500.000 seguidores detenido por supuesto yihadismo: “Ahora, ¿cómo se limpia esto?”

La Audiencia Nacional, que lo mantuvo tres meses en prisión provisional, concluye que no se han “acreditado” las acusaciones: “Me sentí traicionado por mi país, España”, denuncia el ‘youtuber’

El 'influencer' Noureddin El Yemlahy, conocido como 'Nordin', este miércoles en Caravaca de la Cruz (Murcia).
J. J. Gálvez

La vida del influencer español Noureddin El Yemlahy, conocido en la red por el alias de Nordin Workout, ha dado muchos giros en poco tiempo. Arrancaba 2025 como un youtuber experto en calistenia —con más de 500.000 suscriptores en esta red social y decenas de miles de seguidores en otras como TikTok e Instagram—, que había sido protagonista de reportajes de revistas deportivas e, incluso, imagen de alguna marca. Sin embargo, a las pocas semanas de empezar el año, la Guardia Civil lo detuvo acusado de supuesto yihadismo y la Audiencia Nacional ordenó ese mismo enero su ingreso en prisión provisional. A sus 29 años, este vecino de Leganés (Madrid) ha pasado más de tres meses entre rejas, hasta que el juez Ismael Moreno decidió ponerlo en libertad en mayo. Ya en julio, ha archivado la causa contra él: “Ahora, ¿cómo se limpia esto?”, se pregunta Nordin, que clamó por su inocencia reiteradamente.

El magistrado firmó la resolución que dio carpetazo a las pesquisas el pasado 10 de julio: “Los hechos objeto de investigación, a tenor del resultado de las diversas diligencias practicadas, no han quedado suficientemente acreditados”, escribió Ismael Moreno, tras recibir la petición de la Fiscalía y de la defensa de que sobreseyera el caso. Atrás queda más de un año de indagaciones de la Guardia Civil (buena parte, en secreto), que estallaron el 22 de enero de este 2025, cuando Nordin fue arrestado.

“Yo me estaba levantando a las 06.30. Voy al salón y, de repente, veo la puerta volando. Pensaba que se caía el edificio o un terremoto. Entonces, entran tíos de tres metros del GAR [Grupo de Acción Rápida del instituto armado]: ‘Alto, alto, alto’, gritaban”, recuerda el influencer. “Me esposan y sacan a mi mujer. Nos sientan en el sofá y, a la que llega el inspector con pasamontañas, me dicen: ‘Está usted detenido por adoctrinamiento físico y en redes sociales de salafismo yihadista’. Miro a mi mujer y digo: ‘Joooder”.

En su auto de archivo, el juez Moreno resume la principal acusación que pusieron sobre la mesa contra Nordin, nacido en Madrid e hijo de inmigrantes de origen marroquí: “A través de su perfil de Instagram difunde vídeos en compañía de otros jóvenes musulmanes que realizan ejercicios de calistenia y de lucha cuerpo a cuerpo, los cuales son editados, introduciendo música de fondo consistente en cánticos a capela de nasheeds y que servirían como plataforma de captación de nuevos individuos afines a su ideario”. La Guardia Civil reiteraba esa tesis en una nota de prensa publicada a los pocos días del arresto: “Tras la apariencia de videos sobre el entrenamiento físico, en modalidades como la calistenia o la defensa personal, camuflaban consignas y nasheeds con un fuerte poder adoctrinador en el ideario yihadista”.

También le atribuyeron participar en reuniones de calistenia organizadas por el perfil @thebasinmovement, “grupo gestionado” por una tercera persona que “tiene una concepción radical del islam”. El youtuber, que insiste en condenar la violencia y el radicalismo en una conversación con EL PAÍS, critica las inferencias de los agentes y niega sus acusaciones. Su defensa indicó que, de la lista de reproducción que se le achacaba con 205 nasheeds (un tipo de cántico musulmán) o “composiciones similares”, la Guardia Civil solo mencionó cinco sospechosos: “El resto no guarda ninguna relación con el extremismo”. Nordin alega que desconocía que esos cánticos pudieran causarle problemas: “Cuando tú pones en la búsqueda de Instagram una canción, entiendes que esa canción ha pasado un filtro. Yo cojo una canción random de internet, veo que la ha utilizado un tío en el Reino Unido y que no ha pasado nada y que sigue funcionando, pues no pienso que me van a tirar la puerta abajo”.

“Me dicen que capacito a las personas a la yihad a través de mis vídeos, ¡cuando llevo haciendo videos en YouTube desde 2012!”, abunda el influencer, antes de añadir que el tipo de contenido que hace es público. Su principal canal en esta red, donde acumula más de medio millón de suscriptores, está especializado en deporte callejero y calistenia. Su perfil similar en Instagram suma casi 100.000 seguidores. También tiene una web y podcast titulados La última Medina, centrados en la cultura islámica y la comunidad musulmana, donde han participado Andrés Martínez Lorca, catedrático de la UNED; y el arabista Emilio González Ferrín, profesor de la Universidad de Sevilla, entre otros.

Una parte de la vida de Nordin, que está casado y espera actualmente un hijo, está volcada en internet. En 2013, con un proyecto para fomentar “hábitos saludables” en la juventud mediante el fomento del deporte callejero, ya ganó un premio de la fundación Ashoka, una ONG internacional que promueve el emprendimiento social. Ha participado como representante de España en competiciones internacionales. Ha protagonizado reportajes de revistas como GQ o Men’s Health, donde se le presentaba como imagen de una de las colecciones de la marca Reebok. “Mi padre es conserje del Ayuntamiento. Yo he estudiado administración de empresas, mi hermano es abogado, mi otro hermano es fiscalista, mi hermana está estudiando Política... Somos una familia normal y corriente”.

Dos días después de su arresto, la Audiencia Nacional ordenó su reclusión provisional. Fue llevado a la cárcel de Soto del Real. Semanas después, lo trasladaron al centro penitenciario de A Lama (Pontevedra). “Cuando entré en prisión, me sentí traicionado por mi propio país”, afirma. En sus noticias, varios medios lo calificaron como “influencer marroquí”. “Ya no era español. Cuando antes ganaba campeonatos, cuando antes enseñaba en Reebok como atleta, cuando antes salía en Men’s Health, sí era español”, apostilla, mientras muestra varios vídeos subidos a internet donde se le escucha decir frases como: “Yo amo a España. Soy español porque participo en esta sociedad” o “Ayer, un loco pirado mató a un sacristán en una iglesia de Algeciras”, en rechazo al atentado cometido en 2023 en esa ciudad.

Captura de pantalla de un vídeo de Nordin sobre calistenia, subido a su canal de Youtube.

El influencer vivió entre rejas (una parte, en régimen de aislamiento) hasta el 12 de mayo, cuando se decretó su libertad, aunque se restringieron sus movimientos (se le retiró el pasaporte, se le prohibió abandonar el país y se le obligó a comparecer cada 15 días en un juzgado). Apenas dos meses después de salir de prisión, el juez ha archivado la causa tras solicitarlo la Fiscalía y la defensa. En su escrito, el ministerio público sigue insistiendo en que Nordin se “radicalizó” y que consumió “propaganda yihadista en diferentes formatos” (además de los nasheeds, menciona búsquedas en la red sobre atentados o información de Hamás), pero matiza ahora que “ser radical no es constitutivo de delito” y concluye que “su actividad” conocida “no reviste características de intensidad suficiente” para considerar que ha supuesto “un riesgo, si quiera abstracto”. La acusación también califica de “inocua” su supuesta influencia radical en sus círculos privados de familiares y amigos.

Para el influencer y sus abogados, estas palabras del fiscal son solo un intento de salvar los muebles tras unas pesquisas cargadas de “clichés” de la Guardia Civil, en la que obviaron contraindicios que desmontaban sus teorías. Nordin asevera que “búsquedas académicas” para su podcast (como “¿Fue el ISIS creado por EEUU?”) o noticias sobre Palestina se convirtieron en elementos para encerrarle. También le acusaron de intentar desplazarse a “escenario bélico” en 2015 y 2018, pero él lo niega tajante. “Se ha invertido el sentido de la investigación judicial”, reprocha Rubén Vaquero, que ha ejercido la defensa de El Yemlahy junto a su compañero Diego Cardona. “Se da veracidad a que esta persona es un delincuente antes de que se sustente. Y se filtran una serie de informaciones a determinados medios, que empiezan a reproducir de manera sistemática que es terrorista y que hay pruebas de ello. De esta forma, hay una condena pública, que se convierte en un estigma del que no puede salir aunque gane el procedimiento”.

En el libro Acusados de terrorismo yihadista en prisión preventiva: una historia de automatismo, exceso y disfunción, el investigador José Núñez Fernández, profesor de Derecho de la UNED, analiza más de 150 procedimientos judiciales y hace hincapié en que se detecta una utilización “masiva, prolongada y aparentemente indiscriminada” de la prisión preventiva en esta clase de delitos, pese a que la ley obliga a que se use de forma restrictiva y a que la mayoría de acusaciones no describen actos “violentos” ni dirigidos “contra víctimas concretas”: “Destaca el alto porcentaje de personas que, habiendo estado privadas cautelarmente de libertad, resultaban después absueltas”.

“Cuando no encuentran nada, intentan sacar cosas fuera de contexto”, sigue Nordin, al que al principio acusaron de autodenominarse “Soldado de Alá” (en el auto de archivo, el juez apunta que ese término lo usaba otra tercera persona). “Lo que estoy denunciando son unos indicadores, hechos por policías, que están funcionando horriblemente mal, que se están llevando gente por delante. Con todo el respeto del mundo, diría que muchos informes [policiales] de ese tipo son profundamente islamófobos”, acentúa el influencer, que critica esa constante sombra de “sospecha” y se pregunta “cuál es el mensaje que se lanza”. “¿Se trata de decir que: ‘incluso el que parecía el mejor de todos, mira lo que esconde detrás’? ¿Ese es el relato? ¿El de ‘desconfía de cualquiera’?”.

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Sobre la firma

J. J. Gálvez
Redactor de Tribunales de la sección de Nacional de EL PAÍS, donde trabaja desde 2014 y donde también ha cubierto información sobre Inmigración y Política. Antes ha escrito en medios como Diario de Sevilla, Europa Sur, Diario de Cádiz o ADN.es.
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