El general expedientado por Vox estalla: “Los que éramos leales, cercenados; y los que eran serviles, premiados”
La formación ultra suspende de militancia e inhabilita a Antonio Budiño tras pedir, junto a un centenar de militantes y cargos, la rendición de cuentas de Abascal


Antonio Budiño, general retirado del Ejército de Tierra, fue cabeza de lista de Vox al Congreso por Pontevedra en las dos convocatorias de elecciones generales de 2019. La estrategia de Vox era que se relacionaran los valores del Ejército —la institución en la que más confían los españoles, según el CIS— con los de su partido. En ese momento, Budiño creía en los principios de Vox. Pero a su parecer, esos principios han cambiado, lo que le llevó, junto a un centenar de militantes y cargos, a firmar en febrero una declaración para exigir al presidente de la formación, Santiago Abascal, rendición de cuentas sobre su gestión política y la convocatoria de un congreso para volver a los orígenes del partido. La cúpula le abrió entonces un expediente que ha supuesto su suspensión de militancia durante cuatro años. Tras eso, Budiño publicó un duro mensaje en su perfil de X donde calificaba al partido de Abascal de “falsario” y “traidor a sus principios fundacionales”.
Nada de lo que los firmantes pedían en el manifiesto ocurrió en la Asamblea General Ordinaria que Vox celebró en Madrid en junio. En lugar de tomar nota de las críticas en el seno de la formación, el partido abrió un expediente por deslealtad y por “haber dañado la imagen” de la formación a todos los asistentes a la reunión de la que salió la Declaración de Barajas. Uno de los expedientados fue el general retirado Antonio Budiño, que el pasado viernes recibió una notificación por la que le suspendían de militancia y le inhabilitaban para ejercer cargos en el partido durante cuatro años.
El general Budiño indica a EL PAÍS que no sabe cuál es la hoja de ruta que hoy sigue Vox, y que si ahora se celebrara una asamblea extraordinaria para refundar el partido se aprobaría todo “a la búlgara” porque “a una cuarta parte los han echado y a otra los han suspendido de militancia…”. “El 99% va a estar de acuerdo con lo que allí se diga”, zanja. “Vox es un partido necesario, pero un Vox no fanatizado, no un Vox que se ha ido por los cerros de Úbeda, con gente extraña, con ideas raras… No sé cuál es la partitura que sigue Vox”, indica.
Budiño concluye que el partido se ha convertido en un chiringuito y que se ha desentendido de las bases: “Han montado un chiringuito para 40 o 50, lo quieran llamar como lo quieran llamar, pero es un chiringuito”, dice. Y afirma que los críticos no buscan “acabar con Vox”, sino que “es Vox el que quiere acabar con los leales al partido”. “Los que éramos leales, cercenados; los que eran serviles, premiados”.
Budiño explica que, tras las generales de noviembre de 2019, el partido comenzó a “defenestrar” a quienes le apoyaban en la campaña: “Metieron a quienes más piedras me pusieron en el camino”. Relata que puso el caso en conocimiento del presidente de la formación, Santiago Abascal, que le dijo que lo iba a poner en conocimiento de la cúpula. Nada sucedió. “Empezaron a poner amiguetes”, cuenta Budiño. “La meritocracia era ser amigo de o estar en el gimnasio con… Sin otros parámetros. No me gustó. Si estás hablando de méritos y de regenerar la política y caes en lo mismo que acusas a otros… Me empezó la cosa a chirriar. Y aquello fue en aumento”, detalla.

“Con el paso del tiempo”, prosigue Budiño, “hemos ido coincidiendo gente [de Vox] que no nos conocíamos y hemos ido hablando de lo que sucedía y vimos que no se cumplían los estatutos”. “De ese hablar, surgió la reunión para hablar de eso y de ahí salió la declaración de Barajas”, por la que Vox le ha suspendido de militancia y le ha inhabilitado por “mancillar la imagen del partido”. El general retirado afirma que le expedientan por “intentar ejercer la libertad de expresión”: “En los estatutos fundacionales hablan de libertad de expresión, de que podemos hacer propuestas, que se discutan en el partido… Pero vemos que todo eso es mentira. En cuanto manifiestas tu libertad de expresión, abren un expediente”.
El que fuera candidato a las generales por Pontevedra se muestra dolido porque en este tiempo ha enviado dos cartas manuscritas a Santiago Abascal, pero no ha recibido más que el acuse de recibo. Afirma que no aguanta “la mentira ni la deslealtad”: “Cuando tú eres leal a tu jefe, has de decirle lo que piensas y él te lo valorará y dirá sí o no. Estás obligado a ser sincero, no servil y decirle lo que crees que le va a gustar oír. Me di cuenta de que en este Vox, es lo que decían, ser leales, pero no es lo que han hecho”.
Salidas del partido
Budiño no es la única salida del partido en los últimos tiempos. “Esto no es flor de un día. Yo soy uno más”, afirma. “Hay cantidad de gente que se ha ido sin hacer ruido”, indica recordando las salidas del general Agustín Rosety y a Rubén Manso. “Están perdiendo gente en todos lados”, concluye.
En los últimos tiempos han abandonado las filas del partido ultra gran parte de los miembros fundadores, entre ellos, el exportavoz en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros; la que fuera líder de la formación en Madrid, Rocío Monasterio, que recientemente afirmó en un pódcast que la habían echado de Vox por ser la pareja de Espinosa de los Monteros (“Fue un tema de machismo. Yo pregunté: ¿y por qué me echáis? ¿Porque soy la mujer de Iván? ‘Sí’. Eso me contestaron. Yo no soy de quejarme de machismo nunca, pero este caso fue así”, afirmó); diputados como Juan Luis Steegmann o la ex secretaria general del grupo parlamentario en la Cámara baja, Macarena Olona, que tras dejar el partido declaró a este periódico que algunos militantes “habían abandonado Vox por cuestiones organizativas” y por “la ausencia de democracia interna y faltas de respeto”, algo de lo que también protesta el general retirado a quien ahora Abascal ha suspendido de militancia.
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