Villanueva de la Jara llora la muerte de los tres niños del fatídico accidente de tráfico: “La felicidad de esos padres eran sus hijos”
La familia del pueblo de Cuenca regresaba a casa para ir a misa. Tenía previsto emprender un viaje a Rumania, su país natal, para pasar el verano
Es como si la vida se hubiera evaporado en Villanueva de la Jara. La bandera de España ondea a media asta en una desierta plaza mayor desde el pasado domingo, cuando este pueblo de la Manchuela Conquense ―2.500 habitantes― perdió a tres de sus niños. Eran los hijos de Bogdan y Noemi: la mayor, de cuatro años, el siguiente, de dos, y el más pequeño, de apenas ocho meses. En la N-310, en el término municipal de Sisante, el coche en el que viajaban chocó brutalmente contra otro en el que viajaban cuatro adultos, dos de los cuales fallecieron. Los pequeños murieron al instante. Los padres están internados en el hospital de Villarrobledo. Y el pueblo, que estaba a punto de empezar una semana cultural como antesala de sus fiestas patronales, llora a sus niños. El luto ha sido declarado por tres días. Este martes la familia iba a emprender un viaje en coche hasta Rumania, el país en el que nacieron los padres.
Bogdan, de 29, y Noemi, de 26, nacieron en dos regiones distintas, pero hace casi 20 años que llegaron a este pueblo de Cuenca con sus familias, siguiendo los pasos de otros que se vinieron antes que ellos para trabajar en el campo. Fue aquí donde se conocieron ambos, en la iglesia pentecostal de la que son fervientes seguidores y en la que acabaron por convertirse en pareja. Él se dedica a trabajar en los cultivos de la vid, planta los sarmientos, poda las cepas, hace los hilos. Ella no se despegaba de sus tres hijos y se encargaba de su cuidado.
Hacía un mes que la familia estaba viviendo en San Clemente, a poco más de 30 minutos en coche desde Villanueva de la Jara, por la misma carretera, pero ya en la Mancha conquense. Como él ya había terminado su trabajo con la vid, se trasladaron al pueblo vecino, en el que vive la abuela paterna, para trabajar en la campaña del ajo. Ellos salían a cortar y la abuela se hacía cargo de los pequeños. El domingo regresaban a la Jara ―como se le conoce al pueblo― para asistir a la misa. En ese trayecto de regreso ocurrió el accidente.
Ionatan, de 19 años, hermano de Noemi, todavía está “intentando creerlo”. Cuando se enteró estaba en Rumania y al día siguiente se cogió un vuelo de Bucarest a Valencia. Había viajado ya con una parte de la familia para pasar el verano en su país natal y se supone que el resto llegaría en los días siguientes. Bogdan, Noemi y sus tres pequeños cogerían el coche este martes y se harían el recorrido que toma 32 horas y en el que atraviesan Francia, Italia, Eslovenia y Hungría. Primero visitarían a la familia de ella y después se irían a la región de él. El domingo del accidente, de hecho, querían estar en la misa porque ya eran muy pocos los que quedaban en el pueblo, la mayoría ya estaba en Rumania. Ahora la familia espera que ambos salgan del hospital para enterrar a los tres niños, cuyos cuerpos permanecen ahora mismo en Cuenca. “La felicidad de esos padres eran sus hijos”, dice Ionatan, en referencia a su hermana y su cuñado. “Cada vez que mi hermana se quedaba embarazada, ellos se ponían muy felices”, agrega.
Ambos padres siguen ingresados en el Hospital de Villarrobledo. La madre, ya en planta, y el padre en la Unidad de Reanimación, “ambos estables”, apuntan fuentes del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha. A ella le han hecho una operación en un pie y a él, en el fémur. Los heridos del otro vehículo, dos hombres de 30 y 40 años ―que viajaban con otros dos adultos, de 48 y 32, fallecidos también en el accidente―, permanecen ingresados en el Hospital General de Albacete con pronóstico reservado. Los cuatro residían en Ciudad Real capital.
La investigación de la Guardia Civil sigue su curso, pero fuentes cercanas a la familia de los pequeños apuntan a una conducción negligente del otro vehículo. Fue ese otro turismo implicado, aseguran, el que invadió el carril contrario. El tramo en el que ocurrió el accidente es una recta con visibilidad suficiente. Según el relato de los allegados que ya han podido hablar en el hospital con sus familiares, el padre de los menores frenó e intentó esquivar el otro vehículo que, al percatarse de la situación, quiso volver a su carril produciéndose el fatal impacto. Las diligencias del caso las instruye el Juzgado de San Clemente, cuyo ayuntamiento se ha sumado, a través de un comunicado, a las condolencias por los fallecidos y, en especial, “al inmenso pesar por la pérdida de los tres menores”, por los vínculos de la familia con el municipio, al que Bogdan llegó siendo un niño junto a sus padres y del que luego, siendo ya adulto, se mudó a Villanueva de la Jara. La abuela de los pequeños, relatan algunos vecinos, está recibiendo tratamiento médico tras conocer la noticia.
La casa en la que vivían los cinco permanece vacía. Su piso está ubicado en la segunda planta de un edificio en una céntrica calle de Villanueva de la Jara. Juan Antonio, el dueño, un hombre que supera los 80 años y muy encariñado con la familia, no puede contener el llanto. “Es como si estuviera oyendo a los pequeños”, dice. Recuerda que cada vez que les veía, los chiquillos le estiraban la mano para saludarle. Edgar, el hombre guatemalteco que lleva años cuidándolo, también vio nacer y cargó en brazos a los dos hijos más pequeños de Bogdan y Noemi. “No hay palabras para descifrar esto”, dice. Afuera, el pueblo está en pausa. El lunes, el martes y el miércoles estaban programadas jornadas de danza, teatro y títeres en la plaza mayor, que se han cancelado por el luto decretado. La agenda cultural se prolongaría hasta el lunes 4 de agosto, cuando inician oficialmente las fiestas en honor a la Virgen de las Nieves. Las atracciones están clausuradas y la persiana, en casi todos los locales, echada abajo.
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