Encendido de las fuentes en La Granja: “Igual que las vio Felipe V funcionar, las estamos viendo nosotros”
Los surtidores ornamentales de los Jardines del Palacio Real de La Granja de San Ildefonso (Segovia) reúnen a miles de visitantes para contemplar su puesta en marcha, que solo tiene lugar tres veces al año

Tan solo tres días al año, las fuentes monumentales de los jardines del Palacio Real de La Granja de San Ildefonso (Segovia) ofrecen su máximo esplendor al ser puestas en marcha. Este viernes, como cada 25 de julio (festividad de Santiago Apóstol), es uno de ellos junto con el 30 de mayo (San Fernando) y el 25 de agosto (San Luis). Unas 5.000 personas han asistido al encendido de La Selva, Carrera de Caballos, El Canastillo, Ocho Calles, Las Ranas, La Fama y el conjunto escultórico de Baños de Diana, todas ellas basadas en la mitología clásica. Este año, el espectáculo ha quedado algo mermado, ya que la fuente Cascada Nueva está en proceso de restauración.
“El rey Felipe V quería demostrar a las Cortes Europeas que era un rey muy poderoso”, explica Luis Vallejo, encargado general del Palacio de La Granja de San Ildefonso, momentos después del encendido de la Fuente de la Fama. “Imagina que hoy, tres siglos después, nos siguen sorprendiendo estas fuerzas y esas alturas. Imagina lo que podría llegar a pensar una persona de hace tres siglos, con los mismos chorros, las mismas fuerzas.”
Felipe V ideó el Palacio de La Granja, construido entre 1721 y 1724, como lugar de retiro y disfrute, al que añadió los jardines de inspiración francesa, con el palacio de Versalles siempre como referente. Los jardines eran una parte clave del conjunto y las fuentes, con sus juegos de agua, un elemento distintivo para un lugar de descanso, pero también un centro de poder.











Alrededor de las cuatro y media de la tarde, muchos visitantes acceden ya a los Jardines del Palacio para asistir al evento mientras Emmanuel, venezolano de 51 años, dibuja la Fuente de Neptuno. Emmanuel considera un lujo poder admirar las fuentes correr, ya que solo pasa tres veces al año. Ya han pasado más de 20 años desde la última vez que las vio. Martín, de 42 años, ha venido ya en 10 ocasiones a recorrer las fuentes en su máximo apogeo. “Nos gusta mucho por ser mecánicas hidráulicas que no tienen motores. Un patrimonio que nos encanta venir a vivir y disfrutar”, asegura.
La espera de los visitantes termina a las cinco y media de la tarde, cuando se agita la bandera con la que se inicia el encendido. La Fuente de la Selva comienza a correr y miles de visitantes se agolpan para poder ver el agua brotar. “Esto es una trampa”, comenta un grupo de mujeres al salir mojadas de la Fuente del Canastillo, una de las más vistosas por sus juegos de agua. Sus bordes cuentan con 32 surtidores oblicuos cuya presión logra lanzar el agua fuera del conjunto ornamental.

Desde allí, los asistentes van desplazándose para contemplar, una a una, cómo el agua mana de los monumentos. Uno de los momentos más esperados llega con el encendido de la Fuente de la Fama, cuyo chorro llega a alcanzar los 47 metros de altura y la precisión de caída es incierta. “Moja donde vaya el viento”, grita un trabajador de Patrimonio Nacional para advertir a los ingenuos visitantes. Mientras algunos asistentes huyen de este chorro, otros buscan su caída. Irene, madrileña de 33 años, acaba empapada. Se ha divertido “como una niña”.
“Igual que las vio Felipe V funcionar, las estamos viendo nosotros hoy”, indica el encargado del recinto. Este año solo queda una oportunidad para ver las fuentes en todo su apogeo hidráulico: será el día 25 de agosto, patrón del Real Sitio.
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