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Vox pincha en El Ejido mientras insiste en las deportaciones masivas de migrantes

Solo una treintena de seguidores arropa a la diputada ultra en un acto en la ciudad almeriense, donde los vecinos subrayan la buena convivencia

Vox El Ejido
Nacho Sánchez

En el bulevar de El Ejido (Almería, 91.135 habitantes) hay un restaurante de comida turca, una carnicería halal, un supermercado y varias fruterías regentadas por empresarios marroquíes. También una cafetería que vende pan y pasteles. Se llama Oz y su puerta fue el lugar elegido este viernes por Vox para hablar de inmigración. “Estamos en el bando de las deportaciones masivas de todas aquellas personas que han venido con malas intenciones, que han venido a violar nuestra ley, que no comparten nuestras costumbres ni se adaptan a ellas”, afirmaba la diputada por Almería de Vox, Rocío de Meer.

Insistía así en las palabras que ya pronunció el lunes, cuando habló por primera vez y sin tapujos de deportar a siete u ocho millones de personas de origen extranjero residentes en España. La también portavoz nacional de “emergencia demográfica” de la formación de ultraderecha puso a El Ejido como ejemplo de los problemas de convivencia tras el asesinato esta semana de un vecino supuestamente a manos de un migrante. En la ciudad, sin embargo, no piensan lo mismo. “Creo que se exagera mucho”, decía la ejidense Paola, de 18 años. “Aquí nos llevamos bien, todo está tranquilo”, subrayaba el marroquí Amine, de 40 años, desde detrás de la barra de Oz, cuya clientela miraba con curiosidad y algo de recelo el acto político a sus puertas, que pasó desapercibido para la mayoría de vecinos.

Nadie en Vox ha querido explicar la elección del lugar para dar su rueda de prensa, aunque un paseo por la zona hace evidente que el partido ha elegido el área donde más migrantes residen en la ciudad almeriense. Conocido popularmente como El Empalme o El Bulevar, en el entorno la mayoría de negocios también están regentados por personas extranjeras. Pero la respuesta al acto no fue la esperada. Más allá de la presencia de cuatro agentes de Policía Nacional, que observaban en la distancia, De Meer apenas contó con el apoyo de una treintena de simpatizantes, uno de ellos envuelto en una bandera española. “¡¡Defiéndete de la inseguridad!! Ven a El Ejido en repulsa por el asesinato a puñaladas de un español a manos de un subsahariano. ¡Basta ya!”, habían convocado el día anterior desde la formación verde.

Además de pulseras con los colores rojo y amarillo en sus muñecas, parte de los asistentes portaban carteles con lemas como “inseguridad” o “asesinos, deportación”. También participó en el acto el parlamentario andaluz Manuel Gavira, que se dedicó a recopilar supuestos delitos cometidos por migrantes en los últimos días en la comunidad autónoma. “¿Hay alguien que piensa ahora que en nuestra comunidad no hay un problema generalizado de intranquilidad e inseguridad?”, se preguntaba. De Meer añadía después que si siguen las políticas “de fronteras abiertas y regularizaciones masivas”, España se convertirá “en Francia o Suecia, con 30 violaciones al día”, aseguró, sin explicar el origen del dato. “Apostamos por el proceso de remigración”, había dicho la responsable política el lunes empleando un neologismo sinónimo de deportaciones. “Tenemos el derecho a querer sobrevivir como pueblo”, añadió en aquella ocasión, apuntando a una teoría del reemplazo demográfico que Vox ha copiado a la ultraderecha francesa.

Fuentes de la Guardia Civil no han aclarado la nacionalidad del hombre que mató a otro el pasado lunes la zona ejidense de Tarambana (a las afueras de la localidad) tras mantener ambos, compañeros de piso, una pelea, según Canal Sur. Tampoco el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA), que solo ha informado que el presunto autor ya detenido y hospitalizado, y que en el centro médico se le ha tomado declaración. Sin embargo, fue el propio alcalde de El Ejido, Francisco Góngora, del Partido Popular, el que aseguró que se trata de una persona de origen subsahariano que se encuentra en situación administrativa irregular; igual que —también según el regidor— el autor de otro apuñalamiento sucedido en la localidad el mismo día. “Sin generalizar, hablo de personas concretas, esas personas con nombres y apellidos no deberían estar en nuestro país”, declaró este martes el edil popular, que gobierna en mayoría con 14 concejales. Vox, en la oposición, tiene seis.

“No voy con miedo”

Pocos minutos después de las declaraciones, la pequeña caravana de Vox desapareció. Apenas quedaron allí cuatro veinteañeros, simpatizantes del partido, que minutos antes se habían fotografiado con De Meer. “Los españoles estamos siendo sustituidos como pueblo”, decía Javier, murciano de visita familiar por Almería. “Si importas otras culturas incompatibles con la nuestra y son étnicamente distintas, por huevos tiene que haber problemas de convivencia”, relataba. A su lado, dos amigos de 21 años, nacidos y residentes en El Ejido, confirmaban esas dificultades. “Sí, siento que hay un aumento de la inseguridad. Los padres y abuelos nos dicen que antes era todo más tranquilo”, señalaba José, que estudia unas oposiciones para auxiliar judicial. “Hoy estamos en una situación muy parecida a la del año 2000. Entonces la reacción fue la que fue. Ahora sería diferente, porque hay más migrantes y no sería lo mismo”, señala en alusión a la ola de violencia racista que despertó el asesinato de una joven en el municipio hace 25 años.

Los vecinos tomaron entonces la justicia por su mano y arremetieron contra negocios con sello extranjero: locutorios, carnicerías, restaurantes o una mezquita, además de incendiar varios coches. La situación obligó al Ministerio del Interior a enviar más de 600 agentes de la Policía Nacional a calmar los ánimos. Aquellos ataques provocaron la huida de alrededor de 3.000 personas migrantes.

La mayoría de vecinos, eso sí, prefieren olvidar aquello. “Fue hace mucho, eran otros tiempos”, decía Carmen, de 85 años, mientras caminaba buscando la sombra en El Bulevar. “Yo jamás he tenido un problema. No voy con miedo por la calle”, apuntaba la mujer que, eso sí, se preguntaba: “¿Has visto a algún español por esta zona? ¡Es que son todos extranjeros!” “Pero vaya, ojo, que nadie me ha dado un tirón en el bolso ni nada parecido”, volvía a aclarar. “Yo creo que se exagera mucho. Yo tampoco he tenido nunca un problema. Y eso que a veces voy sola por la calle a las tres de la mañana”, exponía por su parte Paola, de 18 años. “La gente da por hecho que te va a pasar algo, pero la realidad es que no”, comentaba, aunque reconocía que hay barrios por los que prefiere no pasar de noche. “La convivencia es la normal, como la de cualquier otro sitio. Yo me siento segura”, añadía María, que ronda los 50 años, mientras paseaba a su perrita, Choni.

“El problema que tenemos en El Ejido es Vox. Nos atacan para ganar votos, pero nosotros somos como el resto: trabajamos y queremos vivir sin molestar a nadie. Claro que hay gente mala, pero como en todas partes”, relataba el marroquí Zarwal mientras compartía conversación con unos compatriotas. Todos se ganan la vida bajo el plástico de los invernaderos. “Ocho horas por 45 euros”, aclaraba Said, que decía que en el campo los únicos españoles que ve son los jefes y sus hijos. “Es que es muy duro”, recalcaba sobre un sector que durante la última temporada facturó 3.891 millones de euros, según los datos de Asaja, en el que la mano de obra migrante es fundamental.

“Quizá haya cierta inseguridad, pero como en todos lados hay cosas buenas y malas. En esta zona del Bulevar, por ejemplo, cada vez hay más negocios y viene gente de todas partes a comprar. ¿Crees que un empresario va a abrir una tienda en un sitio malo? ¿O que los clientes vendrían si esto fuese poco seguro?”, insistía Khalil, de 42 años y criado en El Ejido. “Hay muchos negros y moros, pero no pasa nada. Yo vivo aquí desde hace mucho tiempo y no he tenido ningún problema”, subrayaba la rusa Helena antes de que su amiga Natalia, que viajó también desde Rusia hace 22 años hasta El Ejido, señale que la ciudad andaluza ha cambiado mucho en ese tiempo. “Me gustaría que llegase Vox al poder porque ya apenas quedan españoles aquí. Hay demasiados inmigrantes. Porque no puedo votar, si no, les votaría a ellos”, concluía convencida.

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Sobre la firma

Nacho Sánchez
Colaborador de EL PAÍS en Málaga desde octubre de 2018. Antes trabajé en otros medios como el diario 'Málaga Hoy'. Soy licenciado en Periodismo por la Universidad de Málaga.
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