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Jóvenes y jubilados de Pamplona unen fuerzas para convivir con la tecnología: “Hay vida más allá de las pantallas”

El alumnado de una FP básica específica se forma en el uso de la tecnología y en cómo identificar las ‘fake news’, para después transmitir ese conocimiento a estudiantes de Primaria y a mayores

Alumnado con discapacidad de la FP intercambia experiencias con jubilados sobre la tecnología.
Amaia Otazu

“Estamos tan conectados con la tecnología que no nos damos cuenta de que nos estamos perdiendo muchas cosas. Ya no pasamos tanto tiempo con nuestra familia”. Quien habla es Daniela, de 18 años. Es una de las nueve personas que cursan la FP básica de Informática de Oficina en el instituto navarro María Ana Sanz de Pamplona, en el que alumnado con necesidades educativas específicas o discapacidades intelectuales leves pueden obtener la titulación en esta FP y de la ESO. A través de un proyecto, se han formado en el uso, los beneficios y las consecuencias de la tecnología y en cómo identificar las fake news, y todo ese conocimiento se lo han transmitido a estudiantes de Primaria de otros centros y a los mayores que acuden a diario a la Jubiloteca de Burlada (municipio limítrofe con Pamplona).

El proyecto ha concluido con la elaboración del documental Desconectando para conectar con la vida, que ha sido grabado y editado por el alumnado. En él, comparten pantalla con los más mayores, con los que reflexionan sobre el impacto de la tecnología en su vida cotidiana. Entre los mensajes que más han calado está el que les pide que “vivan la vida fuera de las pantallas”.

Alumnado con discapacidad de la FP intercambia experiencias con jubilados sobre la tecnología.

Cuenta la tutora del aula, Elena Aguilera (Burlada, 55 años), que este proyecto surgió con más de un objetivo. El primero es que sus estudiantes “se sintieran realizados y parte de la sociedad”. El segundo, protegerles ante “la dependencia que tienen” de las redes sociales y de las pantallas. Empezaron por reflexionar sobre el uso que hacen de la tecnología y subieron al centro de Pamplona a observar a los viandantes: cuántos van mirando el móvil, cuántos con auriculares...

Las conclusiones asustan, aunque hubo un lugar que escapó de aquello, matiza Mikel (18 años): “En la Plaza de la Cruz había un montón de chavales en el recreo y casi nadie tenía el móvil”. Varios profesionales les impartieron talleres sobre cómo funcionan los algoritmos de las redes sociales, qué es la Inteligencia Artificial o las fake news y cómo detectarlas.

Alumnado con discapacidad de la FP intercambia experiencias con jubilados sobre la tecnología.

Aprender, han aprendido. Ahora, en lo primero en que se fija Mikel es en el avatar de la cuenta que publica una información, en “si la cara es real o no”. Y Mónica, 18 años, tiene claro que es primordial fijarse en la fuente. Son dos de las enseñanzas que han trasladado a los mayores en su documental. Flori, de 84 años, reconoce que le resulta “un poco difícil” identificar las noticias falsas. “A nuestra edad estamos un poquito de vuelta y nos parece todo falso”, se ríe. Es preciso formar a los mayores, aunque reconoce que “está saturada de todo lo referente al móvil”. “Solo con verlo ya me vale”, dice. Y a Gaspar, de 88 años, esto de la desinformación tampoco le preocupa porque él ya tiene su medio de referencia: “Yo pongo la radio por la mañana, dan las noticias y me entero”.

Eso sí, tanto a ellos como a sus familias les preocupan los intentos de estafa. Cada una tiene su estrategia. Terete, 85 años, cuenta: “Cuando veo un número que no conozco, cuelgo o le paso el dedico por la pantalla y ale”. Maricruz, de 71 años, también procura no contestar las llamadas de números desconocidos y, si lo hace, recalca, “no hay que decir un ¿sí?, tienes que decir dígame”.

Más allá de lo negativo, el alumnado también se ha formado en las aplicaciones beneficiosas de la tecnología: han visitado el DATAI (Instituto de Ciencia de los Datos e Inteligencia Artificial de la UNAV) y la Asociación Síndrome de Down de Navarra, donde les han enseñado la aplicación que utilizan para aprender la actividad diaria de una empresa, detalla Elena. “Cómo venden, hacen pedidos, albaranes o participan en ferias a través de internet”. También han conocido la labor del CREENA ―el Centro de Recursos para la Equidad Educativa en Navarra―, que trabaja con herramientas como audífonos, programas visuales o de lectura en braille, así como otras máquinas para personas con discapacidad motora.

Y entonces, la pregunta. ¿Se puede vivir hoy en día sin tecnología como vivían nuestros abuelos? “Con la manera de vivir de ahora no se puede vivir como lo hacíamos”, dice Flori. Para Tomasa, de 90 años, la vida antes era más tranquila: “Ahora están todo el día con el teléfono en la mano”. Las pantallas absorben a la juventud y eso no les gusta, aunque reconocen que la tecnología también tiene su utilidad. Gaspar, por ejemplo, lleva el móvil siempre que se marcha al pueblo. “Me llaman y hablo con toda la familia. Y eso que estoy en un pueblo metido en un valle, ¿eh?, pero lo oigo como si estuviera aquí”. Y cuenta luego por lo bajo a los estudiantes que su móvil tiene mejor cobertura que el de otros y que suele prestarlo para llamar.

Para Flori, lo mejor del móvil es la comunicación con su familia: “Todas las mañanas, cuando me levanto, les pongo buenos días a mis hijos, me contestan y me quedo tranquila”. Tomasa también saluda todas las mañanas a sus hijos. Claro que no siempre puede abarcar a toda la familia, que 15 nietos y ocho bisnietos no son fáciles de contactar todos los días, dice. “Al que puedo, sí, y al que no, porque está trabajando, pues no”.

Alumnado con discapacidad de la FP intercambia experiencias con jubilados sobre la tecnología.

El intercambio de experiencias entre jóvenes y mayores es divertido. A ellos les ha sorprendido que las abuelas reconozcan la lavadora como una “tecnología punta”. También, apunta Mikel, les ha llamado la atención cómo quedaban los amigos: “Hablaban el día anterior para quedar a una hora”. Han descubierto la figura del pregonero del pueblo, que iba “dando voces” para que todos se enteraran de las noticias, y han descubierto que, en las aulas, la tiza y la pizarra eran las herramientas principales.

Ojo, y que aquello del GPS tampoco es tan nuevo. Había incluso uno viviente. Por lo menos el de Juan. Así recogen su historia en el documental: “Una noche, siendo pequeño, le llevaron caminando hasta el lugar donde su padre trabajaba en el campo. Le llevaron de noche para que aprendiera el camino. A la mañana siguiente, cuando fue a llevarle la comida, se perdió y apareció en otro pueblo. Fue el burro el que le guio hasta donde estaba su padre”.

El aprendizaje ha sido bidireccional. Los mayores también han comprendido mejor cómo se trabaja, cómo se estudia y cómo se relacionan en la actualidad. “Es verdad que le es más fácil comunicarse, antes era más difícil”, reconoce Flori.

Todo este proceso formativo que se ha plasmado en el documental va a llegar también a alumnado de sexto de Primaria de varios colegios pamploneses. Son menores “que están pidiendo tener un móvil”, explica Elena. Por ahora, la experiencia ha sido positiva. No ha importado que el sonido o los planos no tengan “calidad profesional” porque lo fundamental es el mensaje que han llevado, insiste, en el que “se ve realmente cómo les ha llegado” el mensaje de sus mayores.

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Sobre la firma

Amaia Otazu
De Pamplona, cubre la información relativa a la Comunidad foral para EL PAÍS desde 2021. Una actividad que compagina con su labor como redactora en Cadena SER Navarra. Graduada en Periodismo + International Media Programa en la Universidad de Navarra, tiene un Máster en Estudios Avanzados en Terrorismo (UNIR).
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