Sánchez gana tiempo para rearmar la mayoría y alejar la presión del adelanto electoral
El líder del PSOE apuesta por la resistencia: “No vamos a permitir que la posible corrupción de unos pocos tumbe el mayor gobierno progresista de la UE”
Una vez más, incluso en su peor crisis, la que le afecta directamente a él y a su credibilidad por haber elegido a dos secretarios de organización que han acabado implicados en graves casos de corrupción, Pedro Sánchez apuesta por la resistencia a toda costa. El líder del PSOE era este lunes un político completamente diferente al que compareció también en la sede de Ferraz el jueves. Si entonces estaba hundido, noqueado, vestido de funeral, y pidió perdón hasta ocho veces, este lunes ha ofrecido una imagen casi opuesta, de retador, a la ofensiva, que anima al PP a presentarle una moción de censura o a los críticos de su partido a que vayan al Comité Federal del 5 de julio a plantarle cara.
Sánchez esta vez evitó la autocrítica —incluso llegó a decir que su administración es “una de las más limpias de la historia democrática de España”— y tampoco anunció grandes novedades, más allá de una especie de gestora temporal de la secretaría de Organización, epicentro de la crisis, hasta el Comité Federal del 5 de julio —con Cristina Narbona, presidenta del partido; Montse Mínguez, diputada del PSC; Borja Cabezón, miembro de la Ejecutiva Federal; y Ana María Fuentes, la actual gerente del partido, que sigue en la cúpula— una comparecencia en el Congreso —que será el 9 de julio, después de ese comité clave— y una comisión de investigación. Medidas muy leves para la gravedad de la crisis, según la rápida interpretación de varios de los socios parlamentarios.

El líder, según analizan varios dirigentes consultados, está ganando tiempo para tratar de reorganizar su partido pero sobre todo para intentar entender qué otras bombas puede tener la UCO en las grabaciones de Koldo García. De hecho, Sánchez y su equipo han demostrado hasta ahora que van completamente a ciegas a pesar de estar en el Gobierno y todo lo que sale los pilla desprevenidos. También para recomponer la mayoría y testar si sus socios aguantan porque nadie quiere elecciones, que es la hipótesis principal con la que trabajan en el entorno del presidente.
Sánchez gana tiempo también para hacer una ronda con todos los socios, que empezó este lunes con la vicepresidenta segunda y líder de Sumar, Yolanda Díaz, y que seguirá con todos los demás grupos de la mayoría. El presidente se mostró dispuesto a aceptar todas las medidas que estos le propongan. Esto es: de momento no anuncia más cosas, pero está dispuesto a pactarlas con sus socios a cambio de que le mantengan el apoyo y eviten “entregar el poder a la derecha y la ultraderecha”. Ese sigue siendo el gran pegamento de la mayoría, el miedo a la llegada del PP y Vox a La Moncloa, y Sánchez parece querer explotarlo al máximo. Pero el presidente abre la puerta a más medidas porque los socios le están reclamando más y necesitan algo que justifique seguir apoyando a un Gobierno con un gravísimo escándalo de corrupción mientras el PP les está presionando para que no lo hagan.
El Gobierno cree que los socios lo apoyarán porque no quieren elecciones. Pero de momento hay fisuras. Podemos ni siquiera acepta sumarse a la ronda de Sánchez y dice prácticamente que el PP y el PSOE son iguales porque, según ellos, ambos partidos son corruptos.
Sumar, el primero en reunirse con Sánchez, pone sus condiciones para seguir. Primero, que haya garantías de que este caso no afecta al PSOE en su conjunto en modo de financiación ilegal. Sánchez sostiene que el informe de la UCO no apunta a eso y está convencido de que no la hay, porque se ha hecho una reciente auditoría, pero hará otra y tratará de averiguar qué puede haber. Y después, que se agilice la agenda social, que se acabe con los aforamientos y que se aprueben las medidas de regeneración pendientes.
Díaz además reivindicó que no todos los partidos son iguales. “Nosotros tenemos cinco ministro limpios y nunca hemos tenido un caso de corrupción”, reivindica. “Estamos en el Gobierno para acabar con la corrupción y para propiciar un avance social que se merece la gente”. “El PSOE no puede hacer como si nada hubiera pasado, porque lo que ha pasado es muy grave y exige extirpar la corrupción y gobernar con decencia para la mayoría de este país”, remató Díaz. Este martes Sánchez seguirá la ronda de reuniones con portavoces, por la mañana con Junts y por la tarde con ERC.

Han pasado solo cuatro días desde el demoledor informe de la UCO contra Santos Cerdán, y en medio un fin de semana de encierro en Quintos de Mora, la finca del Estado donde suelen retirarse los presidentes a reuniones estratégicas, pero ese tiempo le ha servido a Sánchez, aparentemente, para reforzar las decisiones fundamentales que tomó el primer día: ni dimisión, ni adelanto electoral, ni moción de confianza, ni cambio de Gobierno.
Pero ahora además le ha dado forma a esa resistencia y trata de reconectar con el electorado progresista, tan en shock como el propio PSOE por un gravísimo escándalo de corrupción para el que Sánchez aún no tiene ninguna explicación. Y la fórmula que ha elegido es la habitual: la confrontación de bloques. Sánchez pide a los progresistas que le sigan apoyando porque si no llegarán el PP y Vox, el elemento aglutinador con el que logró seguir en La Moncloa gracias a una extraordinaria movilización de la izquierda en julio de 2023. Ese fue el argumento exitoso en 2023, y vuelve a apelar a él en su momento más bajo, en el que por primera vez se pone en cuestión de forma grave su supervivencia política por un escándalo que le afecta directamente. Sánchez sigue sin respuesta a la pregunta que le hizo la prensa: ¿qué ha fallado?. “Fallaron dos personas”, dice por Ábalos y Cerdán. Pero no explica cómo es posible que él no se enterara de nada y mantuviera hasta el último minuto su confianza en Cerdán.
Ante la ausencia de detalles sobre lo que ha podido pasar en el PSOE, Sánchez apuesta por lo que siempre ha considerado como la mejor defensa: el ataque. Y se vuelca contra el PP y Vox, a los que reta a presentar una moción de censura “si están tan convencidos de que el Gobierno ha perdido la mayoría”.
Pero sobre todo apela a los progresistas a apoyarle pese a todo porque la alternativa es peor. Sánchez cambia el tono y ya incluso habla de “supuesta corrupción”. ”No vamos a permitir que la supuesta corrupción de unos pocos, que tendrá que ser sustanciada, en este caso, en los juzgados, eche por tierra la integridad de una de las administraciones públicas más limpias de la historia democrática de nuestro país. No vamos a permitir que tumbe al mayor gobierno progresista que aún queda en pie en la UE", insistió. Sánchez descarta cualquier movimiento de fondo, pero sobre todo el más importante, la convocatoria de elecciones. De hecho todos sus movimientos parecen pensados para evitarlas, aunque aún tendrá que ver qué apoyo tiene entre los socios y qué tiene que hacer para garantizarlo. “Las elecciones son cada cuatro años, así ha sido y así seguirá siendo. Y no vamos a romper la estabilidad de un gran país como es España, que vive uno de sus mejores momentos de las últimas décadas para ponerlos en manos de la peor oposición que ha tenido la historia democrática de nuestro país en manos de Feijóo y de Abascal”, ha insistido. Esto es, él va a seguir, cueste lo que cueste, y cree tener el control del PSOE para hacerlo, pero no basta con un solo partido. Necesita a todos sus socios, y es ahí donde se va a dar la batalla en los próximos días mientras sigue la tensa espera para saber qué más tiene la UCO entre manos.

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