El PSOE sangra por la herida
La decisión de Sánchez de delegar la gestión del partido a Ábalos y Cerdán terminó aislando al presidente de los líderes territoriales

“El informe de la UCO no se corresponde con la persona que es mi amigo”. ”He pasado de la incredulidad a la decepción, la indignación y el cabreo”. “Estoy roto y desolado, me dejo la vida en el partido para esto. Me da vergüenza salir a la calle”. “No se me va de la cabeza la imagen de Santos [Cerdán] el jueves en el Congreso, haciendo gestos a diputados del PP para ver si se atrevían a llamarle corrupto a la cara en la calle. ¡Joder, que yo le defendí allí hasta el mismo miércoles!”. Los testimonios, de la presidenta navarra María Chivite, el secretario general del PSOE en Castilla y León, Carlos Martínez —en teoría, el primer dirigente socialista que medirá a primeros de 2026 la respuesta ciudadana en las urnas al escándalo de corrupción, si es que no hay elecciones generales antes— y de dos diputados nacionales reflejan la conmoción de tantísimos cuadros que confiaron, incluidos Pedro Sánchez y toda la cúpula del PSOE, en la palabra del ex número tres del partido cuando negaba cualquier vinculación con el presunto triángulo corrompido que completaban José Luis Ábalos y Koldo García.
La fe ciega en Cerdán ha dado paso a la fatalidad y la impresión acelerada de un fin de ciclo, mientras las nuevas tandas de grabaciones y de audios revelan presuntas mordidas a cambio de contratos públicos y conversaciones soeces y bochornosas para un partido que, desde el Congreso Federal de Valencia de octubre de 2021, se define como feminista en sus estatutos. Tres meses antes, Sánchez había cesado a Ábalos como ministro de Transportes y Cerdán le sustituyó como el nuevo secretario de Organización.
El pánico que devora ahora al PSOE es que Cerdán emule a Ábalos y no entregue, en contra de lo que había prometido, el acta de diputado. El navarro asegura que lo hará el lunes. Si no lo hace, sería expulsado al Grupo Mixto, donde le haría sitio Ábalos, del que fue su segundo en Ferraz durante cuatro años. “Sería una imagen devastadora”, tiembla un ministro. “Ahora se explica la lentitud con la que se ha gestionado el expediente de expulsión abierto en febrero de 2024 a Ábalos [tras la detención de Koldo García]. ¡Qué garantistas ni qué historias! Dependía de Organización, es decir, de Santos, tomar esa decisión antes de que se enviara para que se pronunciara la comisión de ética y garantías, que es la que tiene la última palabra”, lamenta un miembro de la dirección socialista.
Sánchez se ha recluido el fin de semana en la finca toledana de Quintos de Mora a meditar cuál debe ser la reacción a una bomba de racimo que ha reventado el discurso de que el PSOE sufría una cacería judicial, enfangando los otros frentes de la familia del presidente en los tribunales con la sospecha de la duda. La moral de la militancia está por los suelos, mientras Ferraz no daba este sábado señales de vida pese a las pintadas y acosos a sedes en Sevilla, Coslada (Madrid), Valencia, Burgos o Cuenca. “El partido está muerto, paralizado a la espera de Pedro”, cuenta un fontanero de la vieja guardia. El secretario general del PSOE, que no tiene un grupo de mensajería con los líderes territoriales, no había hablado este sábado con ninguno de los barones consultados por este diario, fueran seniors o primerizos.

“Pedro solo está contribuyendo a que el nerviosismo avance. La huida hacia adelante solo contribuye a hacer más daño al partido. Tiene que asumir consecuencias, convocar elecciones y asumir el resultado”, sentencia un secretario general que no ve otra solución a una crisis que señala directamente a Sánchez, por ser quien eligió a Ábalos y Cerdán para gestionar el partido. “Santos se convirtió en el interlocutor para todo. ‘No le vayáis a Pedro, no le molestéis, decídmelo a mí’, te decía. Y de esa manera lo fue aislando y controlando el partido”, entienden ahora en la bancada del PSOE en el Congreso.
Otro temor que recorre al PSOE es que haya financiación ilegal. “Sería demoledor, infinitamente más grave, espero que sea una cosa de un par de golfos, aunque con mucho prestigio”, desea uno de los secretarios provinciales más poderosos. Sánchez anunció el jueves una auditoria externa de las cuentas del PSOE para disipar las sospechas de financiación ilegal.
El líder del PSOE no comparecía en Ferraz desde mayo de 2018, cuando se anunció la moción de censura contra Mariano Rajoy. Desde entonces no había vuelto a atender a la prensa en la sede del principal partido del Gobierno. Puede parecer una anécdota, pero la opinión generalizada en el partido es que muestra hasta qué punto Sánchez ha desatendido al PSOE. Otro gesto que llamó muchísimo la atención se produjo en el Congreso Federal de finales del año pasado en Sevilla. El sábado por la noche, con la nueva ejecutiva por cerrar, Sánchez se fue poco después de las once de la noche. La futura dirección, a la que el presidente dice que va a someter a una profunda reestructuración con la que espera calmar las aguas internas, se cerró pasadas las dos de la madrugada. El presidente delegó su confección en Cerdán, que había preparado una lista previa de sus integrantes. Sánchez tampoco asistió el viernes al Congreso Federal, pese a que era el primero de los tres días de la cita por excelencia de los socialistas. Ese viernes Cerdán negó a EL PAÍS que la delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Pilar Bernabé, se iba a incorporar a la cúpula del PSOE como nueva responsable de Igualdad. Finalmente fue así.

El poder absoluto que Sánchez le confirió en Sevilla empoderó todavía más a Cerdán. Pese a que llegaba señalado por haber llevado a Ferraz a Koldo García, donde entró como el chófer de Ábalos antes de medrar en el ministerio de Transportes, el presidente le revalidó a los mandos del partido. Nadie chistó y, si lo hizo, fue de forma discreta. La mayoría le aplaudió en Sevilla cuando subió al escenario para ocupar su silla de secretario de Organización del PSOE. Ni más ni menos que, de nuevo, como el número tres de un partido que iniciaba en su 41º Congreso un proceso de puesta a punto para renovar a buena parte de los secretarios generales autonómicos, provinciales y locales. El PSOE se preparó para el próximo ciclo electoral, no para una catástrofe que Sánchez no vio o no quiso ver venir, aferrado al mantra de la persecución de la derecha política y judicial.
El PSOE es ahora un partido con el ánimo destrozado, que vuelve a lamerse las heridas y a preguntarse “qué nos ha pasado”, cuando lo previsto era pasar a la ofensiva para recuperar el poder territorial perdido hace dos años. Un PSOE que, después de siete años de Gobierno, reconoce en privado que “no hay partido”. “Pedro se olvidó del partido, lo consideró un instrumento y se lo confió durante siete años primero a José Luis y luego a Santos. Esa dejadez nos ha metido en este incendio”, se queja un sanchista pata negra.
Entretanto, Emiliano García-Page guarda silencio. El presidente de Castilla-La Mancha fue el primero en el PSOE en pedir el adelanto de las elecciones generales para ahorrarle a los candidatos a alcaldías y gobiernos autonómicos evitar las “bofetadas de la política nacional”. “Es hora de que hablen otros. Ha habido momentos en que nos hemos sentido muy solos”, indican en su entorno. “Page dijo lo que cada vez más pensamos en privado”, asiente un integrante de la dirección federal.
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