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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

‘Os Resentidos’ pueden tener alguna razón

El variopinto sector crítico del PSOE pide desde elecciones, un congreso o resetear el partido pero les une echar a Sánchez

Los ex secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán y José Luis Ábalos, durante la toma de posesión de la cartera del nuevo ministro de Transportes, Óscar Puente.
Javier Casqueiro

La política es como Galicia, muy caníbal, se ha vuelto a demostrar. El otrora todopoderoso José Luis Ábalos es ya una caricatura itinerante, con su camiseta para las mudanzas y sus chanzas rancias y machistas. En breve el supernegociador Santos Cerdán, que hace nada visitaba mensualmente a Carles Puigdemont en Waterloo, podría pasar a ser un traidor a ignorar del creciente Grupo Mixto del Congreso. Los medios, además, en nuestra desmemoria galopante engullimos noticias, escándalos, sumarios judiciales y expolíticos a tal velocidad que no le concedemos tiempo a las Nuevas Generaciones del PP ni para encargar gamberros vídeos alusivos en su inteligencia artificial. Pedro Sánchez también lo sabe.

El presidente, cada vez más bunkerizado y desconfiado, se prestó al fin a plantarse el jueves en la sede de su partido porque efectivamente se había conocido el demoledor informe de la UCO que no solo liquidaba cualquier atisbo de duda sobre la catadura de sus dos secretarios de Organización sino que también radiografiaba un estilo de comportarse, y de hacer política, incompatible con cualquier partido democrático.

Sánchez respondió en Ferraz a un periodista que asumía por lo ocurrido una triple responsabilidad que consistió en aclarar que el asunto no le concernía ni a él ni al PSOE, prometer que colaboraría con la Justicia como si pudiese airear otra cosa y anunciar una auditoría externa. Es una opinión muy generalizada que son medidas pacatas ante el nivel de la crisis generada, el impacto del shock provocado y el tamaño del desconcierto interno. Lo de la auditoría exterior ha aventado en muchos la sospecha de que algunas cuentas no se hayan llevado tan bien como deberían.

La tranquilidad no ha retornado ni mucho menos al PSOE. Una veterana parlamentaria lo resume así: “Nuestra gente está muy nerviosa, no entienden cómo ha podido pasar esto y a mí es que se me ha revuelto el estómago”. Un miembro de la Ejecutiva socialista y del Congreso sigue, tras varios días, “desolado”. Y añade: “Me parece tan increíble que todavía quiero pensar que hay alguna explicación”. No las encuentran.

El líder concedió decepcionado el nuevo error de la confianza extraviada, pidió perdón ocho veces, las mismas que en su día le reprobó a Rajoy como inservibles y convocó para el 4 de julio un Comité Federal para retocar una Ejecutiva tan desconocida como la mitad de su Gobierno. Algunos socios, no solo Sumar, creen llegado el momento de resetearlo todo y emprender un final de la legislatura tenazmente progresista, que recupere en muchos simpatizantes ahora mucho más que escépticos las ganas siquiera de ir a votar.

Dirigentes del PSOE englobados en el sector de los “resentidos revanchistas”, como Felipe González, Alfonso Guerra, Emiliano García Page, Javier Lambán, Susana Díaz, Eduardo Madina o Juan Lobato ―menuda alineación para otra época― han apostado por unas elecciones y un gran congreso de refundación. González el jueves, en un acto de congregación de añoranzas hacia el nivel de Estado del rememorado Alfredo Pérez Rubalcaba, quiso decir solo dos cosas. Una arriba en el escenario, junto a Madina: “Estamos aquí, en pie”. Otra abajo, mientras hacía que regateaba micrófonos y cámaras: “Madina fue y sigue siendo mi candidato, en mi corazón y en mi cabeza”.

Madina, con un hijo ya de 16 años más alto que él, agradeció el gesto y ya olvidó las dudas que el expresidente expresó en su día sobre la fragilidad de su candidatura. Lleva ya siete años fuera de la primera línea política y solo se permite para amortiguar el gusanillo una tertulia pública a la semana, en la SER. Sospecha hace tiempo que en sus primarias, organizadas por el PSOE de Pérez Rubalcaba, le tangaron, y no por las dos papeletas que Cerdán le ordena a Koldo meter subrepticiamente en una urna.

Alberto Sotillos, un joven militante y politólogo que en 2014 se atrevió a competir en aquellas primarias contra Sánchez, Madina y José Antonio Pérez Tapias, sí recuerda las trabas y presiones que le salieron al encuentro. Ni se les dio el censo, ni se les precisó el número de avales, ni se les facilitó la entrada en las sedes del partido locales, especialmente en algunas provincias andaluzas. Cuando el duelo entre Sánchez y Madina estaba más apretado surgió el tercer candidato, que repartió aún más el voto. Un año después se dio de baja del partido. Ahora es también tertuliano.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.
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