Tensión en el Congreso con gritos de dimisión a Santos Cerdán
La presidenta del Congreso amenazó con suspender el pleno por las interrupciones del PP, que se prolongaron durante toda la sesión
El informe en manos del Supremo sobre Santos Cerdán ha elevado al máximo este jueves la tensión en el Congreso. En cuanto ha entrado en el hemiciclo el secretario de organización del PSOE, para asistir a la última jornada del pleno semanal, los diputados del grupo popular han prorrumpido en gritos de “¡dimisión, dimisión!“, en medio de un atronador barullo de pateos y golpes en los pupitres. La presidenta de la Cámara, Francina Armengol, ha amenazado con suspender el pleno. El alboroto se ha acabado sofocando, pero las protestas han continuado durante toda la mañana, pese a las constantes amonestaciones de Armengol. Los enfrentamientos y el estrépito han vuelto a subir de tono en la parte final del pleno ante el ministro de la Presidencia y Justicia, Félix Bolaños, que ha acudido a defender los proyectos de ley de reforma del Poder Judicial y del Estatuto del Ministerio Fiscal. El presidente del Gobierno, pese a que no tenía compromisos en su agenda oficial, no ha acudido a votar.
El primer incidente ha estallado con la llegada al hemiciclo de Cerdán, poco antes de las 10 de la mañana, cuando se estaba debatiendo el informe anual del Defensor del Pueblo, presentado ante la Cámara por el titular de la institución, Ángel Gabilondo. La bancada del PP ha estallado exigiendo su dimisión con gran estruendo. Armengol los ha reconvenido: “Esta es la casa de la palabra, no de las patadas”. Y tras la amenaza de suspender la sesión, los ánimos se han calmado momentáneamente. Pero, como muestra del grado de confrontación política, ni siquiera el Defensor del Pueblo se ha librado de las durísimas descalificaciones del PP y Vox.
La siguiente acometida ha llegado más tarde, cuando ha subido a la tribuna el diputado socialista Herminio Sancho para dar respuesta al informe de Gabilondo. De nuevo, algunos diputados populares han reaccionado con pateos, golpes en el pupitre y gritos de dimisión. Se ha visto al portavoz del PP, Miguel Tellado, discutiendo a voces desde su escaño con la bancada socialista, situada enfrente, con el pasillo por el medio. Armengol ha llamado al orden al diputado del PP, Jaime de Olano, quien ha respondido con un “ya está bien”. La presidenta ha advertido a diputados populares que estaban grabando con sus móviles desde el hemiciclo, en incumplimiento de las normas.
En el turno final del debate, la diputada popular María Eugenia Carballedo ha acusado desde la tribuna al Gobierno, a Cerdán y a su antecesor en la Secretaría de Organización del PSOE, el también exministro de Transportes José Luis Ábalos, de recibir “mordidas”. Carballedo ha llegado a soltar, mirando a la cara a Cerdán, que estaba en su escaño sentado: “Mientras miles de españoles malviven, Cerdán y Ábalos se enriquecían y vivían del cuento, o a lo peor aún se siguen enriqueciendo”. Cuando ha terminado, mientras se dirigía a su escaño, toda la bancada del PP ha vuelto a corear casi al unísono los gritos de dimisión.
Cerdán ha permanecido toda la mañana imperturbable en su escaño, aunque más pendiente del teléfono que de lo que estaba sucediendo en el hemiciclo. Hacia al mediodía, cuando el Tribunal Supremo ya había hecho público el informe que lo implica en graves delitos de corrupción, el número tres socialista lo ha recibido en el móvil y se le ha podido ver consultándolo durante largos minutos.
Bolaños ha expuesto sus reformas sin que surgieran nuevas protestas, incluso cuando se ha quejado de que minutos antes el hemiciclo “parecía un campo de fútbol”. Pero al final de ese debate, cuando el ministro ha subido de nuevo a la tribuna para replicar a la andanada de descalificaciones de la popular Cayetana Álvarez de Toledo y de la portavoz de Vox, Pepa Millán, se ha disparado de nuevo la tensión. Han arreciado otra vez las protestas y pateos desde la bancada popular exigiendo la dimisión de Cerdán. “¡Corrupto!“, ha gritado alguien al ministro. Cuando este ha dicho que hablaba ”desde la humildad", los escaños del PP han vuelto a alterarse: “¡Sí, hombre!“.
Armengol se ha afanado por cortar el griterío. “Es inasumible la falta de respeto a la Cámara”, ha amonestado. “La gente no nos ha votado para gritar ni para patear”. Pero sus reconvenciones solo han conseguido irritar más a los populares, sobre todo cuando les ha replicado: “No nos van a quitar el derecho a la palabra”. En el guirigay ha vuelto a significarse Tellado, que replicaba a voces desde su escaño a la presidenta, quien lo ha llamado al orden.
La sesión se ha cerrado con más tranquilidad, entre otras cosas porque el presidente del Gobierno no ha acudido a votar. Solo algunos gritos más tímidos de dimisión han puesto el final a una mañana cargada de nervios.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.