La parte socialista del Gobierno ve una “campaña mafiosa” contra Sánchez que devora su agenda
El Ejecutivo no contempla la moción de censura pero sí cuenta con un ambiente muy tóxico hasta el verano

La sombra de la cinematográfica mafia siciliana invade la política española a los dos lados del hemiciclo. Mientras el PP y Vox llaman “mafioso” al Gobierno, el Ejecutivo se defiende con el mismo concepto. Según Óscar López, un ministro muy cercano al presidente, lo que hay en realidad es “una campaña mafiosa contra el Gobierno de España, con filtraciones y medias verdades todos los días, con insinuaciones, con bulos, con fango permanentemente”.
El Gobierno ve intereses muy oscuros, sobre todo de empresarios millonarios con causas muy graves pendientes, detrás de todas las publicaciones de los últimos días. Pero nadie da una explicación razonable de qué hacía en medio de todo eso Leire Díez, una militante socialista que tuvo puestos de responsabilidad en empresas públicas con el Gobierno de Pedro Sánchez y aún no ha aclarado bien qué hacía ahí. En el mejor de los casos, explican algunos miembros del Ejecutivo, ella estaría buscando datos sobre una presunta corrupción dentro de la UCO para después facilitárselos al PSOE, aunque parece evidente que nada de eso sucedió porque no hubo ningún trato de favor a los encausados con los que habla y tampoco apareció ningún dato oscuro sobre nadie de la UCO.
En cualquier caso, nadie ofrece una explicación rotunda con datos detallados y en el PSOE, muy criticado en varios sectores por sus poquísimas explicaciones y su tardanza en tomar decisiones, han decidido no hablar más de la cuestión. López resumió un sentimiento muy extendido dentro del Gobierno, esto es: que el Ejecutivo va a seguir hasta 2027, que esta tormenta pasará porque no hay nada que pueda ser llevado a un juzgado contra el presidente ni contra ningún miembro del Ejecutivo o del PSOE. “Abandonen toda esperanza”, dijo López recordando la frase que, en la Divina Comedia de Dante Alighieri, presidía la entrada del infierno: “Abandonad toda esperanza quienes entráis”.
Pero a pesar de todo, Sánchez ha decidido seguir como si nada y no decir nada de la polémica. Alberto Núñez Feijóo dio un salto muy fuerte incluso para la envilecida política española el miércoles por la noche, cuando llamó en las redes sociales “capo” mafioso al presidente del Gobierno. Esa mañana, su portavoz parlamentario, Miguel Tellado, había dicho que “el Gobierno de España es una organización criminal”. Y, sin embargo, Sánchez, un político correoso que no suele renunciar a la pelea dialéctica cuando sube de tono, decidió no contestar este jueves a pesar de que tenía una ocasión perfecta, una comparecencia con el primer ministro esloveno, Robert Golob.

Al contrario de lo habitual en este formato, La Moncloa decidió no aceptar preguntas de la prensa y así Sánchez se concentró en hablar de Gaza y de asuntos europeos y evitó por completo la polémica por las maniobras de una militante socialista, Leire Díez, y un empresario, Pérez Dolset, para buscar información negativa sobre máximos responsables de la UCO. Sánchez aún no ha dicho una palabra de este asunto y lleva semanas evitando responder a preguntas, con lo que evita las polémicas. La explicación que ofrecen en La Moncloa es que Feijóo ha saltado un límite tan claro, llamar capo mafioso al presidente, que la mejor opción es no entrar en ese barrizal.
Sánchez está indignado, explican en su entorno, pero no quiere contestar a algo tan burdo. El presidente interpreta que Feijóo está subiendo la presión porque se acerca su congreso -es en julio- y quiere llegar allí con una fuerte movilización de la derecha y sobre todo intenta frenar el crecimiento de Vox compitiendo con ellos en la dureza de su antisanchismo, sacando a gente a las calles en la plaza de Colón, tan simbólica para el PP como para Vox, que se la disputan siempre, también en otras cuestiones como inmigración, y tratando así de recuperar votantes de Santiago Abascal hacia el PP. La reacción frente a esa nueva ofensiva política es, al menos de momento, seguir hablando de los temas que le interesan a Sánchez —Gaza, anuncios de medidas sociales en vivienda y otros muchos asuntos— y obviar la cuestión que domina la agenda mediática todo lo que se pueda.
En La Moncloa están convencidos de que las dos propuestas de Feijóo este jueves demuestran su impotencia y una cierta precipitación. Por un lado, la nueva manifestación en Colón, algo que el PP ha probado muchas veces y luego electoralmente no se ha demostrado que funcionara, y la otra animar al PNV y Junts a apoyar una moción de censura. “¿Pero de verdad Feijóo habla de moción de censura dos días después de bloquear que el catalán y el euskera sean oficiales en Europa? ¿Pero han hablado con el PNV y con Junts en las últimas horas? ¿Saben lo enfadados que están?“, se pregunta un miembro del Gobierno.

Como en anteriores crisis que parecían definitivas, como cuando apareció una foto de Sánchez con Aldama, el empresario de la trama corrupta del caso Koldo, Sánchez apuesta por dar muy pocas explicaciones, algo que le reprochan incluso sus socios de la mayoría, y tratar de seguir con los temas de la agenda progresista, a pesar de que varios miembros del Gobierno consultados admiten que estas polémicas están devorando cualquier posibilidad de que estas cuestiones más positivas entren en la conversación ciudadana a través de los medios.
Lo que sí inquieta a varios miembros del Ejecutivo consultados es la poca capacidad de reacción que está mostrando el PSOE ante un asunto que le afecta directamente, ya que la oposición sostiene que Leire Díez hacía sus maniobras a la orden de la dirección socialista, algo que Santos Cerdán, figura clave en la cúpula del PSOE, niega de forma rotunda aunque también sin dar muchos detalles. El PSOE ha abierto un expediente a Díez, pero no ha tomado medidas cautelares y muchos socios lo ven claramente insuficiente. Hasta la propia Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda, dio un salto y pidió más contundencia. “Los hechos, de ser ciertos, son gravísimos”, aseguró.
La sensación de bloqueo en el PSOE, de incapacidad de respuesta y de dar explicaciones razonables frente a los audios y vídeos que se están publicando y que apuntarían a una maniobra para intentar destapar una supuesta corrupción en el seno de la UCO preocupa a muchos miembros del Ejecutivo. El equipo del presidente está más concentrado en sus anuncios, su agenda internacional, los debates de políticas públicas. Y el PSOE apenas emite. Así que casi todo el espacio mediático lo ocupan las acusaciones y las reacciones críticas a los audios y vídeos publicados. En el Gobierno hay mucha frustración porque en estos días se están haciendo anuncios importantes que estaban previstos, con medidas relevantes aprobadas en Consejo de Ministros, y prácticamente no aparecen en la conversación ciudadana. En el Ejecutivo asumen que esto irá subiendo de tono hasta el congreso del PP, muy importante para Feijóo, pero después llegará el verano y todo se relajará, como pasó otras veces. No hay rumores de cambio de Gobierno ni un revulsivo así, aunque algunos creen que si hubiera un movimiento de ese estilo tendría más lógica después del verano, para empezar los últimos dos años de legislatura con más fuerza. El verano, insisten en el Gobierno, que se espera tan exitoso o más para el turismo como los últimos años, acabará de diluir la sensación de caos que quiere instalar el PP, según La Moncloa, de forma completamente artificial porque los datos económicos no lo avalan. “Están apretando ahora porque a partir del 15 de julio el país se va de vacaciones, se evapora parte del agua, no cuela decir que nos hundimos con todos los chiringuitos llenos. Saben que se les acaba el tiempo y por eso aprietan”, insiste otro miembro del Ejecutivo. El verano, pues, parece el horizonte. Pero aún está lejano.
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