Una manifestación ultra se planta a las puertas de La Moncloa con el apoyo del líder de Vox

Uno de los primeros “Pedro Sánchez, hijo de puta” a grito pelado ha sido el de una mujer engalanada con una bandera de España. El insulto iba dirigido a la cámara de un dron policial que poco antes de las ocho de la tarde sobrevolaba por los alrededores del Palacio de la Moncloa, donde este jueves se han congregado entre 300 y 400 personas para pedir la dimisión del presidente del Gobierno. El ambiente recordaba a las manifestaciones ante la sede socialista de Ferraz, en Madrid: banderas rojigualdas, algunas con el águila franquista, otras con el escudo constitucional amputado, y asistentes de edad variada. Algunos eran exaltados, que han lanzado vítores a Franco y a Hitler, aunque este último abucheado por el resto de asistentes. La diferencia con las reuniones en el centro madrileño es que esta, convocada esta mañana en redes sociales por grupos de extrema derecha, es la primera que se realiza a pocos metros de la entrada de la La Moncloa por la que cada martes pasan los periodistas para asistir a las ruedas de prensa del Consejo de Ministros.

Cuando los ya recurrentes lemas (“Pedrito, Pedrito, qué poco te falta”; “Viva este montón de patriotas”, “España una, y no 51″...) llevaban media hora repitiéndose, Santiago Abascal, líder de Vox, se ha presentado con un grupo de dirigentes de su partido para apoyar a la concentración. ”Nosotros no hemos abandonado la calle para denunciar a este Gobierno corrupto y criminal. Hemos denunciado a este Gobierno con todos nuestro medios: en el Parlamento con mociones de censura, en los tribunales, en las calles con movilizaciones e incluso en los foros internacionales. Y hoy estamos en la calle apoyando concentraciones espontáneas de la sociedad civil“, ha dicho Abascal ante los medios. El también diputado ha acusado al Partido Popular de ”tener un pacto con los socialistas en Bruselas que sostiene [en el poder] a Pedro Sánchez”.

Alberto Núñez Feijoó, presidente del PP, ha convocado este jueves —al igual que los grupos de ultraderecha— otra manifestación contra el Gobierno el 8 de junio. El impulso de ambas convocatorias ha sido la publicación hace unos días de varios medios de una grabación incompleta en las que figura una militante del PSOE que intenta maniobrar para obtener información comprometedora del teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Balas, al frente del departamento de Delincuencia Económica de la Unidad Central Operativa (UCO) y a la que el partido ha abierto expediente. Abascal ha rechazado su asistencia al evento del PP, al que ha calificado de “partidista”, y ha exigido al líder de los populares que “rechace los pactos que mantiene con el PSOE” y presente una moción de censura.

La concentración ha terminado con un ataque directo por parte de los manifestantes hacia la prensa. Después de la salida de Abascal, un hombre le ha arrancado de cuajo el micrófono a la reportera de La Sexta y lo ha arrojado al aire, mientras gritaba: “Toma, Vito”. Una clara alusión a la practica de algún comunicador que, en los últimos meses, le ha arrebatado el micrófono al agitador Vito Quiles cuando este le acosaba y lo ha lanzado al aire. Tras eso, una masa ha perseguido a la reportera y su cámara, entre insultos y pitidos. Del mismo modo, los periodistas de TVE han sufrido un acoso constante, con insultos directos a ellos, a la cadena y a algunos de sus directores más conocidos. “Silvia Intxaurrondo, hija de puta”, se ha escuchado repetir en varias ocasiones a la turba.

La presión, agresiva, por una parte de los asistentes a la prensa ha continuado hasta la disolución de la concentración. Los ataques verbales han sido constantes: “Prensa española manipuladora”, “periodistas terroristas”, “vais a salir volando”... Mientras, un cordón policial, separaba la inmediaciones de una de las entradas al Palacio de La Moncloa del aparcamiento de la Facultad de Estadística, donde las asociaciones ultras habían citado a los manifestantes contra el Gobierno y a favor de la unidad de España aunque, por los gritos que han coreado, a esa España unida le sobra más de la mitad de España.