El número de hinchas violentos de clubes de Segunda División controlados por la policía dobla a los de Primera
El Frente Bokerón en Málaga, los Riazor Blues de A Coruña y las Juventudes Verdiblancas de Santander son para los investigadores los grupos más violentos entre los extremistas


Todas las temporadas, cada grupo ultra de los más de 80 equipos de fútbol que juegan en España en Primera, Segunda División y Primera Federación (antigua Segunda B) marca dos fechas principales en sus calendarios. Algo así como “dos viajes estrella”. Son citas casi ineludibles y muy esperadas por todos, que preparan con tiempo y a los que las autoridades están atentas. La del pasado 6 de octubre era una de esas fechas, marcada en rojo en el calendario de los radicales del Frente Bokerón del Málaga C.F. (extrema derecha), el grupo más violento del panorama ultra en la actualidad, a ojos de los expertos de la Policía Nacional. Ese día tenían que verse las caras con los Riazor Blues (extrema izquierda), los radicales del Deportivo de La Coruña.
Muchos del Frente Bokerón son miembros de la organización fascista Hacer Nación y, en los últimos tiempos, el grupo cuenta con más de 250 individuos, según los investigadores de la Comisaría General de Información (CGI) de la Policía Nacional. “Auténticos armarios, con cuerpos curtidos en gimnasios de barrio y adulterados con anabolizantes, muchos con antecedentes o vinculados a actividades ilícitas de toda índole, gente bastante peligrosa”, resumen. Ellos han protagonizado algunos de los 62 altercados y riñas tumultuarias más virulentas registradas por la policía con motivo de encuentros futbolísticos en el último año, pese a ser un equipo de segunda.
No son los únicos, según los datos de los investigadores del grupo de violencia en el deporte de la Policía Nacional, la mitad de esos incidentes violentos entre radicales de hinchadas futboleras los protagonizan los grupos ultras de equipos de la segunda fila, que cuenta con 22 equipos en segunda y 15 grupos ultras; frente a las 10 hinchadas radicales de primera división, donde juegan otros 20 equipos. “Esos altercados son su manera de hacerse visibles”, señalan las mimas fuentes.
Días antes de aquel encuentro que enfrentaría en A Coruña al equipo malagueño con el local (Deportivo de La Coruña), los del Frente Bokerón desarrollaron todo un plan para viajar hasta Galicia y pasar inadvertidos, a sabiendas de que la policía los sigue de cerca. Alquilaron 27 furgonetas en zonas distintas de la provincia de Málaga. Salieron de sitios diferentes y a horas distintas. En total, viajaron 190. Dejaron los vehículos en un punto de Burgos y se subieron a un autobús que les llevó hasta Ordes, un pueblo a 35 kilómetros de A Coruña, adonde llegaron el día antes del encuentro. Esa misma noche, hacia las 23.00, desembarcaron en la capital gallega, vestidos de negro, encapuchados y embozados, sembrando el pánico entre ciudadanos y aficionados y destrozando cuanto encontraban a su paso.
Los enfrentamientos entre los ultras del Frente Bokerón y los del equipo rival, Riazor Blues, se prolongaron también al día siguiente, el del encuentro, previsto a las 16.00 de ese domingo. Convirtieron las calles de la ciudad gallega en escenario de batallas campales en las que palos, sillas, y mobiliario urbano volaron por los aires. Con todo, acudieron al partido y salieron del estadio pastoreados por los antidisturbios como ganado para sacarlos de la ciudad. También la liaron en el pueblo donde se hospedaban, porque no quisieron abrirles un bar donde seguir su particular fiesta. Y, de vuelta a Málaga, asaltaron y destrozaron una gasolinera. Los hechos están siendo actualmente investigados por el juez y hubo un total de 27 detenidos en una operación policial que tuvo dos fases.
El pasado 1 de marzo, los ultras del Hércules (equipo de Alicante de Primera Federación), que se autodenominan Curva Sur y aglutinan a Renacer Blanquiazul, Furia Herculiana y Frente Herculiano, protagonizaron graves incidentes en la plaza del Padre Fontava, a escasos 10 minutos del estadio alicantino José Rico Pérez. Se enfrentaron con piedras, bengalas y enseres de un bar próximo a los radicales (Frente Onuba) del Recreativo de Huelva, el equipo visitante. En total, fueron 11 los detenidos.
Lo mismo ocurrió el pasado 12 de enero en la plaza del Moreal de Córdoba. Hacia las 22.00 comenzaron a volar por la plaza botellas, silla, vasos, copas, y mobiliario urbano en un enfrentamiento abierto entre ultras del Almería (Grada Joven) y del equipo local (Brigadas Blaquiverdes). Diez personas fueron detenidas allí mismo y en calles adyacentes, a las que trasladaron los altercados pese a la presencia de múltiples personas ajenas a la trifulca. Y, días después, la policía detuvo a otras 16, 14 en Almería y dos en Jaén, todos acusados de riña tumultuaria y de desórdenes públicos.
Aunque los grupos ultras comienzan a surgir en España en los años ochenta imitando a los fondos de animación deportiva de equipos ingleses e italianos, principalmente, en España viven ahora un fenómeno expansivo que se evidencia con los datos policiales recogidos en las memorias anuales de la Comisión Estatal de Violencia en el Deporte del Consejo Superior de Deportes (CSD).
Algunos de esos datos muestran dinámicas más activas por parte de estas hinchadas extremistas. Por ejemplo, en Segunda División, en la temporada 2022-2023 se desplazaron a encuentros futbolísticos 3.959 “violentos” controlados por la policía, mientras que en la temporada 2023-2024 (la última registrada) fueron 7.366, un 46,3% más. En Primera División también hubo un incremento de movimientos de ultras, pero más leve: 2.524 a 3.350, un 24,6% más.
Cada vez más jóvenes
“Se trata de gente cada vez más joven”, señalan los investigadores de la CGI de la Policía Nacional. “Lo vemos con los detenidos, que la mayoría apenas rozan los 20 años”, concretan. “Son chavales reclutados en gimnasios de barrio, o jóvenes aficionados pastoreados por ultras rebotados o derivados de equipos de primera división”, advierten.
Son muchos los equipos que están hermanados ideológicamente, como por ejemplo los ultras del Racing de Santander (Juventudes Verdiblancas) y los históricos Ultra Boys, del Sporting de Gijón, de extrema derecha, surgidos en 1981 y enemigos acérrimos del Real Oviedo. De ahí los fuertes disturbios registrados en las calles de Santander el pasado domingo, entre los radicales del Racing y los del Oviedo (Symmachiarii). LaLiga ha propuesto una sanción de 20.000 euros al Racing “por deficiencias en las medidas de control de acceso y permanencia de espectadores en el estadio”.
En total, en la última temporada, fueron expulsados de los estadios 220 ultras en Primera División, con 113 detenidos. Mientras que en Segunda División y Primera Federación, fueron 218 los expulsados y 59 los detenidos. Sin embargo, en lo que se refiere a propuestas de sanción, en Segunda División fueron 385 en la penúltima temporada; 303, en la última (2023-2024); y ya van 406 en la temporada actual, un incremento “llamativo” y subrayado por los investigadores de estos movimientos radicales.
En la temporada 2022-2023 fueron declarados de “alto riesgo” 13 partidos en Primera División y 11 en Segunda, pero en la siguiente temporada (2023-2024), fueron de “alto riesgo” 14 partidos en Primera y 20 en Segunda, y en Primera Federación pasaron de cinco a 10, el doble en el caso la temporada anterior.
La fluctuación de algunos equipos de Primera a Segunda División y viceversa refuerza o debilita a estas hinchadas más radicales que sobreviven camuflados en peñas y asociaciones al amparo de los clubes, en la medida en que contribuyen a animar y a llenar sus estadios. Por ejemplo, los Black and White Army del Cartagena, de ideología de extrema izquierda, anunciaron su disolución en noviembre de 2022 tras sufrir un buen número de detenciones por protagonizar graves altercados contra sus homólogos del Granada, la Sección Kolokón, autodefinidos como “apolíticos”.
Tras la bajada del Granada a Segunda, ese grupo fue sustituido por Curva Sur, de extrema derecha, hermanados con los del Frente Bokerón malagueño. Ocurre incluso en algunos equipos que hay dos hinchadas radicales de ideología opuesta, como en el Zaragoza, donde están Ligallo Fondo Norte (de ultraderecha) y Avispero Hoolligans (de ultraizquierda).
El fenómeno ultra, aplacado con la pandemia, está en auge en el marco de una sociedad cada vez más polarizada políticamente. La Comisión Antiviolencia y LaLiga, que se persona judicialmente para hacer un seguimiento de los procedimientos por los disturbios y sus protagonistas, tratan de erradicarlos de la competición deportiva.
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