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Una procesión que parece un maratón: el paso de Semana Santa con el recorrido más largo de España está en Cádiz

La Entrega de Jerez recorre cada Sábado de Pasión más de 14 kilómetros entre trigales para llegar desde su entidad local en Guadalcacín, una pedanía de la localidad gaditana, hasta el centro del municipio

La Hermandad de la Entrega recorre casi 15 kilómetros desde Guadalcacín hasta Jerez de la Frontera (Cádiz).
Jesús A. Cañas

Es fácil que “diablo se te pose y te susurre al oído ¿qué haces aquí?” cuando cargas más de 14 kilómetros bajo el peso de miles de kilos del paso de la Semana Santa con el recorrido más largo de España. Es advertencia motivacional del capataz y triatleta Tomás Sampalo a sus costaleros de la cofradía de La Entrega. Así que la cuadrilla se anima, entre la broma y el aliento, con hitos en el camino. Uno de los más icónicos es cuando, después de recorrer los 2,6 kilómetros que separan a la entidad local de Guadalcacín de Jerez de la Frontera por una carretera entre trigales, por fin, se topan con el puente de la vía férrea del primer barrio jerezano, el de San José Obrero. “Ahí es cuando decimos que ya hemos visto civilización”, bromea el costalero y miembro de junta Juan Santos Morilla, antes de meterse bajo las trabajaderas.

La Hermandad de la Entrega a su salida de Guadalcacín, en Jerez de la Frontera (Cádiz).

Ni los molestos nubarrones que han amenazado lluvia durante el primer tramo de la salida han restado aires de fiesta a Guadalcacín, una entidad local autónoma dependiente de Jerez, pero con tintes de pueblo, con casas blancas y calles en damero ideadas en la estrategia de colonización agrícola franquista de mediados del siglo XX. Buena parte de sus 5.000 vecinos se vuelcan con su única hermandad de la Semana Santa. No son los únicos, en los alrededores de la iglesia San Enrique y Santa Teresa no cabía un alfiler al filo del mediodía. Muchos eran foráneos, atraídos por la gesta cofrade. “Hemos caído de pie, a la gente le gusta la cofradía, a eso se le suma la peculiaridad de la estampa de pasar por el campo, ahí se aglutinan muchísimos fotógrafos”, explica el hermano mayor y fundador de la corporación, Alejandro Pacheco. “Somos un punto de union de mucha gente distinta”, añade Santos.

Este Sábado de Pasión es el cuarto año que los 400 integrantes de la procesión de La Entrega —entre nazarenos, monaguillos y costaleros— se han lanzado entre carreteras de trigales a recorrer los casi 15 kilómetros de su recorrido, la distancia de salir de Guadalcacín, ir hasta hasta la iglesia de San Marcos a hacer estación de penitencia, pasar por el centro de Jerez y volver. Les quedaban por delante unas 14 horas de recorrido, así que a la cofradía no se le escapa un detalle. “Con nosotros van unos 15 hermanos de brazalete, como les solemos llamar. Nos asisten fuera del recorrido para hacer almuerzo, merienda y cena en ocho puntos de avituallamiento. También nos acompaña una ambulancia todo el camino”, explica Pacheco.

Esa operativa, similar a la de muchas pruebas deportivas, fue una de las ideas ya planteadas cuando la hermandad, allá por 2020, comenzó a acariciar la idea de ampliar su recorrido. Tras convertirse en agrupación parroquial en 2006 y pasar a ser hermandad en 2011, la cofradía se decidió a organizar una procesión extraordinaria al centro en 2021. La pandemia frustró sus planes y, tras superar las reticencias del Obispado de Jerez, consiguieron la venia del obispo para realizar su gesta en 2022, ya como un cambio de recorrido permanente. “Los cofrades de Guadalcacín ya eran de la hermandad, así que habíamos tocado techo. Desde que hacemos este recorrido, hemos crecido más. Siempre fue nuestra la intención incorporarnos a la Semana Santa de Jerez”, explica Jose Luis Cuenda, secretario de la Junta, costalero y responsable de aquella comisión que analizó el salto del antiguo recorrido por las calles del pueblo al actual.

Un instante de la salida procesional por las calles de Guadalcacín.

El experimento funcionó tan bien que la hermandad cuenta ahora con cuatro cuadrillas de medio centenar de costaleros —200 en total— que se relevan cada media hora para poder completar la procesión. Entre las trabajaderas, hay venidos de distintos puntos de Andalucía como Huelva o Marbella. “Les gusta probar el reto”, explica el hermano mayor. Y la gesta es grande, como reconoce Cuenda: “Los que llevamos tiempo en la costalería sabemos que el esfuerzo físico no es nada a lo que tienes que estar preparado mentalmente. Hay momentos en los que dices ¿qué hago aquí?. Son esos momentos de debilidad de los que advierte el capataz Sampalo, aficionado habitual de los triatlones.

Los mismos que viven los nazarenos, agravados en que ellos no tienen ni relevos. “Son los verdaderos héroes”, asegura Cuenda. De ahí que la hermandad asuma la tarea de hidratarles y avituallarles en el recorrido —hasta 1.000 bocadillos reparten en la salida—, una tarea extraña en las cofradías andaluzas, donde cada hermano se suele ocupar de eso. “Es una logística grande, un trabajazo, pero entendimos que era necesaria. Cada responsable de tramo sabe las necesidades médicas de sus nazarenos, por si les pasa algo”, añade el secretario. “De los 170 nazarenos que sacamos, no terminan el recorrido no más de 20 o 25 personas”, explica el hermano mayor. Los percances más habituales son los desvanecimientos y bajadas de tensión, como la que ha sufrido un hermano, poco antes de que la corporación se internase en la carretera salpicada de trigales y campos de cultivos que le llevaría a Jerez.

Aunque La Entrega es genuina en Andalucía por su largo recorrido, no escapa de la tendencia andaluza de las últimas décadas de fundaciones de hermandades lejos de los centros de las ciudades. Son corporaciones creadas para asumir el rol de puntos de socialización y comunidad en periferias que tenían cercenada la participación en la Semana Santa sino era militando en una cofradía del centro, en una tendencia que lleva años estudiando Francisco Javier Escalera, cofrade y antropólogo de la Universidad Pablo Olavide de Sevilla.

El paso realiza relevos cada 30-40 minutos para mantener el ritmo durante el largo itinerario.

Es justo lo que pasa en la corporación de Guadalcacín, como reflexiona Pacheco: “La hermandad se ha convertido en el colectivo más importante del pueblo. Hacemos actividades, tenemos una, bolsa de caridad muy activa y un grupo joven grandísimo. Recibimos donaciones de instituciones porque saben que somos los únicos que tenemos acción social aquí”. Muchas de estas cofradías de las periferias ni se plantean ir a los centros de sus ciudades, ni mucho menos, como en el caso de la jerezana, abandonar su núcleo poblacional. Pero en La Entrega aseguran que ese siempre fue su deseo y fin. “Siempre hemos tenido claro que somos de Guadalcacín, pero también de Jerez y queremos ir a la Catedral”, añade Pacheco.

Por eso, en la hermandad ya acarician el siguiente salto cualitativo: integrarse en la nómina de cofradías que, en un día de la Semana Santa, hace estación de penitencia en el primer templo. En Guadalcacín trabajan con la idea de que eso suceda en un plazo de no más de dos años y que el día pueda ser el Jueves o Viernes Santo. Cuando eso suceda, la gesta tendrá aún más kilómetros, pero el reto será otro. “Los primeros años tenemos hablado saldremos de aquí y nos recogeremos en algún templo del centro. El Sábado de Pasión tenemos la fuerza y gente, pero en esos días la gente se reparte y nos costaría más, tendríamos que medirlo más”, asegura el hermano mayor. El tiempo y las ganas dirán entonces cuanto tardaría en regresar la maratón de La Entrega. De momento, este sábado, con la venia de un cielo a ratos encapotado y que llegó a chispear, pudieron realizarla.

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Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.
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