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Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

De empresaria a artista y del Maresme a Dubái

A Carla Gia, la vida profesional le iba mejor que la otra. Decidió parar y partir. Cambió Cataluña por los Emiratos Árabes, donde cuenta en sus telas su forma de ver las cosas

Carla Gia posa en su estudio de Dubái mostrando las manos.
Borja Hermoso

Ella sostiene que desde niña, desde que estando en terapia con ocho años el psicólogo le colocó un lienzo delante para que se expresara, ve la vida en blanco y negro. Y puede que eso tenga que ver no solo con cómo le han ido las cosas a Carla Gia (Barcelona, 31 años) profesionalmente bajo la capa de una empresaria de éxito, sino también con su forma de ver las cosas en general y, más allá de eso, con el modo de expresarse cada día en sus lienzos, que mancha incansablemente de blanco y negro (y algún gris y algún azul noche si no hay más remedio) con sus acrílicos violentos y sus pinceles, sus espátulas o sus manos, a caballo entre el arte japonés y el expresionismo abstracto y desde la admiración confesa por Rothko y Pollock. Blanco y negro, el día y la noche, la fortaleza y la fragilidad, la alegría y la tristeza, tensiones de luz y sombra. Los opuestos y los juegos de opuestos. “Para mí la vida es un puzle, y se trata de integrar en ese puzle los opuestos, el blanco y el negro, el hombre y la mujer, para llegar a la plenitud”, afirma.

Carla Gia, en su estudio de Dubái. Después del verano cambiará esta ciudad por Abu Dabi.

Esas fronteras abismales entre lo claro y lo oscuro también tuvieron que ver con su decisión de romper por lo sano un día con una vida acomodada en el Maresme catalán y soleado y buscar nuevos horizontes. Horizontes lejanos, todo hay que decirlo. Todo funcionaba perfectamente y, a la vez, algo no funcionaba. “Hay una frase que me gusta mucho que dice: ‘Quien tenga miedo a vivir, que no nazca’. Y pienso que eso es lo peor que te puede pasar, tener miedo a vivir, a probar. Entonces, a los 30 años me llegó un punto trascendental en mi vida y me pregunté: ¿dónde está lo importante de verdad?”.

Así que cogió el portante, dejó atrás sus empresas en el ámbito de la sanidad privada y se marchó a un lugar tan improbable en general y tan improbable en concreto para una artista como son los Emiratos Árabes Unidos, donde vive desde marzo del año pasado (concretamente en Dubái, y a partir de septiembre en Abu Dabi). “Lo dejé todo, vendí las empresas, que iban muy bien, dejé mi casa de toda la vida, mis amigos, mi familia, todo, y me vine aquí. No podía quejarme de nada, pero es que a veces el éxito te nubla la vista. Y yo estaba bloqueada”, recuerda.

Una de las telas en gran formato de Carla Gia expuestas recientemente en la feria World Art Dubai 2025.
Otro de los acrílicos de gran formato sobre tela de Carla Gia.

Decidió que tenía que actuar, romper con lo anterior, y ese romper incluía partir. La forma de hacerlo fue aleatoria, por no decir francamente pintoresca: “En mi casa tenía una chimenea, una biblioteca y una bola del mundo. Y estaba un día ahí llorando con mi perro, miré la bola del mundo, y me dije: me tengo que ir. Hice una lista. ¿Qué requisitos debe tener el sitio? Que hubiera siempre sol, que fuese un sitio seguro y que hubiese posibilidades de mercado para mi obra. Y aquí estoy”.

Carla Gia, en la Embajada española en Emiratos Árabes Unidos, con el embajador Emilio Pin Godos, ante la obra 'Paws'.

La autora de obras de gran formato como Paws —para la Embajada de España en los Emiratos Árabes Unidos—, Wings Unbound, Painful o Struggle, todas ellas expuestas el pasado mes de abril en la feria World Art Dubai 2025, considera su proceso artístico como “disruptivo”. Y eso que había —y puede que eso perviva de alguna manera— un cierto pudor a la hora de mostrarlo al mundo: “Siempre me ha dado mucho respeto mostrar mi arte, porque es mostrar mi vulnerabilidad, al final es como desnudarme literalmente, llevaba muchos años en los que el tema de mostrar mi arte me daba mucho miedo y mucha vergüenza”.

Al axioma —aun discutido por algunos amantes de la certidumbre— de que el arte no está ahí para ofrecer respuestas pero sí para plantear preguntas, ella responde con una sonrisa desde el otro lado de la pantalla. Y explica: “La verdad es que yo, con lo que pinto y con lo que expreso, no trato de hacer las cosas más complejas porque creo que la vida ya de por sí es compleja. Yo creo que mi arte es un espejo que no da respuestas, pero me gustaría pensar que inspira a la gente a hacerse preguntas. Yo creo que si tú no te haces a ti mismo esas preguntas…, o sea, creo que a veces no nos las hacemos porque en el fondo no queremos saber las respuestas. Y creo firmemente en que hacer preguntas también es un arte”. De hecho, se declara una admiradora del libro El arte de hacer preguntas, obra del mexicano Mario Borghino.

La artista catalana, pintando con espátula.

Sobre su vida cotidiana en los Emiratos Árabes Unidos, Carla Gia tampoco se extiende demasiado. Sí deja claro que no vive esa imagen de lujo, fiestas y glamour que a menudo desprende el Estado del golfo Pérsico. “No voy a casi nada, no soy precisamente una persona supersociable. No voy a fiestas, me gusta estar en mi estudio pintando y, si no, haciendo deporte. Soy bastante rara, sí, y bastante espiritual…, no religiosa, sí espiritual”. Su mejor recompensa: contemplar el rostro y el gesto de quien contempla su obra. Y disfrutarlo. “En mi última exposición había gente que realmente se emocionaba delante de mis cuadros, y yo esa sensación no la puedo equiparar a nada

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Sobre la firma

Borja Hermoso
Es redactor jefe de EL PAÍS desde 2007 y dirigió el área de Cultura entre 2007 y 2016. En 2018 se incorporó a El País Semanal, donde compagina reportajes y entrevistas con labores de edición. Anteriormente trabajó en Radiocadena Española, Diario-16 y El Mundo. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra.
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