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Qué hacer 24 horas en Tirana, una de las capitales europeas más desconocidas

Centro económico, cultural, social y gubernamental de Albania, la ciudad atrae por su historia, su vibrante presente y su gastronomía

Bunk'Art 2, un búnker anti-nuclear convertido en un museo de historia en Tirana (Albania)

En Tirana viven cerca de un millón de personas, casi la tercera parte de la población de Albania. Como el propio país, su capital es, en muchos sentidos, una ciudad en construcción con un cierto aire adolescente: tiene toda la energía de la joven democracia albanesa pero también todas las vacilaciones y dudas de una sociedad en continua evolución que trata de encontrar su propia identidad y su sitio en Europa (y en el mundo). Tirana se consolida como un interesante y estimulante destino. Aunque los orígenes de los primeros asentamientos humanos en la zona datan de época paleolítica —hace 30.000 años—, fue fundada como ciudad en 1614 por Solimán Pasha, y designada capital de la Albania moderna en 1920. Hoy es el centro económico, cultural, social y gubernamental del país.

Tirana, como toda Albania, es étnica, social y cultural, como resultado de su especial localización geográfica —entre Oriente y Occidente— y de sus agitadas y convulsas vicisitudes históricas. El país ha sido conquistado por helenos, romanos, bizantinos, eslavos; ocupado por el imperio Otomano durante más de cuatro siglos; afectado por la I y la II Guerra Mundial y los conflictos balcánicos; aislado del mundo a lo largo de más de 40 años durante la dictadura comunista de Enver Hoxha; y envuelto en complicados e inestables periodos de transición democrática hasta principios del siglo XXI. Por ello, Albania y su capital están en pleno desarrollo, donde buena parte de las cosas están todavía por hacer.

A continuación, detallamos el mejor plan para sacar el máximo partido a Tirana en 24 horas.

8.30 Desayunando a la manera albanesa

La mayoría de los albaneses suele desayunar fuera de casa comprando en las tiendas de la cadena Byrektore —hay muchos por la ciudad— el clásico y popular byrek, que es una especie de empanada o pastel salado de masa filo, relleno de espinaca y queso —aunque también se pueden probar rellenos de pollo, carne picada o vegetales—.

Si lo de empezar el día tomando algo salado no convence tanto como hacerlo con un buen café acompañado de un brioche o un croissant —el café en Tirana tiene justificada fama de ser tan bueno como el italiano, en la zona centro se puede disfrutar en locales como Noor, Mon Cherie, Sophie, Millennium Garden

9.30 Un paseo por la historia de Tirana

La mayor y más emblemática plaza de Tirana es la de Skanderbeg. Un monumental espacio cuadrangular bautizado desde 1968 con el nombre del héroe nacional por antonomasia: Gjergj Kastrioti, o Jorge Castriota, más conocido como Skanderbeg, qué significa señor o príncipe Alejandro, equiparándole así al propio Alejandro Magno. A mediados del siglo XIV, Skanderbeg consiguió impedir que los otomanos conquistaran su tierra; aunque después de su muerte los turcos terminaron por ocupar Albania por espacio de casi 500 años.

Sus cerca de 40.000 metros cuadrados están pavimentados con baldosas multicolores de piedra y mármol que, a pleno sol o humedecidas, parecen recién abrillantadas. Incesantemente cruzan la plaza bicicletas y patines motorizados, a los que tan aficionados son los tiraneses para desplazarse de un sitio a otro. La gran plaza reúne en su perímetro algunas de las construcciones y monumentos más significativos de la ciudad; monumentos que representan el pasado remoto, el pasado reciente, el cambiante presente y el futuro inminente de Tirana y del país. En el lado norte de la plaza destaca el edificio del Museo Nacional de Albania —actualmente cerrado para su restauración— (1), construido en época comunista. Pero en su fachada exhibe un monumental y llamativo mosaico histórico-alegórico-revolucionario que, a través de la representación de múltiples personajes, simboliza la evolución del país desde tiempos de los ilirios hasta el siglo XX.

Mural en la fachada del Museo Nacional de Albania, en la plaza de Skanderbeg, en Tirana.

En el lateral este de la plaza llama la atención otra construcción de la época totalitaria de Enver Hoxha, que alberga tres de las instituciones culturales más importantes del país: el Teatro de la Ópera, el Ballet Nacional (2) y la Biblioteca Nacional (3).

El flanco sur lo preside una imponente escultura ecuestre de bronce del caudillo albanés, alzada sobre un enorme pedestal pétreo. Al lado del monumento del insigne Skanderbeg se halla el edificio más antiguo de Tirana: la mezquita construida entre 1787 y 1823 por Et’hem Bey (4). Junto a ella está la torre del reloj (1822) (5), que hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX fue, con sus 35 metros, el edificio más alto de la capital. En el lado occidental, así como en la segunda línea de todo su perímetro, se levantan excéntricas arquitecturas modernas de rascacielos que hacen variar continuamente el aspecto y perfil de la plaza, hasta el punto de hacerla irreconocible para cualquier viajero que la haya conocido previamente y vuelva a visitarla un par de años después.

Continuamos nuestra ruta urbana en dirección sureste. Ante el miedo a ser invadido por sus exaliados de la antigua Unión Soviética, o por el bloque capitalista occidental, la enfermiza paranoia del histórico líder comunista albanés, llevó a Enver Hoxha, entre 1968 y 1983, a abordar la delirante empresa de construir un búnker por cada cuatro ciudadanos albaneses. El número de búnkeres que se construyeron en el país entre finales de la década de los sesenta y principios de los ochenta supera, para muchos estudiosos, el número de 170.000. Con el paso del tiempo estos refugios de hierro y hormigón (algunos gigantescos) se han ido destinando a los más variopintos usos: graneros, pequeños restaurantes, balnearios, almacenes, refugios de enamorados, galerías de arte o museos. Ese es el caso de Bunk’Art 1 (6) y Bunk’Art 2 (7); dos notables ejemplos de búnkeres antinucleares, construidos en su día para asegurar y albergar a la élite comunista y reconvertidos en los últimos años en interesantes espacios histórico-culturales en los que dar a conocer la opresiva vida sufrida por la población albanesa en la época de la dictadura. En pleno centro de la ciudad —a pocos metros de la plaza Skanderbeg—, merece una visita el Bunk’Art 2.

A escasos 300 metros del búnker se encuentran los restos más vetustos de la ciudad y un tramo de la antigua muralla, popularmente conocida como el castillo de Tirana (Tirana Castle) (8). Su origen se remonta al siglo XIII. Hoy, la puerta de acceso a la vieja ciudadela da entrada a un animado complejo de tiendas y restaurantes muy frecuentado, tanto por vecinos de Tirana como por turistas. Saliendo por la parte posterior del lugar se puede ver, a la izquierda, la magnífica cúpula e imponentes minaretes de la nueva mezquita de Namazgah (9). Confesionalmente la mayoría de los albaneses (70%) declara ser musulmán, aunque la realidad es que solo una pequeñísima minoría es practicante. Albania es un país sumamente tolerante con las religiones, en el que conviven, sin ningún problema, musulmanes, católicos, ortodoxos…

Vista aérea de la mezquita Namazgah, en Tirana.

13.30 Habrá que comer algo, ¿no?

Antes de continuar la ruta haremos un alto para reponer fuerzas. Aunque la tradicional gastronomía albanesa está muy influenciada por las cocinas de Europa del Este y de los Balcanes, y, como consecuencia de ello, abundan en sus mesas platos de vegetales y carnes, con gran presencia del yogur; en la zona sur del país, y en sus costas jónicas y adriáticas, son igualmente frecuentes los pescados y mariscos. También en Tirana hay bastantes restaurantes en los que se encuentran excelentes productos del mar. Un buen ejemplo de ello es Villa78, un moderno y agradable establecimiento en el que los ictiófagos disfrutarán a sus anchas de magníficos meros, sargos, lubinas, doradas, gambas, cigalas, calamares…

Volviendo a la cocina más típicamente albanesa, estos son algunos de los platos que merece la pena probar. El Qofte, clásicas albóndigas de la zona, hechas de carne de cordero o ternera, mezclada con hierbas y especias. Se puede servir con salsa de tomate o yogur. Fërgesë, uno de los principales platos nacionales: la receta se prepara al horno incluyendo pimientos rojos, tomates, cebollas, queso feta y, en ocasiones, algún tipo de carne. Tavë Kosi es otra elaboración muy albanesa, consistente en una cazuela de cordero asado con arroz, yogur, huevos y harina. Speca të Mbushura, pimientos rellenos, horneados con una mezcla de arroz y carne… Y para terminar cualquier comida lo suyo sería pedirse una Baklava, ese postre tan característico de los Balcanes y de todo Oriente Medio y que en Albania lo hacen especialmente rico. Restaurantes en los que probar cualquiera de los anteriores platos hay muchos. Aquí van algunos de ellos: cerca del centro está Zgara Korçare 1. También merecen la pena Mrizi i Zanave y Era.

16.00 Escenarios urbanos y monumentos modernos

Albania, como ya hemos dicho, se abrió al exterior, al desarrollo y a la democracia no hace demasiado; después de un largo periodo de total y absoluto aislamiento mundial. Por ello, una parte importante de los escenarios urbanos y monumentos que pueden verse en Tirana son modernos.

En la avenida de los Mártires —entre la plaza Skanderbeg y la plaza Madre Teresa— podrá contemplarse la Pirámide de Tirana (10), o, más sencillamente, la Pirámide. Una construcción promovida en 1988 por la arquitecta Pranvera Hoxha, en memoria de su padre, el dictador Enver Hoxha. Con el desplome del comunismo en 1991, el edificio estuvo a punto de ser demolido. Después, a lo largo de los años, esta polémica construcción se destinó a muy diferentes usos. Reformada en 2023, alberga actualmente diferentes oficinas gubernamentales, además de bares y restaurantes.

 La Pirámide de Tirana en la avenida de los Mártires.

Después de ver la Pirámide y pasear frente a las oficinas del primer ministro, del Palacio Presidencial, del Palacio de Congresos y de varios otros edificios públicos, lo mejor sería acercarse a conocer el lago artificial de Tirana, dentro del Grand Park (Parku i Madh) (11). Una gran área verde de 230 hectáreas, un pulmón verde de la ciudad y lugar de esparcimiento y disfrute de las familias tiranenses. Recorrer el perímetro del lago, de cinco kilómetros de extensión, es una actividad que se puede hacer andando en menos de una hora o tomando un pequeño tren que lo bordea, en 25 o 30 minutos (cuesta 3 euros). El momento más agradable y con mejores vistas del día para visitar Grand Park es al caer la tarde.

Recorriendo la ciudad uno se da cuenta de que gracias al plan de embellecimiento urbano que en el año 2000 puso en marcha el antiguo alcalde —y actual primer ministro, Edi Rama— muchas de las paredes desnudas, y muchas viejas fachadas de edificios que afeaban y entristecían el paisaje urbano, exhiben ahora coloristas pinturas murales; obra de artistas locales.

Mientras nos dirigimos a nuestro siguiente parada, preguntamos a la estupenda guía Florina Leka (florina.leka@gmail.com) la razón por la que se ven tantos coches alemanes de gran cilindrada, cuando el salario medio en el país no supera los 600 euros. Ina comenta, primero, que la mayor parte de los coches son de segunda mano y, segundo, que al albanés le gusta presumir —especialmente de vehículo— aunque, para ello, en su casa tengan que andar muy justos para vivir.

Una terraza en el barrio de Blloku en pleno centro de Triana (Albania).

Por fin llegamos al que posiblemente es el barrio más célebre de Tirana, el conocido como Blloku (bloque) (12), un reducto exclusivamente reservado a la élite dirigente durante el régimen comunista; donde tenía su residencia el propio dictador. Aquel distrito prohibido a la gente corriente se ha convertido en una de las zonas más animadas e interesantes de la ciudad, donde hay multitud de comercios, cafés, bares, restaurantes… Un sitio ideal para pasear, comprar o tomar algo en alguno de sus muchos locales; como, por ejemplo, el Colonial Café, uno de los establecimientos con más ambiente de la ciudad.

Antes de dar por finalizado el día hacemos una última parada en la catedral ortodoxa de la Resurrección de Cristo (13), construida en 2012 y considerada como una de las tres mayores de los Balcanes.

20.00 Un ‘raki’ depués de cenar

Después de cenar en el mencionado Villa 78 —de los mejores restaurantes de pescado— (14), redondeamos la noche en un par de lugares de moda en Tirana para tomarnos un raki (el aguardiente más tradicional del país). Primero nos pasamos por Mondial Terrace (15), que está en lo más alto del hotel Mondial y que, además de contar con una estupenda piscina en la azotea, ofrece una magnifica vista de 360 grados. La última nos la tomamos en el Eden Garden Rooftop (16), del hotel Xheko Imperial, también con impresionantes vistas y actuaciones en vivo.

Aunque Tirana no ofrece los incomparables atractivos de las grandes capitales europeas; ni Albania es ya ese enigmático y aislado destino de finales del siglo XX — desde marzo de 2024 iberia vuela tres veces por semana a Tirana—, tanto la capital, como el país deparan inesperadas sorpresas, además de ser un destino en el que se evitan las incómodas aglomeraciones turísticas, ahora tan habituales en casi cualquier lugar.

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