El turismo de estrellas se dispara en España: de experiencias con parapente en Guadalajara a navegaciones nocturnas por el embalse de Gabriel y Galán
El sector dedicado al astroturismo ha crecido un 400% desde la pandemia y se ha diversificado con actividades de lo más atractivas. “La gente flipa”, comenta Rubén Romero, de la empresa Orión Astronomía. “Puede ser un gran antídoto contra la despoblación”, dice Marta Bastos, cofundadora de Ad Astra Hervás


Rubén Romero no olvida el día en el que una mujer de 86 años se echó a llorar durante una de las experiencias que organiza. Acababa de mirar por un telescopio, pero no hizo falta más para que se le saltaran las lágrimas a borbotones: “Me dio las gracias porque pensaba que no iba a poder ver algo tan espectacular antes de morirse”, cuenta a EL PAÍS. Un instrumento de observación y un observador es la estampa más habitual, la que a cualquiera se le viene a la cabeza cuando escucha hablar de astroturismo, pero no es ni mucho menos la única. Al abrigo de un crecimiento exponencial tras la pandemia, el sector ha diversificado su oferta y cada vez más empresas incluyen experiencias innovadoras que recorren de una punta a otra la geografía española. “Tienes mil cosas que hacer relacionadas con las estrellas. La gente flipa cuando lo conoce”, comenta Romero.
Su empresa, Orión Astronomía, una de las más grandes de España, pone el foco en el atractivo turístico sin perder de vista la divulgación. Con sede en Madrid, organiza tanto experiencias astronómicas puras en la capital como actividades de astroturismo por todo el territorio nacional. Desde el Monfragüe hasta la zona del Alto Tajo de Guadalajara, pasando por la Sierra de Gredos. Su objetivo: que los clientes conozcan también de noche “zonas que son patrimonio natural de nuestro país”. Para ello, la empresa integra las observaciones en experiencias muy variadas, entre las que se encuentran degustaciones de aceite de oliva virgen extra en almazaras o actividades deportivas con parapente. Con el atardecer sobre sus cabezas, unos vuelan mientras otros les observan desde abajo con telescopios terrestres o miran al sol con telescopios solares. “Muchas veces hacemos un espectáculo teatralizado. El objetivo es que la gente venga a disfrutar y que cuando vuelva a casa se dé cuenta de que ha aprendido un montón de cosas casi sin querer”, explica.
Como broche a las experiencias, ofrecen una cena al aire libre con platos tematizados elaborados por chefs de la zona. Nebulosa de gazpacho, lomo de bacalao confitado “Cielo y mar”, cremoso de queso manchego “Vía Láctea”... La oferta es muy variada y, según Romero, “no es necesariamente elitista por sofisticada que parezca”. Hay distintos rangos de precios y actividades que lo hacen accesible a diferentes públicos.
Cada vez son más las empresas que apuestan por los cielos estrellados. Según datos de la Fundación Starlight, el sector se ha expandido más de un 300% en los últimos cinco años a nivel internacional, y un 400% en España.

Marta Bastos dirige con su pareja la empresa de observación de estrellas Ad Astra Hervás. Ingenieros de formación, ambos decidieron cambiar su vida hace unos años y fundaron la compañía que ahora regentan en el coqueto y turístico municipio extremeño de Hervás, situado en el Valle del Ambroz (Cáceres), una región montañosa a la que cada vez más visitantes acuden con la contemplación de los cielos nocturnos como principal reclamo. “La gente te llama y te pregunta si en X fecha tienes hueco para, en función de eso, coger o no el alojamiento. Es decir, muchos viajan explícitamente por la experiencia”, asevera Bastos.
Al anochecer, el Barrio Judío de Hervás es el escenario de un recorrido que culmina en la iglesia del pueblo. Allí los viandantes se ven sorprendidos por expediciones planificadas a conciencia: “Hablamos de lo que supuso la astronomía para los judíos, de cómo utilizaban el cielo para determinar la dirección en la que construir. También de los objetos celestes que hay en la iglesia; les enseñamos lo que es una rosa de los vientos, cómo funciona un reloj solar…”. Al margen de las clásicas observaciones con telescopio, la empresa lleva a cabo rutas nocturnas tanto de senderismo como en bicicleta, y organiza navegaciones a la luz de las estrellas sobre las aguas del embalse de Gabriel y Galán. “La experiencia es alucinante”, sentencia Bastos.

Las estrellas, un negocio responsable
Además de empresaria, Bastos es directora de la Asociación Nacional de Empresas de Astroturismo, fundada recientemente y presentada el pasado enero en la Feria Internacional de Turismo de Madrid (Fitur) con el objetivo de reivindicar la profesionalización del sector. “No hay ninguna formación específica que nos avale y nos encontramos con mucho intrusismo. De ahí la necesidad de juntarnos”, comenta. Algo que ratifica Romero, de Orión Astronomía: “Hay gente que está intentando aprovecharse del tirón para lucrarse con una mala praxis, y eso afecta a la experiencia. Tenemos que seguir haciéndolo crecer como el sector de calidad que es”.
Pese a que la oferta se ha extendido por toda la Península, la concepción de las estrellas como una oportunidad de negocio tiene su origen en las islas Canarias. En el año 2007, más de 100 instituciones, entre ellas la Unesco y comisiones de Naciones Unidas, se dieron cita en La Palma para firmar el primer manifiesto en defensa de la preservación del cielo nocturno. “En ese decálogo destaca el artículo 9, donde por primera vez se habla de turismo de estrellas. Y se presenta como una herramienta para mitigar el cambio climático”. Quien habla es Antonia Varela, doctora en Astrofísica y actual directora de la Fundación Starlight, además de investigadora del Instituto de Astrofísica de Canarias. Ella vivió de cerca aquel hecho histórico y hoy trabaja desde dentro para que el turismo y la conservación celeste vayan de la mano.
Varela lo hace a través de la organización que dirige, una entidad pública sin ánimo de lucro que emana del Instituto de Astrofísica de Canarias y cuyo fin es “proporcionar los recursos humanos y económicos necesarios para la aplicación de la declaración de La Palma”. La Fundación Starlight ha creado un sistema de formación para capacitar a guías y monitores en astroturismo por el que han pasado la mayor parte de los empresarios que pertenecen a la asociación nacional de compañías del sector. Bajo las denominaciones de “Reserva” y “Destino turístico Starlight”, que el propio grupo asigna a distintos territorios, la Fundación trata de velar por la calidad del cielo y de la oferta. Desde el año 2020 hasta este 2025, el número de “Destinos turísticos Starlight” se ha incrementado un 140%. Unos datos que van en la línea de los obtenidos en el estudio Predicciones de Viajes 2025, elaborado por la plataforma de alojamientos y experiencias Booking. Más del 60% de los encuestados —27.000 viajeros de 33 países— afirmaron estar considerando “visitar destinos con poca contaminación lumínica para acercarse al cosmos”.
La pandemia como trampolín
Este repunte, que acontece tras años de trabajo de empresas y asociaciones, radica principalmente en la pandemia. “La gente necesitaba seguir teniendo ocio, pero en un entorno seguro. ¿Y cuál era el entorno más seguro? Pues la naturaleza”, explica Bastos. “La covid nos enseñó a todos que había algo más que entrar a un teatro o a un cine”, ratifica Romero. En el último lustro, además de triplicar su crecimiento, el astroturismo ha empezado a ofrecerse en formatos voluminosos. Mientras se mantienen las clásicas experiencias en grupos reducidos, comienzan a asomar compañías, como la de Romero, que organizan eventos masivos para grandes empresas. “Hace poco, una conocida marca de aviones nos contrató una experiencia para 800 personas como parte de un networking”, cuenta.
El retorno económico va acompañado de un evidente beneficio medioambiental que mucha gente desconoce. Varela advierte: “No somos conscientes de la cantidad de gases de efecto invernadero que genera una mala iluminación, de cómo altera los hábitats de especies y ecosistemas, cómo influye en nuestros ritmos circadianos…”. Por ello, la Fundación Starlight ha presentado una propuesta ante Naciones Unidas para convertir el cielo en un objetivo de Desarrollo Sostenible —el ODS 18— dentro de la Agenda 2030. No en vano, según los empresarios del sector, un uso inteligente y responsable del cielo contribuye al desarrollo social y sostenible y a la economía circular. “Puede ser un gran antídoto contra la despoblación. Mucha gente de grandes ciudades viene aquí, vive la experiencia y dice: ‘Ostras, pues igual se puede vivir de otra manera”, cuenta Bastos.

A la claridad que cubre Hervás, se suman muchas otras ubicaciones. Varela podría estar un día entero enumerándolas: “Prades (Tarragona), Aigüestortes (Lleida) y el Montsec (Lleida y Huesca); Sierra de Cazorla y Sierra Mágina, en Jaén; La Palma y Menorca en los archipiélagos…”. Pero no siempre las condiciones son las idóneas. Gema García de Maya fundó en febrero de 2023 Astroversia, la primera empresa de astroturismo en la Región de Murcia. Lo hizo a ciegas, en una comunidad autónoma que era un auténtico desierto en lo que se refiere al sector, y bajo un cielo con “muchísima contaminación lumínica”. Aún recuerda una de sus primeras experiencias, en un día nublado y con una visibilidad muy escasa: “Estaba agobiadísima, pero simplemente hablando de mitología y con las preguntas que empezaron a salir, los clientes quedaron supercontentos”, señala. Su objetivo es precisamente ese: que la gente de la región empiece a “mirar hacia arriba”. “El murciano no piensa en ver las estrellas porque nunca lo ha tenido entre sus opciones de ocio”, sostiene.

Las actividades de Astroversia tienen como escenario más habitual el noroeste de la Región de Murcia, donde se conserva el cielo más oscuro, pero según cuenta García de Maya, su intención es “acercar el astroturismo a la gente, y no al revés”. Trabaja con almazaras en Yecla y Jumilla, con restaurantes en el valle de Ricote, y cuenta con una zona fija cerca de la ermita de la Encarnación, pero también realiza servicios a demanda, pues su principal obsesión es que la gente “se enganche” y que las autoridades “se involucren”, algo que de momento está consiguiendo: “Hay muchos cielos recuperables, y el beneficio económico está claro. Simplemente, hay que trabajarlo para que esto siga calando”, sentencia.
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