El silbido de los caballos

La Pachamama es la Madre Tierra para los quechuas y los aimaras, y a ella invocan también los cómicos para tener una buena gira. Marta Belaustegui, que estrena en breve La decisión de Julia, un filme en torno a la muerte asistida, pudo vivir una experiencia de teatro extremo en una gira por Perú.

¿Qué interpretaban?

El retablo de las maravillas, de Cervantes. Fui allí con mi compañía, El Teatro del Duende, y trabajábamos con estudiantes del altiplano. Era muy emocionante.

¿Cómo fue el aterrizaje?

Llegamos de noche a Oxapampa, en plena selva central, y yo no era consciente de dónde estábamos. Por la mañana me despertaron los sonidos de la selva. Salí y aquel verdor me deslumbró. Nos quedamos 20 días ensayando hasta que hicimos la primera representación.

¿Qué tal salió el estreno?

Muy bien…, ¡igual por la Pachamama! Uno de los profesores, que era aimara, nos llevó por la noche a la universidad y preparó un rito en el que ofreces algo a la naturaleza y ella te lo devuelve.

¿Y funcionó?

Con creces. Fue una de las mejores experiencias de mi vida profesional. Tan pronto nos encontrábamos en la selva como en el altiplano. Recuerdo una pausa en el valle de las Flores, un paraje impresionante. Uno de los actores se adentró en el campo y empezó a hacer unos silbidos especiales. De pronto se le acercaron unos caballos salvajes, bajaron la cabeza y le escuchaban como si le conociesen de toda la vida. El chico había crecido en la selva y tenía una relación muy especial con los animales.